Vivimos tiempos de cambio, tiempos de inmensa incertidumbre en los que no sabemos hacia dónde nos vamos a encaminar. En esa líquida encrucijada, los maestros y maestras debemos ser, como siempre, una de las piezas clave en el engranaje de la sociedad democrática, dovelas centrales, garantes de la equidad y la justicia social.

SÓLIDA FORMACIÓN

No pretendo emular al maestro Francisco Mora, impagable en este artículo que debiera situarse en espacios prominentes de cada centro, ya que se trata de una pieza tan memorable que bien puede compararse a una fanfarria en la que todo el mundo se siente tocado y traspasado. Lo que pretendo es  concienciar al profesorado de su enorme importancia y mostrarles que hay ya innúmeros casos, muy fehacientes, en los que esa conciencia se ha asumido de tal manera que no hay vuelta atrás en el proceso para el cambio; cambio sereno, imparable y cimentado en el rigor de una sólida formación.

Sabemos, somos conscientes, –se evidencia desde plataformas como el Informe McKinsey o  el Libro blanco sobre la profesión docente, de José Antonio Marina y compañía, que una de las claves de la EDUCACIÓN que todos y todas queremos, el profesorado, debería pasar por un poderoso filtro en el acceso a la función docente. Si bien, mientras eso se resuelve –o no–, nos corresponde actuar a los que ya estamos dentro…

Necesitamos un profesorado con el suficiente coraje, con el suficiente empoderamiento, como para hacer red en su propio centro, como para buscar equipos virtuales estables de trabajo, si el centro no acompaña -bendito Twiter y sus claustros en cooperación on line-.  A día de hoy, una más de nuestras tareas es afrontar este horizonte y es en lo que observo que muchos están, y desde hace tiempo.  Otros aún siguen en la sempiterna protesta, a la espera de que todo cambie, menos ellos…

NO QUEREMOS

Ni necesitamos profes que se conforman con clases individualizadas y con perfiles en exclusiva competitivos; clases en las que no hay ruido, pero tampoco aprendizaje o donde éste se da de forma aislada, en función de los perfiles sociológicos que se esconden tras cada individuo

QUEREMOS

Clases en las que haya ruido productivo porque se trabaja de forma cooperativa, porque entran expertos en el aula que vienen a dejar lo mejor de sí, porque se producen interacciones feraces, porque se trabaja de forma internivelar e interdisciplinar, porque existen espacios diversos de aprendizaje, porque se trabaja en multitarea con alumnado que no sale del aula, sino con profesorado que entra en equipo a la misma, etcétera.

ADN

Lo que propongo a continuación es una secuencia de lo que bien pudiera ser el ADN de maestras y maestros a quienes me refiero en este artículo, basada, toda ella, en experiencias de acompañamiento, de formación y de convivencia con el profesorado, a saber:

Una directiva implicada en los ámbitos familiares del contexto de centro, capaz de denunciar una situación de acoso ante la Justicia, aun a sabiendas de que tienen una papeleta enormemente compleja.

Profesorado que conoce la teoría de las Inteligencias Múltiples y cambia por completo su mirada pedagógica en el aula para conceder más protagonismo a las inteligencias que el alumnado nos demuestra a diario.

Un equipo de profesionales que trasciende una situación cómoda en su centro, con un perfil de innovación realmente consolidado, para dedicarse a esparcir la semilla de una sólida formación al profesorado para un mejor desempeño en el aula.

Profesorado que en un aula no puede contener las lágrimas al comprobar la injusticia social que los pequeños tienen que arrostrar cuando viven en contextos ya perjudicados de por sí y que, sin embargo, tienen unas inmensas ganas de aprender.

Profesorado que, en dinámicas de formación en su propio centro, manifiesta sin ambages su falta de formación, su horizonte desganado de trabajo ante una realidad que apabulla y que, sin embargo, encuentra en la formación una respuesta sólida a ese horizonte de incertidumbre.

Profesionales que sacrifican sus vacaciones, ese mantra tan repetido a ojos de la sociedad, para formarse y brillar con luz propia en su desempeño docente, incrementando continuamente las herramientas de su mochila.

Profesorado que oye hablar de metodologías activas y que al día siguiente está grabando vídeos porque entienden que la Flipped Classroom es un modelo que está muy presente en el lenguaje del alumnado.

Profesorado, en fin, que entiende la educación como una forma de vida y que enferma al ver la reacción desproporcionada de todo un claustro ante una actitud disruptiva de algún alumno o alumna.

un largo y extenso etcétera que bien estoy convencido de que entre todos y todas podríamos ir completando.

MADERA DE MAESTROS

QUEREMOS

La mejor formación para ellos y ellas, nada de ocurrencias, al amparo de evidencias científicas, destacando el siempre necesario y enriquecedor aporte entre iguales, tal y como destaca John Hattie, en su meta-análisis hecho libro o en su charla TED.

NECESITAMOS

En definitiva, “cocineros/as” con personalidad, no profes  que quieren recetas para todo, sin ser protagonistas de sus propios platos; profes que no paren de olisquear qué se hace en otros fogones en los que se trabaja en condiciones similares y sobre los que hay muchísimo que aprender.

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