Entrevista a Alfonso Guerra, por la revista TIEMPO

Alfonso Guerra hace un repaso de la situación española actual

Año y medio después de haber dejado su escaño en el Congreso de los Diputados, Alfonso Guerra (75 años), uno de los grandes protagonistas de la Transición, exvicepresidente del Gobierno (1982-1991) y actual presidente de la Fundación Pablo Iglesias, hace un repaso de la situación española actual, de cómo se ha llegado hasta ella y de cómo ve el futuro tras las próximas elecciones del 26 de junio. Su alma socialista le lleva a confiar en el PSOE y asegura que negociar no supone, en forma alguna, una rendición.

El panorama está complicado, ¿no?

La situación se ha hecho muy complicada, porque los actores políticos no han sabido interpretar lo que está pasando. Al final del siglo XX el capitalismo ha sufrido una mutación clarísima y se han dado tres fenómenos simultáneos. De dos de ellos se habla mucho y del otro no se habla nada: la globalización, la tecnologización y el último, del que se habla muy poco, el triunfo de las finanzas. El capital se invertía en fábricas y empresas. Ahora se ha decidido que eso da menos dinero que invertir en finanzas, en intercambio de acciones y activos financieros.

¿Qué tiene que ver esto con el panorama político?

Esto provoca un inmenso ejército de desempleados. Si se deja de invertir en producción no hay puestos de trabajo y eso crea un enorme malestar. Hay un empobrecimiento generalizado de las clases medias que vivían con una relativa estabilidad y que ahora, cuando pierden su puesto de trabajo y tampoco pueden pagar su vivienda por falta de ingresos, se quedan sin trabajo y sin vivienda. El malestar provocado es el mejor caldo de cultivo para los populismos, para los salvadores que prometen que van a arreglar todas las cosas.

¿Están los políticos a la altura de las circunstancias?

Hay una banalización de la política, de los políticos y de los medios de comunicación que informan de la política. La mayor trivialización se da en las televisiones, que al final contagian al resto, sin olvidar que dentro de este proceso los políticos quieren condensar sus mensajes ideológicos en 140 caracteres. ¿Cómo es posible dar una mensaje de verdad, un proyecto, en 140 caracteres?

¿Y la corrupción?

La corrupción política ha crecido de forma exponencial y hay políticos, personas de la Administración y empresarios que minan la confianza de la gente por el robo que esto supone. Si esto se contrapone con los salarios opulentos de una minoría, y por otro lado están las personas que no tienen para pagar su hipoteca y pasan auténticas dificultades para vivir dignamente, claro, la indignación va en aumento.

Ha habido una crisis económica...

Provocada por la codicia de algunos y en la que Europa se ha equivocado en la solución.

¿Por qué?

Hay cosas en la vida que son difíciles de hacer. Gobernar es difícil. Pero hay cosas que son fáciles. ¿Por qué hay que recortar prestaciones? Se puede ahorrar de otras formas. Pongamos un ejemplo: supongamos que es obligatorio reducir el gasto en 8.000 millones. ¿Por qué no retrasar dos años la construcción de una autovía o una línea de AVE sin tocar el presupuesto destinado a médicos, profesores ni a la dependencia? Se puede ahorrar sin reducir las prestaciones a quienes las necesitan. Pero siempre se recorta en lo que más afecta a los ciudadanos. No sé cuánto hay de incompetencia y cuánto hay de maldad. Pero el malestar que esto provoca está paralizando el proyecto europeo, que es imprescindible, porque si Europa no se mueve unida se va a quedar muy atrasada.

Pero la corrupción no parece pasar factura en votos…

Resulta sorprendente. En casos como el de Valencia o Madrid, donde hay tanta corrupción en el PP, llama la atención algo como por ejemplo aprovechar la visita del Papa para robar y que eso después no se traduzca en que el partido deje de ser el más votado. Alguna explicación tiene que haber.

¿Como cuál?

Lo más cercano es que hay gente que se ha beneficiado por las operaciones urbanísticas trufadas de corrupción. Personas que tenían cenagales o tierras que no servían para nada en pueblos de 2.000 habitantes donde se hacían planes para construir 60.000 viviendas, se encuentran con que aquello que no tenía casi valor económico de repente vale millones. Se dice que en la costa de Valencia y Alicante, en las bodas que se celebraban en los tiempos de la gran burbuja inmobiliaria no se gritaba ¡vivan los novios!, sino ¡vivan los planes especiales! Porque se enriquecían con ellos. Pero tiene que haber más.

