Nuestra protagonista, Elena, posee un blog sobre fitness en el cual publica de forma periódica artículos sobre entrenamientos y nutrición. También tiene cuenta en Pinterest, Instagram y Facebook que usa para publicar sus fotos y publicaciones relacionadas con los artículos del blog. Las fotos que publica tanto en el blog como en las redes sociales son suyas.

Un día, recibió una solicitud de amistad vía Facebook de un chico llamado Ángel interesado en su blog. Al igual que con muchos otros usuarios, lo aceptó para que pudiese acceder a otras publicaciones para “amigos” o suscriptores en las cuales muestra más detalles sobre técnicas, ejercicios, nutrición, etc.

Poco tiempo después, Ángel le envió un mensaje a Elena. En ese mensaje le decía que estaba desarrollando una página web de ropa deportiva, y que estaba buscando modelos para hacerles fotos con las prendas que vendía. Le contó que en las fotos de su blog se la veía muy fotogénica y aunque estaba en forma, su cuerpo no era el típico de gimnasio, sino que “tenía más curvas”, lo que le hacía una candidata estupenda para ese fin, ya que muchísimas mujeres se verían identificadas con ese cuerpo. También le explicó que como estaba comenzando, su presupuesto era limitado ya que aún no tenía ingresos, y que parte del pago sería la ropa que se probara. Si le parecía bien, le enviaría alguna ropa de prueba a su domicilio y a través de la webcam podrían contactar para ver el resultado: como le sentaba la ropa, si le resultaba cómoda, si le gustaba el diseño, etc.

A Elena le pareció una buena idea, sería una forma más de publicitarse. Además, la ropa deportiva le vendría muy bien. Por tanto, se intercambiaron correos electrónicos y cuentas de Skype para continuar con el contacto.

La semana siguiente, Elena recibió un paquete en el cual figuraba como remitente Sport&Fitnessonline, la tienda que iba a abrir Ángel. Abrió el paquete y vio una camiseta, un pantalón corto, unas mallas y un sujetador deportivo. ¡Todas las prendas tenían muy buena pinta!

Le mandó un mensaje por Facebook a Ángel para confirmarle que todo había llegado correctamente y que cuando quisiera, podrían hacer las fotos. Ángel rápidamente le contestó indicándole que avisaría al diseñador de la página web para que viera los “posados”  y los valorara.

Al día siguiente a la hora acordada, Ángel llamó a Elena por Skype y le dijo que el diseñador no podía acudir, pero que él haría las fotos.

Elena tras ponerse la ropa, se puso frente a la webcam para que Ángel la viera e hiciera las fotos. Éste le pidió que se fuera girando, agachándose y levantándose para que se apreciara lo bien que sentaba la ropa, que nada hacía arrugas, etc. A continuación, le pidió que se quitara la camiseta para mostrar el sujetador deportivo. Finalmente, le pidió hacerle alguna foto con otro sujetador que no fuera el deportivo para poder mostrar lo bien que sujetaba el pecho este último (mostrar las diferencias). A Elena le pareció buena idea, se quitó la camiseta para hacerse fotos con el deportivo, después se apartó de la webcam, se cambió de sujetador y se puso nuevamente delante de la webcam para hacer las fotos con el otro. ¡En poco más de media hora habían terminado el trabajo! Al finalizar la sesión, Ángel le dijo que le enviaría las fotos antes de mostrárselas al diseñador, para que si alguna no le parecía adecuada, borrarla.

CAptura de una videollamada con un PC

Pasada una media hora, Elena recibió un email con las fotos. Tras revisarlas detenidamente, le indicó que había unas cuantas que no la convencía, y le solicitó que las borrara. Ángel, aparentemente de acuerdo con la decisión de Elena, le dijo que las eliminaba, que no se preocupara. Aprovechó ese momento para comentar a Elena que le había encantado su forma de posar, tan natural y alegre con un cuerpo de “mujer real”, muy en forma, pero no tan delgado y musculado como el que muestran muchas blogueras modelos. Las probabilidades de que fuera ella finalmente la elegida para la campaña de su web eran muy altas.

Días más tarde, Elena recibió un correo de Ángel en el que explicaba que al diseñador le habían gustado mucho las fotos, pero que no servían porque la iluminación no era la adecuada, por tanto y  si no era molestia, tendrían que repetir la sesión de fotos.

