Tu nombre y apellido, dirección, teléfono, DNI, email, foto e incluso tu voz, son datos personales a través de los cuales puedes ser identificado. ¿Te has parado a pensar cuántos datos personales facilitas al registrarte en una página web? Lucía, la protagonista de esta historia, lo desconocía, y ahora se arrepiente de facilitarlos en ciertas páginas web.

Lucía es una joven doctorando que está finalizando su tesis de Químicas. Lleva 4 años investigando cómo reducir los efectos secundarios causados por los tratamientos de los pacientes con cáncer y para ello ha tenido que leer, ver y descargar muchos artículos, videos, presentaciones y ponencias relacionados con los tratamientos ya existentes e investigaciones que se están realizando en la actualidad.

Todo este material está alojado en revistas científicas de tirada online o plataformas privadas que exigen un previo registro para poder visualizar su contenido, ya que poseen derechos de autor.

¿Qué pasó?

Lucía se encontraba ya en la recta final de su tesis, sólo le faltaba añadir algunas referencias a su bibliografía, pero éstas no las había apuntado previamente en ningún sitio cuando las revisó, así que decidió hacer búsquedas en Internet para encontrarlas de nuevo.

Tenía prisa y apenas se fijaba en los sitios web a los que accedía. Algunos portales requerían iniciar sesión o registrarse para ver el contenido, de modo que se registraba sin dudarlo facilitando datos personales (nombre, dirección, teléfono, correo electrónico…), y sin leer lo que aceptaba, marcando todas las casillas que aparecían en los formularios: “acepto los términos y condiciones de la página”, “quiero recibir información semanal de las publicaciones realizadas en esta revista”, “acepto suscribirme a otros servicios que ofrece esta página”…

Al finalizar el día, Lucía revisó su correo personal. Estaba pendiente de recibir un email muy importante de una revista científica, en el que le confirmarían si su último artículo enviado se publicaría o no. Pero cuando abrió su gestor de correo… ¡70 mensajes sin leer! ¿Cómo podía haber recibido tantos en un solo día? ¿Qué había pasado? Muchas direcciones ni siquiera le sonaban de nada. “Y ahora, ¿cómo encuentro el email que me interesa?”, pensó Lucia agobiada. La mayor parte de los correos eran publicitarios, aunque no descartó que alguno tuviese otro objetivo más dudoso, y no mostrar publicidad simplemente. La recepción de tantos correos no se limitó únicamente a ese día, sino que días después, la problemática continuaba, diariamente su buzón se llenaba de decenas de correos no deseados. Y no sólo eso, sino que llegó incluso a recibir folletos de propaganda, a su nombre, en el buzón de su casa.

Imagen chica preocupada

¿Cuál es la explicación?

Con las prisas, Lucía facilitó demasiada información personal en algunas páginas que vendían o cedían su información a terceros sin informarse correctamente sobre quiénes estaban detrás del servicio ni cómo iban a tratar sus datos recopilados. No leyó la política de privacidad que aceptaba así como el resto de condiciones del servicio y ese fue el principal problema. Todo ello le llevó a perder el control sobre sus datos personales y a suscribirse a infinidad de páginas web que le enviarían publicidad semanalmente, si no se daba de baja.

Nuestra protagonista aprendió una valiosa lección y a partir de entonces, lee siempre bien todas las condiciones del servicio antes de registrarse en una página web.

Cómo puedes prevenir situaciones similares

En esta historia, el mayor error cometido por la protagonista fue no tomarse unos segundos para leer dónde se estaba registrando y para qué estaba autorizando el tratamiento de sus datos personales. Normalmente, esta información se destalla en la sección de términos y condiciones de la página o aviso legal.

Aparentemente, Lucía únicamente recibió publicidad, pero podría haber sido víctima de alguna estafa, facilitando datos personales en páginas fraudulentas cuyo objetivo podría ser recopilar sus datos personales para cometer otros delitos en su nombre, enviarle emails maliciosos, extorsionarla, etc.

Para que a ti no te pase lo mismo, debes fijarte y comprobar si la página es real y fiable. Para ello, puedes observar si la URL es HTTP o HTTPS, ya que siempre que proporciones datos personales es recomendable que el protocolo utilizado para la transferencia de datos sea HTTPS, que indicará que la información viaja cifrada por la Red.

Finalmente es importante que conozcas el tipo de amenazas que circulan para que así puedas tomar precauciones para prevenirte de ellas y navegar seguro por Internet. Por eso te recomendamos mantenerte actualizado suscribiéndote a nuestro boletín de noticias semanales.