¿Por ejemplo?

Hay un mecanismo por el que muchos piensan algo así como ‘estos roban, pero son más seguros’. ¿Por qué?, pues porque hay fórmulas para llevar a la mente de las personas cosas que no son verdad. Eso ocurre, por ejemplo, con las promesas del PP de bajar los impuestos. Al final, a alguien con un salario medio le bajan 25 euros, pero a los que ganan fortunas les reducen la carga fiscal en miles de euros. Pero con una buena propaganda, hecha sobre todo en televisión, la gente acaba por creérselo. Hay gente que se dedica profesionalmente, como Joseph Goebbels [ministro de propaganda de la Alemania nazi] a tratar de convencer a la gente de que la maldad que se está haciendo con ellos es positiva. Si no, ¿cómo se explica que les sigan votando? Aunque yo creo que esta vez lo van a tener más difícil. En esos lugares donde la corrupción ha sido tan brutal, será muy difícil que el Partido Popular mantenga el primer puesto.

Hablaba también usted de populismos. ¿Se refiere a Podemos?

Me refiero a muchos. A Austria, a Le Pen en Francia… En España, hablamos de Podemos y de otros. Porque resulta que Podemos era lo joven y lo nuevo y resulta que ahora llega Julio Anguita. ¿Eso era lo joven y lo nuevo? Vuelven quienes han estado unidos a causas aberrantes de la historia como el estalinismo, al maoísmo, ahora al chavismo. En realidad esta es una vieja escuela.

¿A qué se refiere?

Han intentado, y parece que lo han conseguido, reunir a 16 formaciones políticas para ver si le ganan al PSOE. El proyecto político de este grupo consiste en presentarse con 16 partidos sumados, y todo para superar al Partido Socialista. Esto viene del año 1921, de cuando el PSOE se negó a entrar en la órbita de la Internacional Comunista (la Comintern) y unos cuantos disidentes fundaban el Partido Comunista. A los socialistas se les llamaba socialtraidores y otras cosas terribles. Pues ahora es más o menos lo mismo. Cuando alguien ve a una persona joven en el Parlamento reivindicando la memoria de Puig Antic, de los muertos de Vitoria o del Proceso de Burgos y no se acuerda de Francisco Tomás y Valiente, de Ernest Lluch, de Miguel Ángel Blanco, hay que preguntarse en qué época viven. Están en la anterior a la democracia. No es un mundo este que coincida mucho con la democracia.

Hablaba usted del acercamiento de Podemos a Julio Anguita…

Las lágrimas de Iglesias Turrión abrazado a Julio Anguita muestran la esencia real del pensamiento de este grupo de profesores que creyó que podía imponer sus criterios. Hay un escritor, Enrique Krauze, que les ha calificado como “capitalistas curriculares y guerrilleros de salón”. Es una buena forma de describirlos. Pero la verdad de todo esto es que el padre de Podemos es Rajoy y el padrino, Anguita.

¿Puede explicar eso?

El gurú que tienen en el PP, Pedro Arriola, le advirtió a Rajoy de que la crisis iba a reducir mucho el número de votos del partido y que la única forma de mantenerse era intentar introducir una cuña que impidiese el ascenso del PSOE. Y esa cuña era hablar con las televisiones para dar cancha a este grupo. Ellos no pensaban que después iba a aparecer también Ciudadanos y se han desnortado un poco. La pregunta que se hacen ahora en el PP es si no se habrán pasado un poco, porque unidos todos los partidos de izquierda suman más y Ciudadanos le ha quitado más de un millón de votos.

¿Cuál es su opinión sobre el proceso que se abrió con la declinación de Mariano Rajoy a formar Gobierno?

El día que Rajoy va al palacio de la Zarzuela, el Rey le pide que forme Gobierno y le dice que no, ese mismo día tenía que haber sufrido el oprobio general de todo el país. ¿Por qué no lo sufrió? Pues porque le salvó el otro socio, le salvó Iglesias Turrión dando una rueda de prensa que fue un auténtico disparate, en la que hablaba de un Gobierno con él de vicepresidente y algunas otras cosas más. Eso eclipsó el impacto producido por la espantada de Rajoy, lo que en cualquier país constituiría algo digno de irse a casa.

