Los datos mortales de la violencia machista ofrecen unas cifras que deben alarmar a la sociedad, que deben alarmarnos a todos: el tanto por ciento de victimas mortales de la violencia machista que no habían denunciado. Por ejemplo, de las 33 mujeres asesinadas en 2018 hasta esta fecha no habían presentado denuncia 23.

Se insiste una y otra vez en la denuncia como el paso importante para encontrar la salida hacia la libertad y la dignidad. Se insiste en que el entorno de la mujer víctima de violencia de genero de un paso hacia adelante y presente la denuncia. También los organismos oficiales. Sin embargo… ¿Por qué ese tanto por ciento mayoritario de mujeres asesinadas que no denunciaron?

Conocer ese porqué puede ayudarnos a comprender el silencio de la mujer. Quizás de ese modo familiares, amigos y profesionales cercanos a la mujer puedan mejor ayudarlas en la toma de una decisión clave para su protección y su salida hacia la dignidad y la libertad. Y no olvidemos que en muchas ocasiones, ¡siempre demasiadas!- los hijos sufren la violencia asesina dirigida hacia la mujer.

La realidad de la mujer maltratada. La doble identidad.

En el año 2009 el Justicia de Aragón publicó un informe sobre el maltrato a la mujer, informe dirigido por Juan Antonio Cobo, Director del Instituto de Medicina Legal de Aragón.

En dicho informe destacamos el capitulo dedicado a explicar algunas causas por las que la mujer maltratada (especialmente quien tiene hijos) no denuncia: la realidad de la mujer maltratada.

Estamos ante una descripción acertada de la mujer maltratada (“La realidad de la mujer maltratada”). Considero que lo que Juan Antonio Cobo describe, explica por qué la mujer, aun siendo víctima de maltrato, no presenta denuncia.

A continuación, reproducimos algunos párrafos de este informe, del cual recomendamos su lectura integra.

  • “Cuando una persona, mujer u hombre, establece una relación familiar, se recrea su realidad. A partir de ese momento se genera una lucha continuada entre el interés del individuo, y el interés de esa nueva unidad doméstica que se ha creado. En esta dualidad de conciencia aparece una especialización histórica, en la que el sexo masculino adopta un papel de función externa de manutención de la familia, y el sexo femenino tiene adscrito y asume un papel de función interna doméstica y de responsabilidad en el mantenimiento de ese vínculo”
  • “Durante toda la historia de la Humanidad, con algunos periodos de tiempo y en algunos lugares de excepción, la mujer aparece unida a la conservación de la estructura de funcionamiento doméstico básico. No es que se busque las razones últimas de esta realidad ni la conveniencia o no de las mismas, pero sí la constatación de esa realidad actual mayoritaria de que la mujer no solo es la encargada y la garante de ese funcionamiento nuclear de mantenimiento de la unidad doméstica, sino que además asume ese papel de referencia y responsabilidad en solitario”.
  • “A pesar de esta evolución de reconstrucción de las responsabilidades del hombre y de la mujer en la relación doméstica, la realidad cotidiana es que se sigue manteniendo el papel exclusivo y excluyente de la mujer como garante y responsable de la familia”.
  • “La mujer pareja/madre posee una identidad como individuo, y otra identidad como garante y responsable última de los miembros de la familia y de la propia estabilidad familiar. Esta misma mujer, partida en dos identidades como mujer, y como pareja y madre, es capaz de desarrollar su identidad como individuo en toda su plenitud cuando no se mueve en el terreno doméstico. Pero, cuando su decisión afecta a la unidad doméstica, la tendencia es la de disminuir la identidad como individuo, posponiendo cualquier interés personal al interés que presume de protección doméstica. Las víctimas de la violencia de género viven una realidad terrible en la que no saben qué hacer, no saben qué camino tomar, o que meta perseguir”.
  • “La mujer sumergida en una historia de violencia doméstica cronificada y que debe tomar decisiones está en una situación similar a la que podría estar, cuando en la Edad Media, y como ejecución de algunas sentencias, se situaba a una persona en el centro de la Plaza Mayor, y se ataban animales de tiro a cada una de sus extremidades para desmembrarlas”.
  • “En una de sus muñecas atamos un pequeño potro que, con sus pequeños tirones discontinuos y en diferentes direcciones, simboliza el interés de la víctima. EFECTO POTRILLO que con escasa fuerza y consistencia parece que le quiere decir que busque una solución para ella, que de respuesta a su grave problema personal”.
  • “La otra muñeca la ligamos a un pura sangre que, con su gran fuerza y difícil doma, simboliza el interés de sus hijos. EFECTO CABALLO PURA SANGRE que en momentos determinados es de enorme fuerza y en un sentido y que poco tiempo después puede convertirse en una fuerza similar pero en dirección contraria a la anterior”.
  • “Pero no solamente son dos los puntos de tracción. A medida que vas oyendo a esas víctimas compruebas que en un tobillo podemos notar que tiene atado a un percherón que, con terquedad y fuerza mantenida, retrata la historia de la víctima, de sus recuerdos, de su protección a la persona que le maltrata, y de su propia vulnerabilidad. Hemos llamado EFECTO PERCHERÓN a esta fuerza que la mantiene en la perseverancia en sacrificarse, en el silencio necesario para que nada cambie, en un silencio que incluso le impide contarlo a sus allegados, y mucho menos a convertirlo en algo público a través de una denuncia.”
  • “Y, finalmente, cuando detectan el efecto de la Administración de Justicia en ese núcleo familiar necesitado de decisiones a medida, de trabajo de estudio previo a los juicios rápidos convertidos en juicios coléricos en aras de una eficacia rápida pero ciega, descubriremos atado al otro tobillo un tractor que, con su lentitud pero con una enorme fuerza de arrastre, representa la Sociedad y fundamentalmente la Administración de Justicia cuando se pone en funcionamiento. Ese arrastre hace desaparecer la capacidad de control que la víctima desea tener sobre su vida para considerarla incapaz para tomar decisiones, y generaliza una respuesta similar para todos los casos como respuesta a la enorme diversidad de problemas que el complejo mundo de la violencia de género esconde detrás de ese aspecto externo igualitario de la agresión y del maltrato”.

