ANIVERSARIO Por Juan Alfredo Bellón, DESDE EL MIRADOR Nº46, DOMINGO 05-04-2015

                 Hay que ver cómo pasa el tiempo: estos días cumplo un año como colaborador semanal de El MIRADOR DE ATARFE y tengo que proclamar que se me ha pasado el tiempo en un santiamén como consecuencia del acortamiento sicológico con que se percibe el paso de Cronos cuando ya se han cumplido muchos años y por la levedad placentera con que se hacen los trabajos vocacionales, y este lo es para mí, como podrán corroborar quienes me conocen. Y es que, tras haber tenido que pasar más de dos años en el dique seco, encontrar de nuevo en abril de 2014 un órgano de expresión escrita para verter en él la opinión sobre lo cotidiano, me resultó algo parecido a una resurrección y mantener el tipo semanalmente durante todo un año fue la confirmación práctica de lo afirmado: ya estoy aquí de nuevo, como indicó Tarradellas a los catalanes cuando regresó del exilio.

                Además, haber podido regresar a la escritura periodística desde   un lugar tan próximo y querido como Atarfe ha significado hacerlo desde lo familiar y con la confianza de ser entendido y apreciado con el afecto que no merezco pero que me reconforta y da fuerzas para persistir y perseverar y que me permite comparar lo de hoy con lo de ayer para mejor valorarlo. Así, el diluvio constante que antaño arrastrábamos, que me permitió pronosticar interesadamente que los santos iban a salir en catamarán y el adelanto primaveral que me lleva hogaño a comentar que, hoy Viernes Santo, mi barrio, el Albayzín, parece un Belén lleno de turistas donde los pastorcillos nativos bullen alborozados y satisfechos del maná turístico de españoles y extranjeros de toda ralea, incluidos muchos catalanes con pedigrí y no pocos vascos con todos sus apellidos.

                Hay otra importante novedad. Aunque supongo que intentará aparecer por todas partes, como a él siempre le gustó por Semana Santa, este año el Arzobispo parece estar brillando por su ausencia y modestia, a ver si se calman las aguas procelosas del Tíber y consigue comerse otro año más los mantecados, cosa que ya le ha salido bien estas Navidades pasadas, contra todo pronóstico. Y otra más: la cara que se les pone a los del PP cuando oyen hablar de elecciones, sea en la instancia de la Municipales o en las de las Generales, no importa con qué excepciones ni con qué compensaciones minúsculas. Y cuando digo Municipales, pienso, claro, en la Diputación. ¿Pues no que a los sebastianones se les nota el rictus preventivo de amargura?

                De modo que, en términos generales y hablando del paso del tiempo como de un proceso, diré como aquel sanitario en su parte médico, que la cura va bien aunque el ojo lo pierde.         O sea que la historia avanza derecho aunque a veces lo haga con renglones torcidos y todo aquello de los dos pasos adelante y el paso atrás, etc., etc. Y escribe que escribe que te escribiré, se ha pasado un año y yo me siento más atarfeño de adopción, que si fuera uno de los tres Juanes aunque todavía sin ferrocarril metropolitano. Todo llegará.

                Como a mí, que me ha llegado la Semana Cinematográfica de Pasión y he acabado con los ojos como brótolas de tanto ver cine sacro, bíblico, de romanos y hebreos y de todas esas lindezas que por estas fechas se prodigan en las parrillas televisivas, aislado en este centro histórico granadino donde tengo la fortuna de residir: Ben-Hur, Rey de Reyes, Los Diez Mandamientos, La Túnica Sagrada, Sanson y Dalila etc. todas ellas adobadas con sus correspondientes vituallas de la estación: roscos fritos, torrijas, pestiños, empanadillas dulces y saladas, hornazos, pan de aceite, frutos secos; habas verdes, alcachofas y espárragos de Graná; potajes y pucheros de Semana Santa; bacalao frito y en pavía; cordero segureño, ancas de rana de Chauchina; calamares de secano, sesos de huerta; boqueroncillos malagueños, cigalillas y quisquillas de Motril, repostería alpujarreña, tapas como la pisá de un regador y un soplillo pa diez si se han quedao con hambre… ¡Ah, se me olvidaba! Y una vieja película de romanos basada en una fábula de Esopo, Androcles y el león (1953 de Chester Erekine con Jean Simons y Victor Mature, siempre, entre fieras, como Ángel Cristo). No se la pierdan.

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