Según un estudio de Harvard, esa pregunta se la hace ya la mitad de los jóvenes en EEUU

Un universitario de Nueva York toma la palabra en un programa de televisión similar a ‘Tengo una pregunta para usted’. Debe responderle Nancy Pelosi, portavoz del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes y que representa al ala clásica pero más progresista de ese partido.

El chico, que se llama Trevor Hill, pregunta:

«No le pido que haga ninguna crítica radical al capitalismo, pero sí le puedo decir que la generación más joven se está desplazando hacia la izquierda en cuestiones económicas. Y la verdad es que me gusta que el partido demócrata se haya ido a la izquierda en cuestiones sociales. Como gay que soy, estoy orgulloso de ver cómo habéis luchado por nuestros derechos. Lo que me pregunto es: ¿tiene la sensación de que el Partido Demócrata puede adquirir un mensaje populista de izquierdas, de la misma manera que la ‘nueva derecha’ ha canalizado de alguna manera esa tensión desde la derecha?»

Nancy Pelosi se revuelve en el taburete y responde: «Bueno, es que somos capitalistas. Eso es así». Luego amplía su razonamiento: el capitalismo es un buen sistema de crecimiento para las sociedades, con mecanismos justos de compensación. No hay que luchar por sobrepasar el capitalismo sino por asegurarse de que los mecanismos de compensación funcionen, viene a decir.

En su pregunta, Trevor Hill ha citado un estudio reciente de la Universidad de Harvard. El 51% de los jóvenes entre 18 y 29 años ya no confía en el sistema capitalista. «No estoy hablando del 51% de los jóvenes de izquierdas, sino la mitad de todos los jóvenes», aclara Hill. Otro estudio de Pew Research en 2011 confirma la tesis: el 47% de los jóvenes menores de 30 años es crítica con el capitalismo.

En Estados Unidos, como recuerda el Washinton Post , la palabra capitalismo no solo describe un sistema económico sino un estilo de vida y básicamente aglutina mucha de la simbología de las libertades y las oportunidades individuales construidas durante la Guerra Fría contra el malvado demonio del comunismo ruso. Por tanto, un rechazo en EEUU al capitalismo cristaliza una crítica muy profunda al statu quo. Hay una brecha generacional: para los mayores, el capitalismo es el sueño americano; para muchos jóvenes, la crisis financiera. Es un cambio que está detrás por ejemplo del fenómeno Bernie Sanders, que estuvo a punto de quitar la candidatura demócrata a Hillary Clinton.

Por tanto, los jóvenes en EEUU ya se preguntan: ¿qué viene después del capitalismo?

La respuesta no es en absoluto evidente. Entre otras cosas, porque ese mismo estudio arroja datos sobre el nivel de contradicción o de redefinición de las ideologías. Aunque la mitad de los encuestados diga que el capitalismo no les gusta, solo la mitad de ellos aboga por el «socialismo». Por otro lado, solo alrededor de un tercio dice que les parece bien la intervención del Estado en la regulación de la economía, aunque el apoyo a un sustento público de la sanidad o la vivienda es mucho mayor. Un lío o una mutación en proceso que probablemente no termine encajando en ninguna de las casillas del bipartidismo ideológico, capitalismo vs. comunismo, sino en alguna criatura nueva que tampoco sea esa «tercera vía» de la que muchos socialdemócratas ya reniegan porque era solo maquillaje.

La victoria de Trump, y en realidad también la derrota de un símbolo del establishment americano como Hillary Clinton, nos acerca al «final del neoliberalismo progresista», como dice Nancy Fraser en un artículo traducido al español en Contexto. Es decir, ante el final de esa sensación que defiende Pelosi de que con ajustar los mecanismos de compensación ya vale. Si la socialdemocracia está inmovilizada y el comunismo no apela a las mayorías, en realidad la pregunta es ¿qué viene ahora como alternativa al capitalismo?

En Europa hay movimientos que tratan de redefinir la ideología que defiende a los más vulnerables contra la agresividad del libremercado. Las aproximaciones no son siempre geopolíticas ni de clase, pero acaban por abordar problemas sesgados por esos factores, además del feminismo o el medio ambiente. Hay un tejido social potente alrededor de conceptos como ‘los bienes comunes’ que en España han sido divulgados principalmente tras el 15M. Por ejemplo, en estos vídeos rodados por Zemos98 con más de cien grupos u organizaciones que tratan de «encontrar alternativas políticas, sociales y culturales al expolio neoliberal» hay pinceladas de esa aproximación moderna de una nueva izquierda que quiere trascender el capitalismo, con la paulatina politización de asuntos como el medio ambiente, las ciudades o la comida.

En Harvard están preocupados porque eso de que la mitad de la población joven rechace el capitalismo suena a gran terremoto. El director de la encuesta se entrevistó personalmente con varios jóvenes para intentar comprender mejor su respuesta. Le contaron que el capitalismo es injusto y excluye a gente que trabaja muy duro. «No es que rechacen el concepto», intentó excusarles John Della ante el Washington Post, «en realidad lo que rechazan es la manera en la que el capitalismo se practica hoy». Frank Newport, el director de otra gran empresa demoscópica, Gallup, es más sincero y menos paternalista: «Sinceramente no sé qué es lo que les pasa por la cabeza».

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