El  viernes, 23 de noviembre, tuve el placer de volver a entrar a un aula y ejercer durante un rato una tarea educativa. Y disfruté. Tal vez mi papel de invitado, mi escasa responsabilidad y el saber que era cosa de un rato aislado me facilitaron la faena y me encontré en la gloria.

        El motivo era colaborar en los actos del Día contra la Violencia de Género. Era una respuesta al ofrecimiento de la señora Gámez Tapias, profesora de clásicas del IES Alhambra, a la que le ofrecí escribir un relato de contenido didáctico para su alumnado de primer curso de bachillerato, grupo al que se unieron otros chicos y chicas que a esa hora estaban con el bibliotecario del centro.

        El cuento, «Sí, mi amo», trata esa sumisión que, inexplicablemente, lleva a muchas mujeres a un noviazgo funesto a los quince años que acaba, en el mejor de los casos en una habitación de hospital y en el peor, en una lápida de un cementerio, todo ello porque el reyezuelo la quiere tanto que no la deja respirar y se convierte con sus exigencias en mentor y guía de la chica, en novio borde de la joven y en monstruoso asesino de la esposa adulta. Usé deliberadamente el lenguaje que usan estos alumnos. Aunque el relato aún no está pulido del todo, al divulgarse leído (se notan menos los defectos formales y estilísticos) podía perfectamente cumplir su función didáctica.

        Les había preparado unas breves palabras que, al final, decidí no leerles, por lo que entré directamente en el relato. De cuando en cuando, levantaba la vista de los folios impresos y veía un gesto grave y concentrado en sus rostros, como si les estuviese llegando mi mensaje de forma muy directa. Me pareció ver alguna lágrima en alguna cara. Cuando terminé, me dedicaron un intenso aplauso.

        Les pregunté qué les había parecido. Nadie se atrevía a decir nada y se miraban entre sí. Finalmente un chico dijo que es que les había dejado el ánimo… a lo que otro terminó la frase: …muy tenso.

Un libro imprescindible para padres y educadores

       Yo llevaba un as en la manga: el libro «La violencia sexual en adolescentes de Granada», de Carmen Ruiz Repullo (editado por la Concejalía de Presidencia, Empleo, Igualdad y Transparencia del Ayuntamiento de Granada, Granada, 2017), en que la socióloga, tras haber trabajado con 1.266 jóvenes de veinte institutos, entre ellos el propio IES Alhambra, donde me encontraba, ofrece datos de encuestas, narrativas y brillantes conclusiones que me resultaron escalofriantes.

        Para abrir el debate, empecé por las narrativas de las chicas. He aquí las que yo había seleccionado:

        -“Sufrí violencia cuando me hacía sentir inferior a él, me controlaba, él podía hacer lo que quisiera, y yo, supuestamente, lo tenía que perdonar porque me decía que me quería. Y cuando yo le contestaba a todo lo que me decía, me obligaba a callarme.”

        -“Mi primera vez fue porque él quería (mi novio actual). Me dijo que si no lo hacíamos se iba, que él quería hacerlo o nada.”

        -“Mi novio hizo que le tocara y me tocaba sin mi consentimiento haciendo que le tenga ahora miedo a tener una relación sexual.”

        -“Sufrí violencia cuando destacaba todos mis defectos y todas las cosas malas que hacía, controlaba a la gente con la que hablaba, me insultaba delante de la gente para dejarme mal, contaba todas las intimidades mías delante de mis amistades, empezó a separarme de mis amistades”.

        -“Conocí a un chico por whatsapp, los primeros días bien, pero según pasaban los días enviaba fotos desagradables de sus partes y me obligaba a mandarle fotos privadas.”

        -“Estuve con una persona que estaba obsesionada conmigo. Tras esto me odiaba, me insultaba por whastsapp, etc. Hasta que un día , cuando supuestamente todo estaba arreglado, en una fiesta me echó una pastilla en la bebida y me dejó tirada con intoxicación etílica y con sus amigos haciendo lo que querían conmigo.”

        Ahí algunas chavalas se abrieron y corroboraron que habían recibido fotos de gente que les habían enviado a través de whatsapp fotos “de sus genitales” y que les solicitaban la consecuente reciprocidad. Intenté hacerles ver que las redes tienen esos peligros, pero que hay ocasiones en que los usuarios se consideran falsamente obligados a demostrar que se atreven con todo, que son superguays, que no se arredran ante semejantes desafíos etc. Y que cuando las redes llegan a ciertos niveles, es mejor borrar el perfil, abrir otro y elegir mejor a los amigos.

