SEPTIEMBRE Y VUELTA A EMPEZAR  por Juan Alfredo Bellón para  EL MIRADOR DE ATARFE del domingo 01-09-2017

Nunca dudé de que nuestros ciclos anuales comenzaran en lo esencial en septiembre porque así coinciden con el año agrícola y con el escolar, incluso con el meteorológico, cuando los excesos estivales de agosto han dejado ya la atmósfera y la tierra tan harta de exageraciones caloríficas que casi no cabe más que la vuelta a la sobriedad septembrina tanto en lo climático como en lo pluviométrico y en lo político como en lo institucional.

También en lo cibernético, septiembre es el mes del reseteo, de los reintentos y de las segundas oportunidades y, por eso, de las rectificaciones. Por último, en lo sentimental, es el tiempo de las rupturas postestivales que siguen al calor ciego de las calenturas veraniegas, aunque había una canción italiana de los sesenta que se atrevía a decir que cuando llegue septiembre / todo será maravilloso.

Y no es que yo diga lo uno o lo otro sobre la conveniencia o inconveniencia de este mes sino que me limito a señalar lo que tiene de més crítico y de cambio de ritmo en el devenir de nuestra percepción del mundo y del tiempo.

Este año, por si fuera poco, septiembre sigue siendo otro mes de la sequía y es el comienzo de la voladura controlada de la identidad territorial de España desde Cataluña lo que puede implicar la ruptura de la Liga del Fútbol Profesional española y del armazón sentimental que ello implica en la jerarquía de valores y en la conciencia colectiva del ocio de muchos españoles quienes no suelen cambiar de equipo hasta la muerte, como reza el himno del Sevilla.

El caso es que a mitad de esta cuarta semana de septiembre ya se nos han desatado los idus de marzo y nos ha explotado Cataluña en mil pedazos al son de las trompetas de Jericó sopladas y tañidas por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado Español confiscando las partidas de objetos necesarios para la consulta prevista en el Procés y deteniendo a los protagonistas de segunda fila de esta ópera bufa secesionista tan pacífica como pertinaz y más pesada que una pava en un pepino a la que sin embargo se puede exorcizar con un simple fandango de Huelva cantado a capela por un sencillo guardia civil aborigen. Así son las cosas de este procés: breves pero ciertas, no hay quien las entienda por sí solas si no las relaciona con las demás y así se logra entender las cuitas de la sardana solo a partir del compás de un simple fandango.

Y así entramos en el mes de octubre, que es el de la verdad verdadera y ya no hay vuelta atrás porque la suerte estará echada y no valdrá, como en el brexit, lamentarse después de alcanzado, cuando ya ni Gibraltar se salva de la quema (Rajoy dixit).

Y luego vendrá Trump llamándonos tontos por invitación oficial precedida de explicación sui géneris de María Dolores de Cospedal, que se enrolla como nadie hablando en público en una avanzadilla aclaratoria para allanarle  el camino al paquidermo, como si lo bien dicho permitiera a los tontos entender mejor la complejidad de lo enunciado; por eso yo, que ya me estoy viniendo abajo por viejo en eso de las entendederas, prefiero no escucharla y solo oírla como quien oye  llover (ojalá) ahora que la suerte ya está echada:  hagan juego, señoras y señores, alia iacta est. Mañana será otro día y verá el tuerto los espárragos tras pasar, si es que pasa, por encima de nuestro cadáver de andaluces, levantaos, pedid tierra y libertad, / sean por Andalucía libres / España y la Humanidad porque, como dicen en Motril y en Maracena,  dos pueblos granaínos donde andan todo el día con la polla en la boca:

-Aquí trabajamos como pollas y no ganamos ni pa pollas, así que pa pollas, pollas. ¿Me he explicao bien ni pollas?

Y luego van y aseguran estos forasteros (¡serán cipotes!) que no sabemos hablar ni se nos entiende una p…apa de lo que decimos.

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