¿Qué son las benzodiacepinas? Usos y consecuencias

Las benzodiacepinas habitan en nuestras mesitas de noche y en nuestros bolsos. Son las pastillas para el dolor de la vida, la garantía de que no nos acechara el insomnio y de que el monstruo de la ansiedad permanecerá adormecido, al igual que el sufrimiento, mágicamente difuminado por esos fármacos prodigiosos, pero a su vez adictivos.

Decían en la excelente película “August: Osage County” que generalmente las mujeres disuelven sus problemas con pastillas, mientras que los hombres lo hacen en alcohol. En ella podíamos ver a Meryl Streep reflejando de forma magistral esa dramática realidad que supone el consumo regular y descontrolado de benzodiacepinas, alentado sobre todo por unos facultativos que ven en estos fármacos un recurso fácil, rápido y económico con el que aliviar el sufrimiento existencial de sus pacientes.

Esta película no deja de ser una muestra descarnada, pero verídica, de lo que muchos especialistas se están encontrando a día de hoy: personas adictas a una droga legal recetada por sus médicos, pacientes que necesitan cada día dosis más altas para sentirse bien o incluso ancianas que han consumido durante décadas su pequeña “pastillita” para dormir y que ven ahora su calidad de vida completamente mermada.

Hay muchas sombras en la composición de estos hipnosedantes que tienen como misión hacernos la vida más llevadera cuando aparecen dificultades, ya sea reales o imaginarias. Nadie duda de su eficacia a corto plazo, que es mucha. Sin embargo, como ya sabemos, los procesos de ansiedad o depresión pueden ser muy largos y la necesidad por encontrar alivio demasiado elevada. De ahí el riesgo, de ahí que aparezca la dependencia y una sintomatología de la que es necesario hablar.

¿Qué son las benzodiacepinas?

Es muy probable que a más de uno la palabra benzodiacepinas no le diga nada. Sin embargo, si hablamos de Orfidal, Tranxilium, Lorazepam, Lexatin, Valium o Trankimazin la cosa cambia. Una buena parte de la población las ha tomado alguna vez por un motivo determinado o tiene, seguramente, algún familiar, amigo o compañero de trabajo que los necesita a diario.

Ahora bien, pero… ¿qué son realmente la benzodicepinas?

  • Las benzodiazepinas actúan como sedantes (ralentizan las funciones del cuerpo).
  • Son, además, medicamentos psicotrópicos que actúan sobre el sistema nervioso central. Es decir, su acción no se limita solo a relajarnos o sedarnos, son anticonvulsivos, amnésicos y miorrelajantes.
  • Funcionan aumentando el efecto de una sustancia química cerebral llamada GABA (ácido butírico amino gamma).
  • El GABA es un inhibitorio cerebral que se produce en el cerebelo, en los ganglios basales y en muchas áreas de la médula espinal. Su función es relajar y reducir la actividad de las neuronas.

Como dato curioso cabe decir que la benzodiacepinas llegaron al mercado farmacéutico en los años 60 para sustituir la los barbitúricos. Desde entonces, y con el lanzamiento de la compañía farmacéutica ROCHE en 1963 del conocido Valium (diazepam), las benzodiacepinas se han convertido ya en las “drogas” de prescripción más consumidas de nuestra historia.

El consumo de psicofármacos menores, como ansiolíticos, ha crecido un 20% este año en todo el mundo.
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Usos y tipos de benzodiacepinas

Las benzodiacepinas se usan para tratar trastornos de pánico o de ansiedad generalizada, así como el insomnio, la abstinencia alcohólica, la epilepsia, los trastornos afectivos, para aliviar el dolor quirúrgico, e incluso para mediar la desintoxicación de ciertas drogas.

Asimismo, tal y como nos revelan varios estudios, como el llevado a cabo en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad San Jorge, Zaragoza (España), las benzodiacepinas se prescriben cada vez con más frecuencia en las residencias de ancianos. Un dato relevante que hace que los especialistas se pregunten si los beneficios clínicos de estos fármacos compensan a los efectos adversos de los mismos.

