Miramos la segunda vuelta de las elecciones en Francia sabiendo que no sólo su país, sino que toda Europa se juega su equilibrio

Entre los palabros que nos inundan con cierta frecuencia en la contemporaneidad líquida que vivimos, hay uno que me parece francamente acertado. El término “posverdad” es tan definitorio como aterrador y teniendo en cuenta que la “posverdad” se conoce conceptualmente como “la mentira emotiva”, es decir, que la verdad no importa tanto como apelar a las emociones al comunicar tu mensaje, uno se explica mucho más lúcidamente cómo en nuestra realidad contemporánea vivimos la disolución de las ideas bajo un sucedáneo edulcorado y naif del lema goebbeliano de “una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”.

En gran medida la política, incluso la llamada “nueva política”, o sobretodo esta, lo único que han aportado de nuevo es la inclusión en la práctica de este concepto que hace de los eslóganes televisivos, de los arquetipos de series de éxito, y de la devaluación de las ideas y de lengua un valor en sí mismo. Iba a escribir que a alguno le falta alguna lectura profunda, pero creo que sobra hasta el adjetivo, con que leyeran sería suficiente. Por ejemplo al necesario Antonio Machado cuando escribió “¿Dijiste media verdad? Dirán que mientes dos veces si dices la otra mitad”.

Antonio Machado murió con su madre al poco de cruzar la frontera de España con Francia, como si el país galo fuera un refugio de la libertad ilustrada y como si, a la vez, el hecho del obligado exilio de su país le causase una muerte fulminante. Pocas tumbas tan simbólicas como esa junto con la ausencia de tumba de Federico García Lorca frente a la decadente del Valle de los Caídos, pero por razones opuestas… Los que amamos la cultura y la estudiamos, en especial la historia del pensamiento, que es la médula de la Historia con mayúsculas, sabemos que ésta es sólo la misma partitura con variaciones.

Hoy miramos la segunda vuelta de las elecciones en Francia sabiendo que no sólo su país, sino que toda Europa se juega su equilibrio y un drástico replanteamiento de la partida ideológica de nuevo, no digamos media verdad sino la verdad entera, hacia el fascismo apenas disfrazado de Frente Nacional.

El término “posverdad” es tan definitorio como aterrador y teniendo en cuenta que se conoce conceptualmente como “la mentira emotiva”

Elegir entre Anne Marine Le Pen y Emmanuel Macron es decidir si rematamos el proyecto Europeo, si lo deconstruímos después de la astracanada desestabilizadora de Theresa May -aunque a Inglaterra siempre se le permitió el doble juego de estar dentro y fuera-, o aprendemos de los errores del pasado y del presente y caminamos juntos. Ya ni siquiera nos sorprende que el señor Mélenchon, que no en vano se abrazaba en la campaña con Pablo Iglesias Turrión, pida el voto en blanco. Es la mejor manera de apoyar a la fascista Anne Marine Le Pen bajo presuntos escrúpulos de conciencia.

Le pasa como al líder de Podemo en España que ahora se envuelve en la media verdad de la moción de censura y que votó junto al PP contra Pedro Sánchez como candidato a la Presidencia del Gobierno de España, o como Teresa Rodríguez, la lideresa podemítica andaluza votó también lo mismo que Moreno Bonilla contra la socialista Susana Díaz, entre otras concomitancias de intereses.

La construcción europea tuvo mucho que ver con la solidez de la socialdemocracia y no es casual que ésta viva horas bajas. Es cierto que hay una maquinaria de intereses económicos puesta desde hace mucho tiempo en triturar la ideología socialdemócrata pero también que los socialdemócratas se han dormido en la autocomplacencia de los servicios prestados, o lo que es lo mismo, vivir de las rentas, y el coqueteo tóxico con el neoliberalismo que no forma parte de la genética ideológica del mismo.

Frente a esto, las posverdad del miedo y la crisis ha generado un clima de desencanto que tiene mucho que ver que la sensación de falsa seguridad de los más conservadores y ultras infunden en una población machacada. Los socialistas franceses de Hollande perdieron la oportunidad de ser un contrapoder de la Alemania ultraconservadora que sometió a sus socios a humillaciones como en Grecia o Portugal, bajo el sacrosanto dogma del déficit y cuadrar las cuentas, con medidas que han destruido el tejido industrial, económico y social de estos países y no han servido para mucho. En el pecado llevan la penitencia.

Sin embargo, y los analistas de la historia lo dirán mejor que yo, la extinción de la socialdemocracia, más el crecimiento de frentes ideológicos extremistas y que se necesitan, retroalimentan y colaboran, como estamos viendo, más las torpezas y la falta de altura de miras de todos no contribuirán más que a la desaparición de derechos y libertades  que costaron muchas vidas y décadas de sacrificios y esfuerzo. Tal vez pasemos de la “Era de la posverdad”, de la “mentira emotiva”, a la imposición de la “Era de la Mentira” sin ambages. Esto puede parecer un ejercicio de pesimismo metódico y créanme que nos es así, solo soy un optimista escarmentado. Al fin y al cabo, y volviendo al sabio Juan de Mairena de Machado, “La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su Porquero”.

http://www.elplural.com/opinion/2017/05/03/francia-y-la-deconstruccion-europea

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