Resistencia a los antibióticos: 10 cosas que deberías saber

Se calcula que unos 25.000 pacientes fallecen cada año en la Unión Europea debido a infecciones causadas por bacterias resistentes a los antibióticos. Con frecuencia a las personas se nos dice que no abusemos de los antibióticos, pero ¿sabías que los animales tampoco deberían hacerlo?

Además de los antibióticos que consumimos los humanos para tratar nuestras enfermedades, los antibióticos llegan a nosotros por otras vías, por ejemplo, a través de los alimentos que consumimos. El abuso de los antibióticos en animales cuya carne o derivados consumimos es un grave problema de salud pública. En la Unión Europea, el consumo de antibióticos es mayor en los animales productores de alimentos que en los humanos, y España tiene el dudoso honor de ser el líder en uso de antibióticos en animales.

Con el objetivo de mejorar las condiciones higiénicas en las granjas, prohibir el uso preventivo de antibióticos en animales de granja de forma rutinaria y reducir las condiciones estresantes a los que están sometidos, nos sumamos a la campaña europea puesta en marcha por el BEUC, para exigir a los Ministerios de Sanidad y Agricultura de toda la Unión Europea un uso más responsable de los antibióticos en los animales destinados a la producción de alimentos.

De forma rutinaria, incluso cuando están sanos, los animales de granja reciben tratamiento antibiótico para prevenir enfermedades que surgen en condiciones de hacinamiento o de higiene insuficiente. Este uso, inadecuado y excesivo, potencia la generación de resistencias. Las bacterias que se encuentran en pollos y cerdos son con frecuencia resistentes a uno o varios antibióticos. El 70% de las bacterias de Campylobacter que se encuentran en la carne de pollo son resistentes a un antibiótico muy empleado para tratar infecciones en personas.
Cuando se habla de resistencia a los antibióticos, muchos asumen que son las personas o los animales los que desarrollan esa resistencia. Sin embargo, las que se vuelven resistentes a los antibióticos son las bacterias que causan las enfermedades. Estas bacterias resistentes pueden infectar tanto personas como animales, y las infecciones a las que dan lugar son más difíciles de tratar que las causadas por bacterias no resistentes.
Las bacterias resistentes pueden pasar desde la granja a las personas de diferentes maneras: comer carne poco cocinada es una de ellas. Otras formas de transmisión incluyen el contacto con animales de granja vivos portadores de las bacterias resistentes, consumir productos cultivados en terrenos fertilizados con estiércol procedente de animales infectados o regados con agua contaminada con sus excrementos.
Incluir de forma habitual en la alimentación de ganado vacuno, cerdos y pollos dosis bajas de antibióticos acelera su crecimiento y hace la producción de carne animal más rentable. Sin embargo, incrementa el riesgo de resistencias, al exponer a las bacterias a dosis de antibióticos que no son mortales para ellas. A diferencia de otros países, como Estados Unidos o China, la Unión Europea prohibió esta práctica en 2006. No obstante, es preciso que haya inspecciones más estrictas que garanticen que esta prohibición se está respetando.
En aquellos países (especialmente del norte de Europa) en los que los gobiernos han tomado medidas para reducir el uso de antibióticos en las granjas se observa una disminución de los niveles de resistencia a los antibióticos, que de nuevo vuelven a ser efectivos. Sin embargo, algunos países de la Unión Europea se están quedando atrás en la lucha contra la resistencia a los antibióticos generada en la producción animal. Por ejemplo, en el año 2014, la venta de antibióticos para producción animal fue 36 veces superior en España que en Suecia.
Las resistencias a los antibióticos están alcanzando niveles muy altos en todas las regiones del mundo. Las bacterias, resistentes o no, no conocen fronteras y se mueven entre países, especies animales, comida, etc. Combatir las resistencias a los antibióticos exige una acción conjunta en todos los niveles, desde las personas individuales, a los responsables de las políticas en Europa y el mundo, pasando por el sector agrícola.
Cuando cocines, asegúrate de lavarte siempre las manos después de manipular carne cruda, sobre todo antes de tocar comida lista para tomar. Lava también cualquier utensilio de cocina, como tablas de cortar, platos, etc., después de cada uso. Cocinar completamente la carne. El calor destruye las bacterias, incluso las resistentes.

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