Por otro lado, cabe destacar una vez más que son medicamentos que solo pueden consumirse bajo prescripción médica y que si bien pueden combinarse con antidepresivos o antipsicóticos, será siempre un especialista quien los recete y controle la dosis en cada momento.

Mujer dolor cabeza

Tipos de benzodiacepinas

Las benzodiacepinas se clasifican según su vida media en nuestro organismo. Veámoslo con detalle.

Duración prolongada, entre 40 y 200 horas.

  • Clobazam.
  • Clorazepato.
  • Clordiazepóxido.
  • Diazepam.
  • Fluracepam.
  • Medacepam.
  • Pinacepam.
  • Clotiacepam.
  • Pracepam.

Duración intermedia, entre 20 y 40 horas.

  • Clonazepam
  • Bromazepam.
  • Flunitrazepam.
  • Nitracepam.

Duración corta, entre 5 y 20 horas

  • Alprazolam.
  • Lormetazepam.
  • Lorazepam.
  • Oxacepam.

Duración reducida, entre 1 y 1,5 horas

  • B-rotizolam.
  • N-fidazolain.

Efectos asociados a las benzodiacepinas

Las benzodiacepinas son eficaces. Nunca fallan, nos regalan un descanso sin interrupción, alivian ese sufrimiento desesperado tras una ruptura afectiva e incluso nos ayudan a hacer más llevaderas nuestras jornadas laborales. Sin embargo todo en esta vida tiene un precio, y casi como un dios malévolo del panteón griego, nos obliga a hacer un pacto a veces imposible. No deberemos continuar el tratamiento más allá de las 4 y 6 semanas. De lo contrario, habrá muchas posibilidades de que generemos una dependencia.

Sin embargo, la vida sigue doliendo, los problemas pesando, el insomnio visitándonos y la ansiedad devorándonos. Pedimos ayuda a nuestro médico y él, carente de más recursos y estrategias cede, dando paso a esa lenta y devastadora adicción.

Hombre frente a un cristal mirando hacia abajo

Efectos secundarios físicos comunes a la adicción de las benzodiacepinas

  • Somnolencia.
  • Mareos.
  • Confusión.
  • Falta de equilibrio (sobre todo en las personas mayores).
  • Trastornos del habla.
  • Debilidad muscular.
  • Estreñimiento.
  • Náuseas.
  • Boca seca.
  • Visión borrosa.

Efectos progresivos asociados al consumo de benzodiacepinas en nuestra memoria

Las benzodiazepinas reducen de forma notable nuestra capacidad para asentar información nueva. Aún más, el consumo prolongado de las mismas deriva en una clara rigidez de nuestros procesos cognitivos: nos cuesta concentrarnos, resolver problemas, inferir información, relacionar ideas…

Efectos paradógicos

Una “reacción paradójica a un fármaco” es la aparición de un resultado opuesto al esperado. Son muchos los pacientes, que tras llevar varios meses o incluso años tomando algún tipo de benzodiacepina, empiezan a experimentar alguno o varios de estos síntomas:

  • Aumento de la ansiedad.
  • Sentimientos de ira o enfado.
  • Agitación.
  • Sensación de melancolía.
  • Despersonalización (sensación de indiferencia de su entorno).
  • Depresión.
  • Desrealización (sensación de que su entorno no son reales).
  • Alucinaciones.
  • Pesadillas.
  • Cambios de personalidad.
  • Psicosis.
  • Inquietud.
  • Pensamientos o conductas suicidas.

