TURISMO VERSUS EXPLOTACIÓN por Ernesto Ruiz Ureta

Los diarios y los medios de comunicación no paran de informar sobre los grandes resultados económicos y de empleo habidos en esta última Semana Santa. Las mejores de los últimos años. ¡Fiesta del trabajo en hostelería! El número de parados registrados en las oficinas de los servicios públicos de empleo se situó al finalizar marzo en 4.451.939 personas, tras bajar en 60.214 desempleados respecto al mes anterior, su mayor descenso en un mes de marzo desde 2002, nos dice la Seguridad Social.

Pero estos magníficos resultados que han venido sustentados en el buen tiempo y que han sido propiciados por un mayor turismo interno y externo, esconden la tremenda explotación de los trabajadores que hay en nuestro país. Si McDonald’s, emblema de empresa competitiva basada en bajos precios y salarios, eleva el salario de sus trabajadores a 10 dólares por hora, en España, que todavía no nos hemos enterado de que la crisis acabó, queremos seguir batiendo records de desigualdad y cuanto mejor nos va más se explota a los ciudadanos menos afortunados. La hostelería es el filón de estos días de asueto y en la hostelería se dan los mayores índices de injusticia y pisoteo de las leyes laborales. Todo el mundo lo sabe pero nadie toma medidas. Es un país de avestruces.

Es más fácil hablar de que los parados se aprovechan del dinero público, pero se nos olvida que hay muchos que aceptan trabajos extenuantes para los que habría que haber llevado un plan de mantenimiento físico previo para no correr riesgos de salud y todo ¿por cuánto? ¿Por 5 euros la hora?, ¡no!, por menos de 3 euros. Es todo un éxito de la reforma laboral de 2012, más despidos, más facilidad para los expedientes de regulación de empleo en empresas con beneficio y en las administraciones públicas, menos negociación colectiva y más aumento del poder del empresario. A los trabajadores se les tienen atados de pies y manos ya que los escasos instrumentos de que disponían para forzar una negociación colectiva equilibrada sobre salarios, jornada y condiciones laborales fueron aniquilados por la reforma.

En España la jornada laboral pactada en convenio según los datos oficiales ha bajado levemente en los últimos años, pero esta disminución teórica de la jornada y el incremento de la contratación parcial y temporal (el mes de marzo pasado fue muy significativo, de los 1.444.775 contratos firmados un 89 % eran temporales y sólo un 5,68 % a jornada completa), esconden la verdadera realidad de las horas efectivas realizadas por los trabajadores. Contrataciones parciales de 5 horas se convierten en 16 o 17 horas en estas fechas. Todo está bien ya que como se van a mantener los negocios si no es explotando al trabajador, no es raro que en el año 2014 en España se censasen 465.000 millonarios lo que supuso un aumento de 89.000. Sin embargo, este sistema desigual no puede durar mucho tiempo, salvo que la gente no sea capaz de pensar y defender sus derechos. Es necesario, por tanto, “Un plan de lucha contra la explotación laboral, con una nueva regulación garantista de la contratación a tiempo parcial, que asegure la conciliación de la vida social y laboral, modificando la ley de infracciones laborales para castigar con dureza los abusos y mejorando la tarea inspectora [1].” Es necesario, además, el reconocimiento de la condición plena de ciudadano y la creación de una Renta Básica Universal para que la población no elija la única opción: la explotación y su indignidad.

No podemos juntar el hambre con las ganas de comer, no es la solución para mejorar nuestras vidas. Si se dicta una ley que facilita y abarata el despido, permite la indefensión de los trabajadores dejándolos aislados, potencia los despidos colectivos, hace caer el equilibrio del pacto entre trabajadores y empresarios del lado de éstos y mantiene una masa importante de ciudadanos sin trabajo y con necesidades vitales; el resultado vendrá dado: habrá quién sin derechos y sin pensar siquiera en su salud aceptará trabajos de dura explotación que sólo le permitirán poder financiarse unos pocos días de vida.

El contrato a tiempo parcial cuando es voluntario se acepta para compaginar la vida laboral con la vida familiar, pero está claro que el aumento de este tipo de contratos en los últimos tiempos no viene dado por la sensibilidad acerca del bienestar de los trabajadores, sino para la consecución de beneficios para las empresas. “Sólo el 6% de los ocupados que buscan otro empleo declaran preferir un empleo a tiempo parcial y más del 60% de los que trabajan a tiempo parcial declaran que lo hacen por no haber logrado un empleo a tiempo completo [2]”. El contrato parcial en muchas ocasiones no es una opción es la única opción para poder sacar la vida de la trabajadora, del trabajador y de su progenie adelante, ganar unos euros es cuestión de vida, pero es que además, para mayor vergüenza, el horario no es parcial, suele ser incluso superior al de una jornada normal. Sólo es parcial para el pago, para el abono de los salarios, ya que para el beneficio es casi una jornada doble. Además, por otra parte, no podemos obviar que el trabajo parcial es el cobijo de la economía sumergida y del trabajo no declarado que siempre va en perjuicio de la comunidad y del que no podemos culpar exclusivamente, ni principalmente, al trabajador.

Esta es la flexibilidad laboral que anhelaban nuestros políticos y nuestros empresarios. El trabajador es una mercancía excedente que en estos tiempos se puede considerar un coste a reducir drásticamente con facilidad (es la oferta y la demanda pura que defendían los clásicos). Pero el trabajador tiene que estar hecho de una materia muy maleable y resistente al esfuerzo y a la explotación. Su salario y sus derechos decrecerán inevitablemente por el aumento extensible de sus jornadas (en hostelería hasta que entren más clientes y el cuerpo aguante). Parece que no nos están mintiendo, la crisis ya ha pasado, la resurrección llegó con diana floreada y lanzamiento de salvas, pero aquellos que han aportado su trabajo sin compensación volverán otra vez al paro. Claramente esta Semana Santa ha sido muy superior a las anteriores y se equipara a la del 2007, el año en que se inició nuestra querida crisis.

No, no preguntéis quién son los ganadores y perdedores de estas fiestas religiosas. Para algunos está claro que la felicidad sólo viene de Dios, pero estos están convencidos de que antes todos debemos pasar por nuestro viacrucis. En consecuencia, los ciudadanos que financian con sus impuestos el gasto público de estos días y los trabajadores que son machacados y explotados sólo están siguiendo el camino que les llevará a la FELICIDAD.

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