¿Tenía que haber dimitido Mariano Rajoy?

¿Cómo es posible estar en política, que el jefe del Estado te encargue formar Gobierno y la respuesta sea ‘yo ni lo intento’? Esto indica, primero, un desconocimiento total de cómo funciona la democracia, una falta de responsabilidad absoluta y una vagancia que ha sido, en mi opinión, la tumba de su vida política. Y otro ejemplo: el presidente del Gobierno enviaba hace pocos días una carta a la Comisión Europea mostrando su disposición para recortar los 8.000 millones que le piden, mientras a la sociedad española le dice que no va a haber recortes, sino bajadas de impuestos. Esa gran mentira ya hubiera hecho caer al Gobierno en cualquier país europeo.

 

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Las encuestas dicen ahora que puede haber sorpasso al PSOE…

En diciembre también se hablaba de sorpasso. Incluso el CIS [Centro de Investigaciones Sociológicas] publicó, no sé con qué intención, dos sondeos en los que Podemos era el primer partido. Luego vimos lo que ocurrió en realidad. Tranquilidad, porque las encuestas se pueden maquillar. Creo que el PSOE puede recuperar terreno. Y creo que sí porque se han visto algunas cosas que si llegan a los votantes tienen que afectar al sentido del voto.

¿A qué cosas se refiere?

Rajoy sigue hablando de las dificultades que tiene en la gestión de la economía por la herencia recibida de los socialistas. Los ciudadanos deben saber, y creo que el PSOE se encargará de difundirlo, que, por ejemplo, tenemos un problema serio con las pensiones. Ahora las personas viven más años. Cuando en 1919 se estableció el retiro obrero, el precursor de las pensiones actuales, se fijó la edad de jubilación en 65 años y la esperanza de vida era de 42 años. Esto no quiere decir que esa fuera la edad media de fallecimiento, porque lo que ocurría es que morían muchos niños de corta edad y eso reducía notablemente la edad media estadística de esperanza de vida. Ahora, cuando la esperanza de vida es de 80 años, la edad de jubilación sigue prácticamente igual y hay que garantizar que los pensionistas sigan cobrando.

Pero algo se ha hecho…

A principios de este siglo se creó el Fondo de Reserva, la hucha de las pensiones, que el Gobierno de Rajoy ha dejado esquilmado. En 2011, cuando llega este presidente, la Seguridad Social tenía un déficit de 400 millones, pero ahora, cuatro años después, lo deja en 16.000 millones. Y eso se debe saber, porque están poniendo en riesgo las pensiones futuras. En la deuda pública pasa algo parecido. Llegó con un 70% del PIB, que era alta, pero la deja por encima del cien por cien. Eso hay que explicárselo a los ciudadanos para que lo tengan en cuenta a la hora de volver a votar.

¿Cree que el pacto con Ciudadanos puede perjudicar al PSOE?

No. Yo creo que no. Uno puede estar más de acuerdo con un dirigente o con otro. Pero en la vida política, en este trance de formar un Gobierno, ha habido dos dirigentes que han intentado lo que era imprescindible: llegar a un acuerdo. Después el pacto les puede gustar a algunos más o menos. Pero el valor intrínseco de haberlo logrado creo que será valorado y premiado por los votantes, en contra de la actitud beligerante de Mariano Rajoy por un lado y del grupo de Podemos por otro.

¿Está diciendo que puede el PSOE ganar las elecciones?

Puede ganarlas. Es difícil, porque ahora hay mucho reparto de votos, pero claro que puede ganarlas. La campaña influye y también la capacidad que se tenga de hacer llegar los mensajes claros. En política, las pinceladas muchas veces no se ven, lo que queda es el trazo grueso. Para que se vean las pinceladas hay que ser muy claros. No se puede estar buscando un voto por aquí y otro por allí. Hay que decir desde el principio, esta es mi creencia y decirlo con claridad, porque lo que pueda perder por un lado lo va a ganar con creces por el otro. Estar a medias tintas no vale.

¿Dónde hay medias tintas?

