INTRANSIGENCIAS Y HOMOFOBIAS , por Juan Alfredo Bellón para  EL MIRADOR DE ATARFE, del domingo 27-11-2016

Se diga lo que se diga, vivimos en uno de los paises del mundo donde más se practica la homofobia y donde el imaginario colectivo de la gran mayoría de la población masculina, femenina y neutra se instala en una escala de valores que identifica lo positivo con lo viril (estás hecho un machote) y lo negativo con la feminidad (era blando y cobarde como una nenaza).

El caso es que la virilidad pasa entre nosotros por ser la virtud fundamental de los varones y la bonomía u hombría de bien no tienen correlato femenino en nuestro vocabulario general (¿*bonfeminidad o *femenidad de bien?).

Además de ese hombrismo o machismo en general, nuestra población se caracteriza por el menosprecio cuando no el odio a la homosexualidad, entendida como una tara y enfermedad social e individual contra la que cierta medicina y psiquiatría fundamentalistas han llegado a recetar medicinas, tratamientos y hasta intervenciones quirúrgicas para hacer regresar a los enfermos a la normalidad. Y en el enjambre social del populismo y de la popularidad hispanas se da la paradoja de una gran atracción y un gran rechazo de los héroes y heroinas de condición gay, queridos y vilipendiados al mismo tiempo, aceptados en los escenarios y los platós televisivos y rechazados en la familia y en las distancias cortas.

Pues hetemé aquí que en los últimos tiempos ha ido creciendo entre nosotros no sé si la bola o el bulo informativo de que Cristiano Ronaldo, el lider indiscutido del Real Madrid, es un poquito muy gay debido a sus peinados y afeites impolutos, a que dicen que se pinta las uñas de los pies y a sus confesados gustos por el botox, el brillo facial debido al estirajamiento del cutis y el frecuentamiento equívoco de amistades masculinas de entre las que parece haber destacado la de un joven púgil marroquí de conducta social más que irregular con quien apareció retratado en poses juguetonas y promiscuas. Lo cual está produciendo el desconcierto de la afición futbolística merengue y el reproche del resto de la afición patria, profundamente machista (he ahí el caso de la reciente agresión del bético Rubén Castro a su pareja) y, por contigüidad, profundamente homófoba, racista y antiigualitaria.

Pueden ustedes suponer que, además, el madridismo, al que adornan el más acendrado españolismo centralista y el machismo carpetovetónico más recalcitrante, responde a esos ataques a la joya de sus coronas acusando a la prensa canalla proclive al catalanismo culé, de esparcir culposamente esas “falsas” informaciones para dañar la imagen del club madrileño del que, si su presidente Santiago Bernabeu levantara la cabeza, volvería a agacharla del disgusto, dada su codición de amigo y correligionario del Caudillo.

Se da además el caso del nombre de pila del presunto muchachito (Ronaldo) que le fue puesto por su padre en homenaje al entonces presidente americano Ronald Regan, que entró en la Casa Blanca formando una polvareda semejante a la del actual presidente electo Donald Trump (no era posible lo que estaban viendo nuestros ojos y el mundo corría peligro por haber caído bajísimo al elegir los votantes norteamericanos un candidato tan poco preparado y tan fundamentalista y de derechas… Y luego vino Bush padre y, tras el paréntesis de Clinton (que tampoco fue un dechado de fidelidad conyugal) descendió el perfil del candidato electo a las profundidades democráticas de Bush hijo, que nos mintió en la guerra de Irak con la ayuda de subnormales megalómanos de la categoría de José María Aznar, que ahora acaba de salir de la madriguera para recriminar a sus muchachos el maltrato a Rita Barberá. Y luego ha venido Trump, y a saber qué cipote sublimará su paternidad responsable bautizando a su retoño recién nacido igual que Walt Disney lo hizo con uno de sus personajes predilectos (Donald Duck) y luego el chiquillo será otra celebridad… y además le saldrá otro poquito gay… o marimacho, como otras celebritys que yo me sé. Y cuando sus enemigos lo o la quieran ridiculizar, pregonarán su condición sexual invertida y se la echarán en cara para que la gente los desprecie a los muy mariconazos o a las muy bolleras.

Porque en nuestra sociedad, en las coplas, en el deporte y en los toros, estas cosas son como una metáfora de la vida y así funcionan, con mucha mala leche, desde y por los siglos de los siglos, aunque algunos apestados, por su ideología o por su religión, o por el color de la piel, o por perder aceite se crezcan cuando les insultan llamándolos maricones (como el otro día Coque, el jugador atlético, en el derby madrileño) y respondan como Cristiano, sacando pecho -Sí, maricón, pero forrado de billetes y triunfando mundialmente en mi profesión aunque ello choque con la ideología del madridismo y su presidente. Que se jodan y que les den a todos esos envidiosos.

Así que andan tan revueltas las aguas del madridismo como las de la política donde Mariano Rajoy (resiste, Rita, sé fuerte) se ha atrevido a acudir al entierro de la ex acaldesa valenciana, a título personal y como presidente del PP, a pesar de la petición contraria de sus allegados, exponiéndose a las reacciones airadas de la asistencia y los familiares pero queriendo dejar claro que es gallego y persona de firmes principios, amigo de sus amigos y amigas en cualquier situación, en las duras y las maduras.

Hasta ahí podríamos llegar, carajo… Claro que sus jóvenes jabatos peperos se han pasado un pelín de la raya como ha dicho y con razón el mismo José María Aznar cuando salió en defensa de su antigua amiga. Cualquiera diría que lo que intentaban es que corriera el escalafón a costa de la descalificación de la vieja pechugona sin guardar la presunción de inocencia, no ya para con los miembros de los otros partidos rivales sino ahora, por primera vez, para con gente del nuestro propio y además tan relevante como Rita. ¿Hasta dónde podríamos llegar? Esta vez se han pasado de la raya demostrando su condición de hienas hambrientas de sangre materna y de cuervos ansiosos de sacar los ojos de sus predecesores. Estos episodios son síntomas de una descomposición más que probable del asistema que anticipa el cambio de signo de unos tiempos cercanos donde no quedarán ni huellas del pasado y donde las mujeres se atrevan a reclamar su identidad, integridad e iguialdad como lo hicieron antes de ayer en las calles de toda España

En fín, que se ha levantado la veda de carruptos y corruptas, de homófobos y maltratadores, de todo lo que se separe del más estricto cumplimiento de la ética ortodoxa y quien se mueva, no sale en la foto, como en días mucho menos intransigentes dijo e hizo Alfonso Guerra cuando aún su hermano no se había atrevido a despendolarse.

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