Dos días después, Elena recibió otro paquete con ropa interior deportiva, unas mallas y una camiseta. Le extrañó mucho que esta vez las mallas y la camiseta eran blancas y muy finitas, y por el contrario, la ropa interior naranja fosforito. Parecían cómodas, pero se transparentaría todo. Tras tenerlo todo preparado para la nueva sesión de fotos, al parecer el diseñador tampoco podía estar presente con Ángel al otro lado de la pantalla, aunque supuestamente no sería un problema porque esta vez, teniendo cuidado con la iluminación y grabando en vídeo la sesión, todo estaría bajo control.

Ángel le dijo que moviera un poco la webcam ya que la luz no le permitía verla bien. Elena la movió hasta que el ángulo le pareció adecuado a Ángel. Comenzaron la sesión, y efectivamente la ropa interior se transparentaba, aunque no le dio más importancia. Le dijo que combinara la ropa interior de varias formas, y aunque a ella le pareció pesado cambiarse tantas veces, pausar y reanudar la grabación, para ganar tiempo se cambiaba en la misma habitación, aunque por supuesto, fuera del ángulo de la cámara de vídeo.

Cuando finalizaron la sesión, Elena envió el vídeo grabado a través de un servicio de intercambio de ficheros. Sin embargo, cuando iba a cerrar el equipo, se fijó que en la ventana de la webcam veía la ropa interior naranja fosforito reflejada en el espejo… en ese momento se dio cuenta de que ¡Ángel podría haberla visto cambiarse!

Elena indignada, llamó rápidamente a una amiga y se lo contó… la amiga preguntó si no le pareció sospechoso tener que mover la webcam “a gusto de Ángel” a ella le parecía muy claro, buscaba verla desde “otro ángulo”. Decidió denunciarlo.

Las investigaciones policiales determinaron la línea desde la que Ángel se conectaba a Internet, y esperaron a que éste diese nuevamente “señales de vida” para determinar si efectivamente, haría algún mal uso de las imágenes comprometidas de Elena.

Varios días después, Elena recibió un correo electrónico de Ángel en el que le instaba a quedar por Skype. Elena, que ya estaba preparada para lo que pudiese pasar, le contestó que sí, que podrían charlar ese mismo día por la tarde, y a su vez, informó a la policía de que había contactado de nuevo con ella.

Tras establecer la comunicación, Elena le preguntó por la sesión de fotos y rápidamente Ángel le explicó que lo habían estado revisado y que el resultado era bueno, pero que había varias fotos que quería “que viera”. Acto seguido, le mostró fotos de ella desnuda mientras estaba cambiándose, no eran del vídeo que ella misma había enviado, sino capturas de la webcam a través del espejo. Como ya suponía ¡Ángel había sacado fotos de ella a través del espejo!

Imagen de una fotografía con descuido incluido

A continuación, un desconocido Ángel, le dijo que quería otra sesión privada de fotos “como esas”, o publicaría esas fotos suyas en distintas redes sociales y blogs de Internet. En ese momento, Elena cortó la videoconferencia según los pasos que la policía le había indicado previamente. Lo habían grabado todo con un programa y de esta forma tendrían las pruebas suficientes para que pudiesen juzgar a Ángel por un intento de extorsión.

Esta vez, la historia tuvo el final que se merecía porque nuestra protagonista actuó de la forma correcta tras sospechar que la otra persona podría manejar fotos suyas comprometidas. Tuvo bien claro, incluso sin tener la certeza ni pruebas de que el supuesto Ángel hubiera capturado fotos íntimas, de que tenía que denunciarlo.

  1. Aportó toda la información que la policía le solicitó,
  2. ellos pudieron investigarlo,
  3. y grabar la última conversación en la cual se demostró que Ángel, sí tomó las fotos, y que intentó chantajearla para obtener más fotos de ella semi-desnuda o desnuda o publicaba las que tenía. Fue víctima de un intento de “sextorsión”.

Este tipo de conductas delictivas que se producen por la Red, suele comenzar con una fase en la que el delincuente trata de ganarse la confianza de la víctima, en la siguiente tratará de obtener algún tipo de imagen más íntima de la víctima y por último, aprovechándose de esos contenidos de carácter íntimo, amenazará a la víctima con enviar a la familia, amigos y publicar esa fotos o vídeos para tratará de obtener más imágenes comprometidas.

Para evitar este tipo de situaciones, no hagas online lo que no harías en persona. Cuando un desconocido te pida algún tipo de foto o vídeo, párate a pensar si es adecuado que personas que no conoces de nada manejen información sobre ti y se precavido ya que el contenido puede acabar publicado en cualquier sitio y en manos de cualquiera sin saber para qué fin.

https://www.osi.es/es/actualidad/historias-reales/2016/11/15/cuidado-con-las-sesiones-de-fotos

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