Hagan lo que hagan los gobiernos socialistas, el PP en la oposición siempre incendia a los ciudadanos con tres ideas: nos quitan el trabajo, encarecen y colapsan los servicios sociales y la sanidad y disparan la inseguridad ciudadana

Justo a la vez en la agenda política y social está abierto el debate de las pensiones, que pasa entre otras medidas por incorporar inmigrantes al mercado de trabajo. El FMI considera que España va a necesitar 5,5 millones de inmigrantes de aquí al 2050 si quiere sostener su sistema público. Entre 2004 y 2008, los años de oro, 1,7 millones de inmigrantes fueron incorporados al mercado laboral español. Aunque hay otra forma de decirlo: 1,7 millones de trabajadores de otras nacionalidades ayudaron a la prosperidad de España. El problema es que, pese a lo que le gustaría a algunos, los inmigrantes no pueden ser devueltos a sus países cuando la economía cae y aumenta el paro. Ni siquiera es un tema legal, que las leyes se cambian. Es un asunto ético.

Obviamente hay que atacar este tema desde la responsabilidad. Pero hagan lo que hagan los gobiernos socialistas, el PP en la oposición siempre incendia a los ciudadanos con tres ideas: nos quitan el trabajo, encarecen y colapsan los servicios sociales y la sanidad y disparan la inseguridad ciudadana. El propio Zapatero reguló el acceso de inmigrantes de acuerdo con los agentes sociales cuando fue preciso. Porque, en realidad, sólo hay dos formas de gestionar este fenómeno de nuestro tiempo: desde el sentido común y sin renunciar a los valores o con inyecciones de haloperidol.

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