«¿Qué más tiene que pasar para que lo llamen violación?»

Tras la lectura de la sentencia del juicio contra La Manada, formada por cinco jóvenes acusados de violar a una chica de 18 años durante los Sanfermines de 2016, analizamos las claves del texto con una experta en comunicación de género.

La sentencia de La Manada deja claro varios aspectos, según explica Ana I. Bernal-Triviño, profesora de Comunicación Experta en Género en la Universitat Oberta de Catalunya.

Por un lado, manifiesta que «el hecho de que te rodeen cinco tipos en un portal y te penetren por todos los agujeros de tu cuerpo» no se considera una violación sino un abuso, lo que deja entrever, según revela la experta, que en la justicia española falta formación de género y también formación sobre psicología y comportamiento humano. «No se ha querido entender cómo reacciona una víctima cuando se siente intimidada por cinco adultos, de tamaño físico superior a ella, que comienzan a desnudarle, le quitan el móvil para que no pueda pedir ayuda y le penetran por cada agujero de su cuerpo mientras ella se encuentra en estado de shock».

Esta sentencia da a enteder además, según la experta en comunicación de género, que el hecho de que la víctima entre en pánico o en estado de shock y no oponga resistencia ante esa vejaciones conlleva un consentimiento por su parte. «Cualquier experto en psicología que ha tratado a víctimas de violencia de género y maltrato te dirá que ante una agresión de esas características la víctima entra en tal estado de shock que es incapaz siquiera de pronunciar una sola palabra», argumenta.

«¿Qué más tienen que hacer a una mujer para que se considere una violación?», se pregunta Ana Isabel Bernal, quien habla también de que este texto judicial implica el fortalecimiento de los estereotipos machistas en torno a lo que debe o no debe hacer la víctima. Así, recuerda que durante el juicio se llegó a cuestionar no solo el día a día de la víctima tras la agresión sino también aspectos como la ropa que llevaba o su forma de sentarse durante el juicio. «Esos machistas que a menudo critican el el victimismo exigían entonces que la víctima cumpliera su papel de víctima, entrando en un estado de depresión y aislamiento. Algo que, por cierto, va totalmente en contra de lo aconsejado por los psicólogos cuando has sufrido un trauma de estas características», señala.

Si te sometes, no lo consideran violación. Si te resistes, puedes acabar muerta»

Sobre el papel de la defensa la experta explica que se basó en sembrar dudas sobre el testimonio de la víctima y convencer al juez y a la opinión pública de que una persona ha de convertirse en una santa tras sufrir una violación y que no debe salir de casa ni tampoco rehacer tu vida. Además, sobre lo que la víctima vivió durante las vejaciones llegó a acusarle de un comportamiento que en otros delitos ni siquiera se contempla. «¿Acaso alguien te hace responsable de un robo cuando te atracan y no opones resistencia?», se pregunta. El mensaje es claro y grave: «Si te sometes, no será considerado una violación. Si te resistes, puedes acabar muerta».

También incide en una idea perversa que figuró en el argumentario de uno de los abogados de los agresores. «-Son buenos chicos, buenos vecinos, buenos amigos-, decía. Y yo digo que las cárceles también están llenas de buenos chicos», explica Bernal-Triviño.

Pero el mensaje más preocupante que se da a la juventud es que esta sentencia fomenta la cultura de la violación, blanqueando el papel del agresor y dando parte de la responsabilidad de la agresión a la víctima. «Esta sentencia nos revela que las penas no son duras para estos casos. Violar sale muy barato. Y me revuelvo al pensar que si este caso no hubiera sido tan mediático es posible que los agresores se fueran con penas aún menos duras», concluye.

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