La amargura de los amores imposibles y contrariados

¿Quién no ha tenido uno? Uno de esos amores imposibles que sabes que solamente existe en ti. Idealizados y preciosos, que pueden ser de porcelana porque sabes que nunca se chocaran contra la realidad que los hace, valga la redundancia, reales. Menos frecuente actualmente es vivir un amor contrariado, entendido como aquel amor correspondido del que la realidad, de muy diferentes maneras, no permite su disfrute.

Estos dos tipos de amor se confunden y de hecho en nuestro lenguaje las utilizamos indistintamente, aunque no son equivalentes. De hecho, ambos tipos de amor están sujetos a características distintas que tienen que ver con emociones y circunstancias que van más allá del propio sentimiento de amor, como veremos.

La amargura de los amores imposibles

El primero de los tipos de amor que duele es el de los amores imposibles: ese amor que una persona siente por otra y que no es correspondido. Además, para que sea imposible tiene que caracterizarse por no poder ser correspondido nunca: “no puedo sentir lo mismo”.

 “Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio.”
-J. Cortázar-

Se suele decir en estos casos que la persona de quien nos enamoramos es la única capaz de hacernos sentir dos extremos emocionales: la veremos como aquella que puede darnos toda la felicidad que creemos necesitar y, al mismo tiempo, la que nos la quita, pues dicha felicidad llegaría solo cuando el amor fuese correspondido.

Los amores imposibles traen consigo una sensación constante de malestar y de tristeza: no podemos evitar sentir lo que sentimos por alguien y, sin embargo, no podemos expresarlo como desearíamos. En este sentido, la amargura de experimentar esta clase de amor se intensifica cuando imaginamos cómo sería si fuera recíproco.

La amargura de los contrariados

En un lado paralelo al de los amores imposibles, se encuentran lo que el escritor García Márquez llamó amores contrariados en su novela El amor en los tiempos del cólera. Con ello se refería a aquel que se siente y duele, que es correspondido y cuesta que se materialice por circunstancias externas a los enamorados.

En otras palabras, el amor contrariado es un amor perfecto que es probable que no se desarrolle por diferentes motivos: incompatibilidades, presiones familiares, amistades que no quieren estropearse, miedo a la dependencia emocional, etc. Es decir, es un amor trágico, a la manera de Romeo y Julieta.

“Era inevitable: el olor de las almendras amargas  le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.”
-Gabriel García Márquez-

Se ha dicho que este amor es el peor de todos, pues los que se quieren sentirán frustración: “quiero, queremos y no podemos”. Los dos saben que la otra persona es quien le entiende y complementa, quien le quiere por lo que es. De la misma forma, los dos protagonistas de este amor desconocen la manera de salvar los obstáculos.

Chica con su corazón en los brazos

Los amores contrariados se caracterizan sobre todo por la impotencia, que se transforma en sufrimiento por ambas partes. Sabrán que “por mi bien, por tu bien, por nuestro bien, por las circunstancias”, sus caminos se han cruzado y solo con mucho esfuerzo podrán llegar a unirse.

La diferencia con el amor platónico

El amor si no es mutuo y puede realizarse es amargo, como hemos visto. Sin embargo, ¿qué ocurre con esos otros amores que no van más allá de la idealización? Hablamos de los amores platónicos, que incluimos aquí para diferenciarlos de los arriba expuestos.

Estos tampoco entran dentro del mundo del famoso San Valentín, pues al contrario que los amores imposibles y contrariados no son del todo reales. Esto es: se quedan en la imaginación, no llegan a sentirse como amores verdaderos porque no duelen.

“Quien conserva la facultad de ver la belleza no envejece.”
-Kafka-

A diferencia de lo que muchas veces creemos, el amor platónico está asociado a la belleza y no a un amor no correspondido. De hecho, para Platón el amor está asociado al impulso que nos lleva a conocer la esencia de la belleza y que podemos encontrar en otra persona, pero no al impulso que nos lleva a esta.

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