El sol mejora nuestro estado de ánimo y es necesario para que nuestro organismo sintetice la vitamina D, que ayuda al organismo a absorber el calcio. Pero siempre hay que tomarlo con protección para evitar el cáncer de piel y otras lesiones, además del envejecimiento

También la vitamina D influye así en la salud ósea y de los dientes, pero también lo hace en el buen funcionamiento de los músculos, de los nervios y del sistema inmune. Sin embargo, una breve exposición al sol es suficiente para obtener la cantidad necesaria.

“Un poco de sol es bueno, pero siempre con moderación”, destaca Julián Conejo-Mir, presidente de honor de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).

“Exponer al sol durante cinco minutos a la semana los brazos, las piernas, la cara, etc., es esencial para fabricar vitamina D y evitar así las infecciones, el cáncer de pulmón, de próstata o de mama”, añade el dermatólogo.

Es importante ser prudentes con el sol pues, aunque en pequeñas cantidades es beneficioso, su exceso puede producir graves daños.

De hecho, la exposición excesiva a la radiación ultravioleta es la causa ambiental más común de todos los tipos de cáncer de piel, señalan los expertos de Euromelanoma, una campaña de prevención del cáncer de piel dirigida por una red de dermatólogos europeos.

“El daño que producen los rayos ultravioleta sobre el ADN y los tejidos es proporcional al tiempo y a la intensidad con la que alcanzan la piel y es diferente según el tipo de piel de la persona que los recibe. En el mejor de los casos, la exposición excesiva acumulada es la causante de la aparición de arrugas y del envejecimiento de la piel. En el peor de los casos, es la responsable de la aparición del cáncer de piel”, apuntan.

En este sentido subrayan que el daño que el sol causa en la piel es para siempre. “Las quemaduras solares desaparecen pero los cambios que han producido en la piel permanecen, aunque no necesariamente de forma visible. Cada periodo posterior de exposición excesiva añade más daño al sistema inmunitario local y al material genético de la piel”, manifiestan.

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EFE/Andy Rain

Del mismo modo, el doctor Conejo-Mir explica que el sol “emite una radiación electromagnética que, cuando llega a nuestra piel, produce mutaciones en el ADN. Esas mutaciones, en principio, pueden ser anuladas por nuestro organismo”.

No obstante, el dermatólogo destaca que el problema es que “esa cremallera suba y baje tanto que pueda atascarse. Es entonces cuando la proteína P53 muta y no funciona, dando lugar a la aparición del cáncer de piel”.

El efecto acumulativo de los daños

“Nuestra inadecuada exposición al sol y nuestro comportamiento de protección solar provocan daños que tienen un efecto acumulativo y duradero en nuestra piel”, advierte, asimismo,  el doctor Agustín Buendía Eisman.

Este dermatólogo indica que las exposiciones solares moderadas son necesarias y beneficiosas. Por ello, afirma que el sol “es un gran amigo, pero si no pactamos con él puede convertirse en el peor enemigo”.

Para el doctor Buendía, la mejor manera de pactar con el sol es tomarlo con sentido común, “evitando las quemaduras y las exposiciones solares excesivas y crónicas”.

Para disfrutar del sol sin poner en riesgo la salud de la piel es necesario evitarlo durante las horas centrales del día, es decir, entre las 12.00 del mediodía y las 16.00 de la tarde. Asimismo, es imprescindible el uso de crema solar. Los dermatólogos aconsejan aplicarla al menos unos 15 o 20 minutos antes de exponerse al astro rey.

Fotoprotectores contra el sol

Además, hay que utilizar el fotoprotector de manera generosa. “La dosis recomendada es de dos miligramos por centímetro cuadrado pero, como regla práctica, se aconseja aplicar una cantidad que sea suficiente para cubrir de forma homogénea toda la superficie expuesta. Hay que repetir la aplicación cada dos horas, después de meterse en el agua, de practicar ejercicio o si se ha sudado mucho”, precisan los especialistas de la AEDV.

A la hora de elegir el fotoprotector, estos dermatólogos apuestan por un producto en cuya etiqueta se verifique que es de amplio espectro, es decir, que filtre tanto los rayos UVB como los UVA.

Respecto al factor de protección solar del producto (FPS o SPF, por sus siglas en inglés), indican que debe aparecer en la cara principal del envase.

protección solar
EPA/KOEN SUYK

Los expertos de la AEDV aclaran que una crema con FPS 30 puede absorber más del 92% de la radiación UVB y una con FPS 50, hasta un 97%.

Cuanto más alto es el factor de protección solar, el producto protege del sol durante más tiempo.

No obstante, “hay que tener cuidado con aquellos que indican un FPS mayor que 50, pues la diferencia real en cuanto a protección suele ser insignificante”, advierten.

En este sentido, explican que el FPS es una estimación del tiempo que necesita la piel para producir una quemadura. Así, si una persona puede exponerse al sol 10 minutos sin tener una quemadura, un FPS 15 utilizado correctamente la protegerá del sol durante 150 minutos (10×15).

Como las cremas solares, la ropa  también es muy importante cuando vamos a salir al sol.

De hecho, los dermatólogos aconsejan utilizar gorras, sombreros, camisetas y otras prendas textiles como protección frente a la luz solar intensa.

El dermatólogo Norberto López señala que la ropa que más protege son las camisetas deportivas, los polos y las camisas 100% algodón.

El especialista comenta que la ropa de lino, si bien es más fresca, ofrece menos protección frente a los rayos ultravioleta, lo mismo que ocurre con los tejidos con poliéster.

También es importante prestar atención a los colores de la ropa pues, según indica el facultativo, “los rojos y azules son los que más protegen frente al sol”.

“No obstante con cada ciclo de 50 lavados se pierde aproximadamente el 15% del índice de protección ultravioleta, así que ya hay un buen motivo para renovar el armario”, concluye.

FOTO: EFE/ Omer Messinger

Sol sí, pero con protección

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