Conforme a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y sus previsiones para 2020 – casi a la vuelta de la esquina- la depresión se constituirá en la tercera causa de morbilidad detrás de las enfermedades coronarias y los accidentes de tráfico.

Para entonces, los problemas de salud mental representarán más del 10% del total de pérdida de calidad de vida. En los países con economías avanzadas las enfermedades de tipo neuropsiquiátrico ocupan hoy ya el 12% del total de las enfermedades. A día de hoy existe evidencia empírica de que entre un 20% y un 25% de mujeres y entre un 7% y 12% de hombres padecen algún tipo de episodio depresivo a lo largo de su vida. La ansiedad, por su parte, cuando se convierte en un trastorno psicológico, tiene una prevalencia muy superior a la de la depresión, convirtiéndose en un fenómeno que nos suele acompañar casi cotidianamente.
Diferenciar ansiedad y depresión no siempre resulta sencillo por la similitud de algunos de sus síntomas e incluso de sus causas: ante un mismo episodio, una persona pude reaccionar desarrollando ansiedad o depresión, o ambas, ya que en estas dos patologías son formas de adaptarse al entorno. Ansiedad puede asociarse a inquietud, nerviosismo, preocupación, sensación de tener que hacer más, mantenerse en alerta. Cuando estas sensaciones se exceden y nos vemos incapaces de afrontarlo comienza a aparecer la impotencia y la tristeza, y si se alarga en el tiempo, la depresión.
La depresión suele estar asociada a síntomas cómo el decaimiento, cansancio, poca motivación para emprender nuevos objetivos, sentimiento de inutilidad, de culpa, trastornos del sueño y muchos de los que asociamos a la ansiedad. Para poder diferenciarlos, sin embargo, hemos de ser más precisos en el conocimiento de los síntomas, así serían las siguientes sus diferencias más significativas:

Modo de interpretación 

Tanto la ansiedad como la depresión son formas de reaccionar ante eventos externos o internos: si ese evento lo interpretamos como una amenaza, se disparara nuestro sistema de alerta o ansiedad, mientras que si lo percibimos como una pérdida o fallo, es probable que se active el sistema de conservación de energía que dará lugar a la depresión.
Miedo o tristeza 
En términos generales, la ansiedad es una emoción que aparece cuando el sujeto se siente amenazado por un peligro externo o interno. El miedo es el sentimiento prevalente. En el caso de la depresión, el sentimiento preponderante es la tristeza.
Cuadro clínico 
La ansiedad se manifiesta en forma de varios desajustes a nivel cognitivo y psicofisiológico. Sus síntomas más frecuentes son: dolor abdominal, diarrea o necesidad frecuente de orinar, mareos, cefaleas, tensión muscular, respiración agitada, frecuencia cardíaca rápida e irregular, sudoración, temblores, fatiga, irritabilidad y problemas de insomnio. Por el contrario, los estados depresivos conllevan sentimientos de culpa o falta de autoestima, cambios drásticos en el apetito, sensación de cansancio y falta de concentración. También pueden ocasionar trastornos del sueño.
Futuro o presente 
La ansiedad se relaciona con la prevención del paciente respecto al futuro, con un temor a que se produzcan las consecuencias desagradables que se presuponen van a suceder. La depresión, por el contrario, tiene que ver con una minusvaloración del propio paciente y una tristeza profunda en el momento presente. Dicho de otra manera: el futuro no forma parte de la depresión.
Variaciones en un mismo día
En la ansiedad no hay variaciones de estado a lo largo del día (salvo en algunos casos profundos, donde los pacientes suelen sentirse peor al despertarse y a primeras horas del día) ni de las diferentes estaciones del año. Estas alteraciones sí se producen en pacientes deprimidos.
Capacidad de disfrute
En el trastorno de ansiedad no se ve necesariamente afectada la pérdida del disfrute o placer, tal y como sucede en la depresión.
 
Factores psicológicos o externos 
Mientras que el origen de la depresión suele ser de índole psicológica, las causas que provocan la ansiedad son más variadas: sustancias como el alcohol, los broncodilatadores o drogas como la cocaína o la marihuana son claros detonadores de este tipo de trastornos. Una dieta deficiente (por ejemplo, niveles bajos de vitamina B12) también puede contribuir al estrés o a la ansiedad. En casos muy poco comunes, un tumor de la glándula suprarrenal puede causar ansiedad o síntomas similares al estrés.

A pesar de estas diferencias, la OMS, dentro de su Clasificación internacional de enfermedades (CIE-10), incluye el trastorno mixto ansioso-depresivo, en el que se dan posibilidades de combinación de síntomas propios de la ansiedad y de la depresión.

Fuente parcial: medicina.com
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