Las víctimas de la violencia de género convierten la realidad en un espejismo para “creer” en otra realidad y para “crear” otra realidad”

  • “La identidad de pareja/madre, mayoritariamente unida al sexo femenino de garante única del funcionamiento familiar, provocará que la mujer sufra la tiranía auto impuesta de sacrificarse como individuo en aras de la familia y de todos y cada uno de los miembros de la misma, incluido su agresor. Muchas de estas rupturas domésticas son asumidas como fracasos por la víctima mujer que había asumido esa responsabilidad, y, también, en muchas de esas rupturas, notamos la enorme carga de culpabilidad que esa víctima mujer padece cuando su interés ha llevado a esa ruptura, sobre el interés del grupo doméstico que le exigía continuar. La mujer víctima inmersa en un ambiente doméstico violento se caracteriza por una ambivalencia dramática frente al hombre agresor y con respecto a las decisiones que debe tomar. No sabe qué es lo que debe hacer. Cualquiera de las decisiones que tome, provocará un intenso sufrimiento para ella y para las personas a las que quiere, en muchas ocasiones incluso para la persona que la maltrata. Cada uno de los pasos que decida dar, supondrá una quiebra de su línea vital. Todas las decisiones son malas para la víctima.
  • “Las víctimas no saben qué es lo que deben hacer porque todas las decisiones aparecen como malas ya que, como hemos dicho, cuando su decisión afecta a la unidad doméstica, la tendencia es la de disminuir la identidad como individuo hasta niveles insospechados, posponiendo cualquier interés personal al interés que presume de protección doméstica. Las mujeres -pareja/madre- inmersas en una familia rota por la violencia, por el clima violento, deben sacrificarse. Para soportarlo, la mujer “recrea” su realidad, la sustituye por un espejismo y convierte su expectativa en una imagen real mediante un proceso de retribución que busca la coherencia con el papel de pasividad y aceptación que ha decidido asumir en esa ruptura de su realidad. Las víctimas de la violencia de género convierten la realidad en un espejismo para “creer” en otra realidad y para “crear” otra realidad”.
  • “Y gracias a ese proceso de retribución, la víctima puede llegar a tolerar esa terrible realidad en la que vive porque tiene esperanza en cambiar las cosas, en cambiar a las personas, en conseguir ese objetivo imaginado del espejismo soñado. Y tras esta creación de una nueva realidad aparece la tolerancia”. Llamamos tolerancia frente a la agresión al complejo mecanismo de respuesta que lleva a la víctima a una compleja conducta adaptativa que se caracteriza por minimizar la importancia de lo sucedido, buscando explicaciones, justificaciones y/o excusas con un objetivo aparente que es mantener oculto lo sucedido, ya que su exteriorización provocaría unas consecuencias que la víctima considera de mayor gravedad que lo que ella, como individuo, debe asumir”
  • Efectos de la tolerancia: “Perpetuar la violencia o Disminuir la conciencia de riesgo o la consiguiente disminución de la autoprotección. E inevitablemente, el silencio. Y para seguir manteniendo ese silencio, la imposibilidad de buscar protección en el entorno inmediato ni en la respuesta social”
  • Y como persiste en la mujer la ambivalencia…cambios y retrocesos en las decisiones tomadas. Unos cambios o retrocesos en base a: “Ya no lo volverá a hacer. Lo sucedido no tiene tanta importancia, es normal y le pasa a muchas otras familias. Ha llegado al límite, ya no puede hacer otra cosa más grave. Tengo que hacerlo por mis hijos. No tengo riesgo porque nunca me ha agredido. No tiene energía ni fuerza para matarme. No es capaz de matar ni a una mosca”.
  • Una lucha interna en la mujer maltratada, una “realidad imaginada” que genera silencio: “La necesidad de preservar la unidad doméstica, asumida íntegramente por la mujer pareja/madre, le exige mantener en silencio el mal funcionamiento familiar, ocultarlo, disimular incluso las agresiones que sufre”.
  • Asimismo, disminuye la conciencia del riesgo, “Y finalmente, genera desprotección porque no se quiere tener la conciencia de riesgo real, porque se necesita considerar como normal lo que no es normal. Se quiere proteger ocultando y silenciando la realidad y no protegiendo realmente.”
  • “Estos porcentajes de “silencio”, muertes homicidas que no tienen antecedentes de denuncias, ni siquiera de carácter auto protector, puede tener muchas lecturas, pero si pensamos los casos en que además de la pareja hay hijos que han sido lesionados o muertos, o el homicidio se ha realizado en presencia de hijos, podremos entrever que estas personas fallecidas quizás no habían adoptado medidas de autoprotección porque les resultaba imprevisible.”
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