        Tras las narrativas, pasamos a algunas respuestas de la encuesta, donde aparecen cosas como las que siguen:

Pregunta 11: ¿Crees que hay veces en que una chica dice NO a una relación cuando en el fondo quiere decir que SÍ?

Respuestas: Sí 57 % –  NO 43 %

Pregunta 12: ¿Piensas que hay chicas que van de estrechas pero en el fondo quieren mantener relaciones sexuales?

Respuestas: Sí 80,50 % – NO 19,50 %

Pregunta 13: ¿Crees que una chica que tontea está provocando?

Respuestas: Sí 48,20 % – NO 51,80 %

Pregunta 21: ¿Te gusta que la chica con la que estás se depile integralmente?

Respuestas: Sí 65,80 % – NO 34,20 %

Pregunta 23: ¿Has pedido alguna vez a una chica que te mande fotos eróticas suyas?

Respuestas: Sí 34,20 % – NO 65,80 %

Pregunta 38: ¿Piensas que hay chicas que por la manera de vestir son culpables de sufrir agresiones sexuales?

Respuestas: Sí 34,30 % – NO 65,70 %

Solitarios entre la gente

PREGUNTAS A CHICAS:

Pregunta 9: ¿Piensas que existe presión por parte de los chicos, cuando una relación comienza, para llegar a la penetración?

Respuestas: Sí 67,10 % – NO 32,90 %

Pregunta 17: Para ti, ¿es importante estar enamorada para mantener relaciones sexuales?

Respuestas: Sí 65,70 % – NO 34,30 %

Pregunta 18: ¿Te ha pedido algún chico grabar vuestras relaciones sexuales?

Respuestas: Sí 6,60 % – NO 37,80 % – No he mantenido relaciones sexuales 55,60 %

Pregunta 19: ¿Algún chico te ha pedido alguna vez que le mandes fotos eróticas tuyas?

Respuestas: Sí 54,20 % – NO 45,80 %

Pregunta 20: ¿Te han solicitado chicos amistad por redes sociales con el fin de mantener una relación sexual?

Respuestas: Sí 54,30 % – NO 46,70 %

Pregunta 24: En tus relaciones sexuales, ¿haces cosas que te piden aunque no te apetezca?

Respuestas: Sí 9 % – NO 35,40 % – No he mantenido relaciones sexuales 55,60 %

Pregunta 25: ¿Has recibido alguna vez presiones para realizar alguna práctica sexual que no deseabas?

Respuestas: Sí 9,10 % – NO 90,90 %

Pregunta 26: ¿Te han presionado alguna vez para mantener relaciones sexuales?

Respuestas: Sí 20,30 % – NO 79,70 %

Pregunta 27: ¿Te han mentido alguna vez con el fin de mantener relaciones sexuales?

Respuestas: Sí 20 % – NO 80 %

Pregunta 28: ¿Algún chico se ha enfadado contigo por no querer terminar una relación sexual?

Respuestas: Sí 20,20 % – NO 79,80 %

        Vi que estos datos hacían mella, especialmente en las chicas. Compartí una reflexión con todos: Sois una generación que participa del más completo, que no perfecto, sistema educativo y gozáis de la cota más alta de libertad que ha existido jamás en España. Y en vez de utilizar ambos elementos para vuestro crecimiento personal, los usáis al buen tuntún, sin ver el grado de encanallamiento social que conllevan fenómenos como las violaciones, el acoso, el bullying, la presión sexual, etc. Y les hice un diagnóstico: No sois exactamente los culpables, ya que nadie, ni en casa ni en el centro educativo, os ha enseñado jamás a gestionar vuestra libertad. Estaban de acuerdo. Una adolescencia sin la menor orientación en medio de una tormenta de estímulos, muchos de ellos insanos, que no saben cómo capear.

        En ese momento, cuando la actividad estaba en lo mejor, sonó la sirena y me pareció ver que algunas alumnas remoloneaban como queriendo buscar cierta cercanía para continuar el debate, pero yo allí no era nadie ni me sentía autorizado para buscar distancias cortas, así que tomé un café con Ana Gámez y salí del centro. Muy satisfecho, eso sí.

        Tengo que decir, porque es de justicia, que aquella chavalería se portó con una corrección y una dignidad bastante más que encomiables. Intenté ahorrarme la moralina y dejar que hablaran los datos y sus propios testimonios. Ellos intuyen (o deberían hacerlo) que están perdidos y no necesitan sermones, sino orientación y ayuda. Me gustaría hacerles llegar la idea de que no los olvidaré, tan desnortados, tan a merced de un mundo injusto y deforme. Les deseo mucho acierto en cada una de las decisiones que tendrán que tomar en sus vidas.

Alberto Granados

https://albertogranados.wordpress.com/

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