Las benzodiacepinas en las personas mayores de 60 años

Los médicos de atención primaria suelen recetar benzodiacepinas de duración corta para el tratamiento del insomnio en personas mayores de 60 años. Es un procedimiento común y tiene el fin de mejorar la calidad del sueño, contribuyendo como fin último a una mejor calidad de vida. Sin embargo, son muchos los estudios que nos alertan de los diferentes riesgos asociados al consumo prolongado de estos fármacos a edades avanzadas:

  • Alteraciones cognitivas y de la memoria.
  • Aumento del riesgo de caídas y de sus consecuencias (como fracturas de cadera).
  • Mayor probabilidad de accidentes de tráfico.
  • El uso de benzodiazepinas también podría ser un marcador temprano a la hora de desarrollar demencias.

Todo ello nos lleva a una conclusión muy clara sobre la que reflexionar: la utilización injustificada a largo plazo de estos fármacos se debe considerar como un problema de salud pública.

Laura y la historia de una adicción con receta médica

Laura tiene 39 años, dos hijos de 8 y 3 años y trabaja en una empresa de publicidad. Es un buen puesto, con altas presiones, objetivos que cumplir y una firma que posicionar en el mercado. Hay días en que le es muy complicado armonizarlo todo: cumplir como madre, ser una creativa de éxito y una mujer que intenta cada día controlar el dragón de la ansiedad.

“El consumo regular de benzodiacepinas crea adicción a largo plazo, en lugar de tratar el problema o la enfermedad”
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Mujer cruzando los brazos

Hace unas semanas tuvo que ingresar en un hospital para superar un síndrome de abstinencia. Todo empezó con unos zumbidos en los oídos. No podía concentrarse en nada más, solo en esos persistentes tinnitus. Luego llegó el hormigueo en los brazos y los pies, la sensación de quemazón en la boca y esa horrible sensibilidad a la luz.

Le cambió el humor, así, sin más. Fue entonces cuando sus hijos empezaron a tenerle miedo, fue en ese instante cuando el mundo se desafinó y la vida dejó de rimar. Nada encajaba en su mente y solo sentía ganas de esconderse en un lugar pequeño donde desaparecer, difuminarse, disolverse en la nada.

Cuando se dio cuenta de su adicción a las benzodiacepinas no podía creerlo. Es muy difícil asumir que es posible desarrollar una adicción a un fármaco que nos han recetado los médicos. Sin embargo, los procesos de ansiedad y depresión son largos y el tiempo de consulta muy corto. Bajo estas circunstancias, en ocasiones, es muy complicado controlar la administración.

Laura intentó dejarlas descubriendo en poco tiempo que era imposible lograrlo, porque los efectos son devastadores. La vida no es un camino en línea recta, sino una cuesta arriba  larga y zigzagueante, y de ahí que a veces se necesite la ayuda de esa pastillita que colocamos debajo de la lengua. Las pastillas que alivian, que calman y que amodorran. Sin embargo, la adicción a las benzodiacepinas es similar a la de la heroína, y en ocasiones no cabe otra opción más que la de acudir a algún centro de tratamientos avanzados para la adicción.

Bote con pastillas representando la adicción a las benzodiacepinas

Un recurso tan fácil como peligroso, tan barato al principio como costoso después

No podemos poner todo el foco de la responsabilidad en nuestros médicos. La organización, el sistema y las políticas que articulan nuestros entornos no facilitan esa atención personalizada donde poder afinar mucho mejor el diagnóstico y el tratamiento. Asimismo, factores como el desempleo, la mala calidad del empleo, la crisis, la pobreza, el sentimiento de soledad o la mala gestión de nuestras emociones acentúan muchas veces esos vacíos donde los fármacos actúan como auxiliadores, como disipadores de penas y procuradores del buen descanso.

Para concluir, indicar que las benzodiacepinas son eficaces a corto plazo. Más allá de esa frontera, donde la química actúa como sedante, se abre la necesidad de integrar otras estrategias, otros enfoques con los que desenredar el nudo de nuestras vidas mediante la psicoterapia, la voluntad personal y el apoyo auténtico, sensible y empático de nuestro entorno social. En nuestras manos está conseguirlo, más allá del efecto de cualquier pastilla.

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