Algunos expertos afirman que ciertas sustancias potencialmente peligrosas pueden pasar del envase al alimento. Sin embargo, falta información acerca de los efectos y riesgos sanitarios que tiene esa “migración”. Te contamos los posibles peligros para la salud, los alimentos con mayor riesgo de migrar y los materiales más seguros.

Alimentos con mayor riesgo

La migración puede darse en cuatro situaciones:

  • Si hay contacto directo entre el alimento y el envase.
  • En el proceso de calentamiento de la comida dentro de su envase.
  • En productos ricos en grasas.
  • En la conservación prolongada del producto (contacto de larga duración).

En general, la migración es débil en los alimentos crudos o congelados, pero más acentuada en los alimentos transformados como las salsas grasas y los productos pasteurizados o esterilizados dentro del propio envase.

Los alimentos recubiertos de aceite o grasa tienen más riesgo de migración, sobre todo, de componentes plásticos. Los alimentos ácidos también pueden atacar algunos metales como el aluminio. Asimismo, los microondas no aumentan el proceso en mayor medida que otro tipo de calentamiento, porque la clave es la temperatura.

Materiales más y menos seguros

Mientras no sepamos exactamente cuáles son las sustancias más fiables, no podemos arriesgarnos a decir cuáles son los materiales más seguros. No obstante, el vidrio parece ser la mejor solución, seguido del acero inoxidable de buena calidad que no libera demasiado níquel.

Para evaluar el riesgo concreto, es necesario tener en cuenta también cuánta superficie está en contacto con el alimento y el tipo de contacto: el cartón casi nunca toca directamente el alimento pero el aceite o la grasa, a altas temperaturas, pueden llegar a disolver parte del envase. Por ello, en el microondas es más recomendable calentar el alimento en un plato de vidrio o cerámica.

¿Y el film plástico o aluminio?

Lo que sabemos hasta ahora es que el papel de aluminio no desprende una cantidad peligrosa de metal incluso con alimentos ácidos. En cuanto al plástico, hay que distinguir el polietileno del PVC plastificado. El segundo se “pega” mejor y es más fácil de utilizar, pero puede liberar grandes dosis de plastificantes en los alimentos grasos como el queso o la carne. La mayoría de los film plásticos que se venden son de polietileno. Conviene fijarse en la composición que figura en la caja.

El bisfenol en los biberones y la silicona, en tela de juicio

En 2011, por precaución, Europa prohibió el uso del bisfenol, que es disruptor endocrino, en los biberones. En España, la sustancia también está prohibida en los envases de alimentos para niños de hasta 3 años.

En cuanto a la silicona, en todos los moldes analizados en 2014, se detectaron compuestos químicos que pasan a los alimentos. Antes de usarlos por primera vez, prepara una pasta con agua, harina y aceite, hornéala y tírala. Lava los moldes en el lavavajillas con agua bien caliente.

Los envases usados son menos peligrosos

Los utensilios usados o decolorados pueden ser incluso más seguros que los nuevos. Un ejemplo: cuando el revestimiento antiadherente de una sartén se desgasta, corremos el riesgo de ingerir algunas partículas de teflón, pero como nuestro organismo no las puede absorber simplemente las eliminaremos, sin más consecuencias para la salud.  Paradójicamente, el riesgo de migración total es mayor en una sartén nueva con su capa antiadherente aún intacta.

Lo mismo ocurre con los contenedores de plástico: cuanto más se usan, menos riesgo de migración. Hoy en día, los polímeros inestables prácticamente han desaparecido de los envases, sobre todo por la problemática del bisfenol A.

Por otra parte, la limpieza de los contenedores nuevos y del material de cocina no son la solución, ya que el agua sólo elimina las sustancias que se disuelven en ella. En cambio, el uso continuado de los envases sí reduce la migración debido a que los materiales pierden poco a poco sus partículas migrantes y, con el tiempo, acaban siendo “más limpios”.

Reutiliza los envases solo para el mismo uso

No utilices envases que no sean para alimentos, ni los calientes si eran de alimentos fríos. Si se reutiliza el envase para el mismo tipo de alimentos que lo contenía, en condiciones similares y bien limpios, no existe riesgo de migración. Las botellas de agua PET también pueden usarse para vinagre o aceite. Pero hay que evitar someter los contenedores a situaciones para las que no están preparados, como por ejemplo calentar una tarrina pensada para contener helado.

¿Qué medidas se están tomando?

Podemos intentar minimizar la migración pero no evitarla totalmente. Si desconocemos qué sustancias son tóxicas, como mucho conseguiremos limitar la migración total y esperar así excluir las partículas peligrosas.

Lo ideal sería que los contenedores alimentarios estuvieran fabricados exclusivamente con materiales cuya inocuidad haya sido probada. Cuando un fabricante quiera utilizar materiales nuevos, estos deberían ser aprobados por un órgano de control como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).

Sin embargo,  la realidad es muy distinta. Por ejemplo, los compuestos individuales utilizados para producir plástico están controlados pero muchos otros que intervienen también en la fabricación no lo están de la misma forma. Además, la mayoría de las sustancias migrantes provienen de reacciones químicas que aún no se conocen y muchas, como tintas, papel, cartón o madera, siguen sin normativa. Las autoridades europeas y nacionales son conscientes de esta situación pero no disponen de los medios para solucionarlo. Si a esto añadimos la falta de colaboración de las empresas, que encima pretenden autorregularse, y la ineficacia de las campañas de control, la situación se agrava.

https://www.ocu.org/alimentacion/seguridad-alimentaria/informe/

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