Todos los partidos están a medias tintas con el problema territorial de España y hay que ser claros. No se puede decir, por ejemplo, que con la reforma de la Constitución se arregla todo. No es verdad. Tampoco se puede decir que España es un mosaico de países, no es cierto. Seamos claros. Pero igual que en eso, tampoco se puede decir que firmando un pacto por la educación se arregla la educación en España, no es verdad. Luego hay que financiarla. Decir que es necesario cambiar el proceso productivo tampoco lo cambia. Hay que explicar cómo, en cuánto tiempo y con qué recursos.

Ahora vuelve a ponerse de actualidad la financiación autonómica…

Todas dicen que la financiación de las comunidades autónomas es injusta y causa agravios. Pero si todas se sienten agraviadas, ¿cuáles son las beneficiadas? Es imposible que todas estén discriminadas. Y otra cosa con la que hay que acabar es con la lluvia de leyes que se hacen en el Parlamento nacional y en otros 17 autonómicos. Hay que diseñar un proceso de codificación que aclare toda esta dispersión legislativa. Es necesario sentarse y llegar a acuerdos.

Pero no parece que corran buenos tiempos para los pactos…

Está muy difícil, porque se ha perdido la pasión por el pacto. En los años 70 y más concretamente en el 78, los partidos políticos creyeron que para salir de dos siglos de enfrentamientos en España era necesario pactar. Hay que convencerse de que llegar a acuerdos no es rendirse. Si todos ceden no hay rendición. Eso que en el 78 se veía muy claro, hoy no. Hay muchos que tienen miedo al pacto. Hay que acostumbrarse a que todos cedan para llegar a un acuerdo. Es necesario ese fomento del espíritu del 78, contra el que algunos están intentando disparar.

¿A quiénes se refiere?

Pues muchos: los nacionalistas, ahora los chavistas… Pero es que hay mucha hipocresía en la política española. Hemos visto el caso reciente de una delegada del Gobierno que, siguiendo instrucciones de más arriba, prohíbe la entrada de determinadas banderas independentistas en un campo de fútbol. Me parece de una torpeza infinita. Pero no puedo aceptar a quienes dicen que es esa delegada del Gobierno la que ha politizado el fútbol. ¡No, hombre, no! Quienes quieren llevar la bandera también lo están politizando. Hay mucha hipocresía.

¿Es Pedro Sánchez el mejor candidato del PSOE?

En estos momentos, sin duda es el mejor candidato. Es el que ha sido elegido. Debo decir, porque puedo ser poco inteligente pero no soy mentiroso, que yo no le voté en las primarias. No lo conocía, pero ahora me he dado cuenta de que ha crecido de una manera extraordinaria y le apoyo claramente. Me parece una persona que está logrando una cercanía importante con los militantes y con los electores. Creo que está haciendo un esfuerzo muy grande por plantear un proyecto político que mira al futuro y no como el de otros que solo saben mirar al pasado.

¿Se equivocaron los ciudadanos al votar un Parlamento tan fragmentado?

No. Claramente no. Cada ciudadano tiene derecho a decidir individual y libremente. Su responsabilidad es individual, no colectiva. Nadie se equivoca cuando vota a quien quiere votar. Pero dicho esto, tampoco es de recibo rasgarse las vestiduras porque no se haya podido formar Gobierno. La democracia tiene sus normas y sus procedimientos. No pasa nada. Ahora los ciudadanos disponen de un nuevo periodo de reflexión en el que plantearse si van a volver a votar a los mismos o van a cambiar.

¿Volverá a pasar algo como lo vivido tras el 20-D?

Yo creo que los partidos políticos después de estas elecciones no repetirán el mismo proceso de estos últimos cuatro meses. Mostrarán más disposición a ponerse de acuerdo, si es necesario ponerse de acuerdo.

Pero todos niegan posibles apoyos a los otros…

Los apoyos no tienen por qué ser siempre votos afirmativos. Pueden ser abstenciones. Puede ser no votar en la investidura para que pueda haber Gobierno e irse después a la oposición. Los acuerdos no tienen por qué ser siempre pactos de Gobierno. Se puede pactar sin estar en el Gobierno y apoyarlo o no después desde el Parlamento. Hay muchas fórmulas que parece que aquí no se contemplan. Solo se tienen en cuenta las de todos en el Gobierno o todos enfrentados. Hay muchos grados de pacto y en esa gradación va a estar la solución después del 26 de junio.

Año y medio después de haber dejado su escaño en el Congreso de los Diputados, Alfonso Guerra (75 años), uno de los grandes protagonistas de la Transición, exvicepresidente del Gobierno (1982-1991) y actual presidente de la Fundación Pablo Iglesias, hace un repaso de la situación española actual, de cómo se ha llegado hasta ella y de cómo ve el futuro tras las próximas elecciones del 26 de junio. Su alma socialista le lleva a confiar en el PSOE y asegura que negociar no supone, en forma alguna, una rendición.

El panorama está complicado, ¿no?

La situación se ha hecho muy complicada, porque los actores políticos no han sabido interpretar lo que está pasando. Al final del siglo XX el capitalismo ha sufrido una mutación clarísima y se han dado tres fenómenos simultáneos. De dos de ellos se habla mucho y del otro no se habla nada: la globalización, la tecnologización y el último, del que se habla muy poco, el triunfo de las finanzas. El capital se invertía en fábricas y empresas. Ahora se ha decidido que eso da menos dinero que invertir en finanzas, en intercambio de acciones y activos financieros.

¿Qué tiene que ver esto con el panorama político?

Esto provoca un inmenso ejército de desempleados. Si se deja de invertir en producción no hay puestos de trabajo y eso crea un enorme malestar. Hay un empobrecimiento generalizado de las clases medias que vivían con una relativa estabilidad y que ahora, cuando pierden su puesto de trabajo y tampoco pueden pagar su vivienda por falta de ingresos, se quedan sin trabajo y sin vivienda. El malestar provocado es el mejor caldo de cultivo para los populismos, para los salvadores que prometen que van a arreglar todas las cosas.

¿Están los políticos a la altura de las circunstancias?

Hay una banalización de la política, de los políticos y de los medios de comunicación que informan de la política. La mayor trivialización se da en las televisiones, que al final contagian al resto, sin olvidar que dentro de este proceso los políticos quieren condensar sus mensajes ideológicos en 140 caracteres. ¿Cómo es posible dar una mensaje de verdad, un proyecto, en 140 caracteres?

¿Y la corrupción?

La corrupción política ha crecido de forma exponencial y hay políticos, personas de la Administración y empresarios que minan la confianza de la gente por el robo que esto supone. Si esto se contrapone con los salarios opulentos de una minoría, y por otro lado están las personas que no tienen para pagar su hipoteca y pasan auténticas dificultades para vivir dignamente, claro, la indignación va en aumento.

Ha habido una crisis económica...

Provocada por la codicia de algunos y en la que Europa se ha equivocado en la solución.

¿Por qué?

Hay cosas en la vida que son difíciles de hacer. Gobernar es difícil. Pero hay cosas que son fáciles. ¿Por qué hay que recortar prestaciones? Se puede ahorrar de otras formas. Pongamos un ejemplo: supongamos que es obligatorio reducir el gasto en 8.000 millones. ¿Por qué no retrasar dos años la construcción de una autovía o una línea de AVE sin tocar el presupuesto destinado a médicos, profesores ni a la dependencia? Se puede ahorrar sin reducir las prestaciones a quienes las necesitan. Pero siempre se recorta en lo que más afecta a los ciudadanos. No sé cuánto hay de incompetencia y cuánto hay de maldad. Pero el malestar que esto provoca está paralizando el proyecto europeo, que es imprescindible, porque si Europa no se mueve unida se va a quedar muy atrasada.

Pero la corrupción no parece pasar factura en votos…

Resulta sorprendente. En casos como el de Valencia o Madrid, donde hay tanta corrupción en el PP, llama la atención algo como por ejemplo aprovechar la visita del Papa para robar y que eso después no se traduzca en que el partido deje de ser el más votado. Alguna explicación tiene que haber.

¿Como cuál?

Lo más cercano es que hay gente que se ha beneficiado por las operaciones urbanísticas trufadas de corrupción. Personas que tenían cenagales o tierras que no servían para nada en pueblos de 2.000 habitantes donde se hacían planes para construir 60.000 viviendas, se encuentran con que aquello que no tenía casi valor económico de repente vale millones. Se dice que en la costa de Valencia y Alicante, en las bodas que se celebraban en los tiempos de la gran burbuja inmobiliaria no se gritaba ¡vivan los novios!, sino ¡vivan los planes especiales! Porque se enriquecían con ellos. Pero tiene que haber más.

¿Por ejemplo?

Hay un mecanismo por el que muchos piensan algo así como ‘estos roban, pero son más seguros’. ¿Por qué?, pues porque hay fórmulas para llevar a la mente de las personas cosas que no son verdad. Eso ocurre, por ejemplo, con las promesas del PP de bajar los impuestos. Al final, a alguien con un salario medio le bajan 25 euros, pero a los que ganan fortunas les reducen la carga fiscal en miles de euros. Pero con una buena propaganda, hecha sobre todo en televisión, la gente acaba por creérselo. Hay gente que se dedica profesionalmente, como Joseph Goebbels [ministro de propaganda de la Alemania nazi] a tratar de convencer a la gente de que la maldad que se está haciendo con ellos es positiva. Si no, ¿cómo se explica que les sigan votando? Aunque yo creo que esta vez lo van a tener más difícil. En esos lugares donde la corrupción ha sido tan brutal, será muy difícil que el Partido Popular mantenga el primer puesto.

Hablaba también usted de populismos. ¿Se refiere a Podemos?

Me refiero a muchos. A Austria, a Le Pen en Francia… En España, hablamos de Podemos y de otros. Porque resulta que Podemos era lo joven y lo nuevo y resulta que ahora llega Julio Anguita. ¿Eso era lo joven y lo nuevo? Vuelven quienes han estado unidos a causas aberrantes de la historia como el estalinismo, al maoísmo, ahora al chavismo. En realidad esta es una vieja escuela.

¿A qué se refiere?

Han intentado, y parece que lo han conseguido, reunir a 16 formaciones políticas para ver si le ganan al PSOE. El proyecto político de este grupo consiste en presentarse con 16 partidos sumados, y todo para superar al Partido Socialista. Esto viene del año 1921, de cuando el PSOE se negó a entrar en la órbita de la Internacional Comunista (la Comintern) y unos cuantos disidentes fundaban el Partido Comunista. A los socialistas se les llamaba socialtraidores y otras cosas terribles. Pues ahora es más o menos lo mismo. Cuando alguien ve a una persona joven en el Parlamento reivindicando la memoria de Puig Antic, de los muertos de Vitoria o del Proceso de Burgos y no se acuerda de Francisco Tomás y Valiente, de Ernest Lluch, de Miguel Ángel Blanco, hay que preguntarse en qué época viven. Están en la anterior a la democracia. No es un mundo este que coincida mucho con la democracia.

Hablaba usted del acercamiento de Podemos a Julio Anguita…

Las lágrimas de Iglesias Turrión abrazado a Julio Anguita muestran la esencia real del pensamiento de este grupo de profesores que creyó que podía imponer sus criterios. Hay un escritor, Enrique Krauze, que les ha calificado como “capitalistas curriculares y guerrilleros de salón”. Es una buena forma de describirlos. Pero la verdad de todo esto es que el padre de Podemos es Rajoy y el padrino, Anguita.

¿Puede explicar eso?

El gurú que tienen en el PP, Pedro Arriola, le advirtió a Rajoy de que la crisis iba a reducir mucho el número de votos del partido y que la única forma de mantenerse era intentar introducir una cuña que impidiese el ascenso del PSOE. Y esa cuña era hablar con las televisiones para dar cancha a este grupo. Ellos no pensaban que después iba a aparecer también Ciudadanos y se han desnortado un poco. La pregunta que se hacen ahora en el PP es si no se habrán pasado un poco, porque unidos todos los partidos de izquierda suman más y Ciudadanos le ha quitado más de un millón de votos.

¿Cuál es su opinión sobre el proceso que se abrió con la declinación de Mariano Rajoy a formar Gobierno?

El día que Rajoy va al palacio de la Zarzuela, el Rey le pide que forme Gobierno y le dice que no, ese mismo día tenía que haber sufrido el oprobio general de todo el país. ¿Por qué no lo sufrió? Pues porque le salvó el otro socio, le salvó Iglesias Turrión dando una rueda de prensa que fue un auténtico disparate, en la que hablaba de un Gobierno con él de vicepresidente y algunas otras cosas más. Eso eclipsó el impacto producido por la espantada de Rajoy, lo que en cualquier país constituiría algo digno de irse a casa.

¿Tenía que haber dimitido Mariano Rajoy?

¿Cómo es posible estar en política, que el jefe del Estado te encargue formar Gobierno y la respuesta sea ‘yo ni lo intento’? Esto indica, primero, un desconocimiento total de cómo funciona la democracia, una falta de responsabilidad absoluta y una vagancia que ha sido, en mi opinión, la tumba de su vida política. Y otro ejemplo: el presidente del Gobierno enviaba hace pocos días una carta a la Comisión Europea mostrando su disposición para recortar los 8.000 millones que le piden, mientras a la sociedad española le dice que no va a haber recortes, sino bajadas de impuestos. Esa gran mentira ya hubiera hecho caer al Gobierno en cualquier país europeo.

 

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Las encuestas dicen ahora que puede haber sorpasso al PSOE…

En diciembre también se hablaba de sorpasso. Incluso el CIS [Centro de Investigaciones Sociológicas] publicó, no sé con qué intención, dos sondeos en los que Podemos era el primer partido. Luego vimos lo que ocurrió en realidad. Tranquilidad, porque las encuestas se pueden maquillar. Creo que el PSOE puede recuperar terreno. Y creo que sí porque se han visto algunas cosas que si llegan a los votantes tienen que afectar al sentido del voto.

¿A qué cosas se refiere?

Rajoy sigue hablando de las dificultades que tiene en la gestión de la economía por la herencia recibida de los socialistas. Los ciudadanos deben saber, y creo que el PSOE se encargará de difundirlo, que, por ejemplo, tenemos un problema serio con las pensiones. Ahora las personas viven más años. Cuando en 1919 se estableció el retiro obrero, el precursor de las pensiones actuales, se fijó la edad de jubilación en 65 años y la esperanza de vida era de 42 años. Esto no quiere decir que esa fuera la edad media de fallecimiento, porque lo que ocurría es que morían muchos niños de corta edad y eso reducía notablemente la edad media estadística de esperanza de vida. Ahora, cuando la esperanza de vida es de 80 años, la edad de jubilación sigue prácticamente igual y hay que garantizar que los pensionistas sigan cobrando.

Pero algo se ha hecho…

A principios de este siglo se creó el Fondo de Reserva, la hucha de las pensiones, que el Gobierno de Rajoy ha dejado esquilmado. En 2011, cuando llega este presidente, la Seguridad Social tenía un déficit de 400 millones, pero ahora, cuatro años después, lo deja en 16.000 millones. Y eso se debe saber, porque están poniendo en riesgo las pensiones futuras. En la deuda pública pasa algo parecido. Llegó con un 70% del PIB, que era alta, pero la deja por encima del cien por cien. Eso hay que explicárselo a los ciudadanos para que lo tengan en cuenta a la hora de volver a votar.

¿Cree que el pacto con Ciudadanos puede perjudicar al PSOE?

No. Yo creo que no. Uno puede estar más de acuerdo con un dirigente o con otro. Pero en la vida política, en este trance de formar un Gobierno, ha habido dos dirigentes que han intentado lo que era imprescindible: llegar a un acuerdo. Después el pacto les puede gustar a algunos más o menos. Pero el valor intrínseco de haberlo logrado creo que será valorado y premiado por los votantes, en contra de la actitud beligerante de Mariano Rajoy por un lado y del grupo de Podemos por otro.

¿Está diciendo que puede el PSOE ganar las elecciones?

Puede ganarlas. Es difícil, porque ahora hay mucho reparto de votos, pero claro que puede ganarlas. La campaña influye y también la capacidad que se tenga de hacer llegar los mensajes claros. En política, las pinceladas muchas veces no se ven, lo que queda es el trazo grueso. Para que se vean las pinceladas hay que ser muy claros. No se puede estar buscando un voto por aquí y otro por allí. Hay que decir desde el principio, esta es mi creencia y decirlo con claridad, porque lo que pueda perder por un lado lo va a ganar con creces por el otro. Estar a medias tintas no vale.

¿Dónde hay medias tintas?

Todos los partidos están a medias tintas con el problema territorial de España y hay que ser claros. No se puede decir, por ejemplo, que con la reforma de la Constitución se arregla todo. No es verdad. Tampoco se puede decir que España es un mosaico de países, no es cierto. Seamos claros. Pero igual que en eso, tampoco se puede decir que firmando un pacto por la educación se arregla la educación en España, no es verdad. Luego hay que financiarla. Decir que es necesario cambiar el proceso productivo tampoco lo cambia. Hay que explicar cómo, en cuánto tiempo y con qué recursos.

Ahora vuelve a ponerse de actualidad la financiación autonómica…

Todas dicen que la financiación de las comunidades autónomas es injusta y causa agravios. Pero si todas se sienten agraviadas, ¿cuáles son las beneficiadas? Es imposible que todas estén discriminadas. Y otra cosa con la que hay que acabar es con la lluvia de leyes que se hacen en el Parlamento nacional y en otros 17 autonómicos. Hay que diseñar un proceso de codificación que aclare toda esta dispersión legislativa. Es necesario sentarse y llegar a acuerdos.

Pero no parece que corran buenos tiempos para los pactos…

Está muy difícil, porque se ha perdido la pasión por el pacto. En los años 70 y más concretamente en el 78, los partidos políticos creyeron que para salir de dos siglos de enfrentamientos en España era necesario pactar. Hay que convencerse de que llegar a acuerdos no es rendirse. Si todos ceden no hay rendición. Eso que en el 78 se veía muy claro, hoy no. Hay muchos que tienen miedo al pacto. Hay que acostumbrarse a que todos cedan para llegar a un acuerdo. Es necesario ese fomento del espíritu del 78, contra el que algunos están intentando disparar.

¿A quiénes se refiere?

Pues muchos: los nacionalistas, ahora los chavistas… Pero es que hay mucha hipocresía en la política española. Hemos visto el caso reciente de una delegada del Gobierno que, siguiendo instrucciones de más arriba, prohíbe la entrada de determinadas banderas independentistas en un campo de fútbol. Me parece de una torpeza infinita. Pero no puedo aceptar a quienes dicen que es esa delegada del Gobierno la que ha politizado el fútbol. ¡No, hombre, no! Quienes quieren llevar la bandera también lo están politizando. Hay mucha hipocresía.

¿Es Pedro Sánchez el mejor candidato del PSOE?

En estos momentos, sin duda es el mejor candidato. Es el que ha sido elegido. Debo decir, porque puedo ser poco inteligente pero no soy mentiroso, que yo no le voté en las primarias. No lo conocía, pero ahora me he dado cuenta de que ha crecido de una manera extraordinaria y le apoyo claramente. Me parece una persona que está logrando una cercanía importante con los militantes y con los electores. Creo que está haciendo un esfuerzo muy grande por plantear un proyecto político que mira al futuro y no como el de otros que solo saben mirar al pasado.

¿Se equivocaron los ciudadanos al votar un Parlamento tan fragmentado?

No. Claramente no. Cada ciudadano tiene derecho a decidir individual y libremente. Su responsabilidad es individual, no colectiva. Nadie se equivoca cuando vota a quien quiere votar. Pero dicho esto, tampoco es de recibo rasgarse las vestiduras porque no se haya podido formar Gobierno. La democracia tiene sus normas y sus procedimientos. No pasa nada. Ahora los ciudadanos disponen de un nuevo periodo de reflexión en el que plantearse si van a volver a votar a los mismos o van a cambiar.

¿Volverá a pasar algo como lo vivido tras el 20-D?

Yo creo que los partidos políticos después de estas elecciones no repetirán el mismo proceso de estos últimos cuatro meses. Mostrarán más disposición a ponerse de acuerdo, si es necesario ponerse de acuerdo.

Pero todos niegan posibles apoyos a los otros…

Los apoyos no tienen por qué ser siempre votos afirmativos. Pueden ser abstenciones. Puede ser no votar en la investidura para que pueda haber Gobierno e irse después a la oposición. Los acuerdos no tienen por qué ser siempre pactos de Gobierno. Se puede pactar sin estar en el Gobierno y apoyarlo o no después desde el Parlamento. Hay muchas fórmulas que parece que aquí no se contemplan. Solo se tienen en cuenta las de todos en el Gobierno o todos enfrentados. Hay muchos grados de pacto y en esa gradación va a estar la solución después del 26 de junio.

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