Mentiras y medias verdades sobre las personas migrantes ( PARTE 2)

La retahíla xenófoba –plagada de mentiras y medias verdades– contra las personas inmigrantes es larga, abrumadora, agotadora

Las personas inmigrantes no bajan el nivel educativo

No, las personas inmigrantes no bajan el nivel educativo. El 36% de la población creía en una encuesta del CIS de 2014 que «la calidad de la educación empeora en los colegios donde hay muchos hijos de inmigrantes». Es otra verdad a medias. El informe PISA que mide el rendimiento académico dio en 2015 al alumnado inmigrante 26 puntos menos que al nativo, pero aclaró que el resultado estaba más relacionado con su situación socioeconómica que con su origen.

De hecho, numerosos estudios coinciden en que el fracaso escolar afecta igualmente al alumnado inmigrante y al nativo, y que el factor clave para ambos es el nivel socioeconómico y educativo familiar, que puede traducirse en carencias de ordenador, libros o un lugar de estudio en casa. Además, también pueden influir negativamente otras desventajas de origen, como la incorporación a mitad de curso o el desconocimiento del idioma.

Desde el ámbito docente, el 72,2% del profesorado cree que el alumnado inmigrante se ha adaptado bien o muy bien al sistema educativo español. La población escolar llegada de otros países solo representa el 9% del total, su distribución por procedencia refleja cierto equilibrio geográfico (30% de África, 29% de la UE y 26% de América) y el 81% se concentra en la enseñanza pública (ronda el 13% en la concertada y el 5% en la privada). Especialistas en educación consideran que su aportación favorece la diversidad en los centros, la adaptación de métodos pedagógicos y el refuerzo de capacidades.

Las personas inmigrantes no hacen aumentar la violencia machista

No, las personas inmigrantes no hacen aumentar la violencia machista. Esta lacra social no ha sido ‘importada’ por la gente llegada de sociedades más tradicionales y con menor desarrollo legislativo para combatirla. La desigualdad entre hombres y mujeres afecta a todas las sociedades, grupos, edades y contextos, y la violencia machista está ligada a relaciones de poder asimétricas que se traducen en subordinación y vulnerabilidad de las mujeres al margen de su situación económica o desarrollo del país; muchas inmigrantes sufren una doble discriminación como mujeres e inmigrantes.

las mayores tasas de violencia de género se registran en los países nórdicos.

El problema tiene carácter mundial, y la Europa desarrollada no es una excepción. De hecho, las mayores tasas de violencia de género se registran en los países nórdicos, a pesar de que invierten más en educación igualitaria. Así lo reveló en 2014 una macroencuesta de la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE, que al preguntar a las encuestadas si habían sufrido violencia física y/o sexual alguna vez desde los 15 años, situó en cabeza a Dinamarca (52%), Finlandia (47%), Suecia (46%), Holanda (45%), Francia y Reino Unido (44%), muy por encima de España (22%). Además de confirmar la gravedad de la violencia machista, tan altos porcentajes tienen que ver con las condiciones sociales, políticas y culturales que permiten a las víctimas de esos países identificar la agresión y denunciarla con más seguridad.

En España, algunos datos sugieren una sobrerrepresentación del colectivo inmigrante en la violencia machista (el 25-30% de las víctimas son mujeres extranjeras, y un tercio de condenados son hombres extranjeros), pero sería un error interpretarlos en clave de nacionalidad y cultura tradicional. Primero, porque en ambos casos hay un significativo número de víctimas y agresores de la UE. Y sobre todo porque el factor clave es el contexto social de soledad, desarraigo y situaciones límite que hace más vulnerables a las inmigrantes y que dificulta su acceso a los mecanismos de protección, incluso tras haber presentado denuncia. En 2014, por ejemplo, las extranjeras asesinadas habían presentado más del doble de denuncias que las españolas.

Las personas inmigrantes no prefieren vivir en guetos ni en pisos patera

No, las personas inmigrantes no prefieren vivir en guetos ni en pisos patera. Estos existen –incluso se llegan a alquilar terrazas como último recurso para no dormir en la calle–, pero no son su alternativa habitacional generalizada. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, el 70,3% de los pisos con ocho o más residentes corresponden a personas nativas, el 21,7% a población mixta y el 8% a población extranjera. Aunque el alquiler sigue siendo mayoritario entre la inmigración, la cuarta parte hizo suya la costumbre nacional de tener vivienda propia. Un salto cualitativo que se vio cortado por la crisis.

Las personas inmigrantes no se casan con españoles/as solo para obtener los papeles

No, las personas inmigrantes no se casan o pactan parejas de hecho con españoles/as solo para obtener los papeles, poder solicitar la nacionalidad, el permiso de residencia o arraigo social –la ruptura de matrimonios mixtos es muy inferior a la de parejas españolas–.


El sastre senegalés Youssou Seck, de 33 años, trabaja en su taller de sastrería en el barrio de Lavapiés en la Comunidad de Madrid. © AP/Francisco Seco

Las personas inmigrantes no evaden impuestos ni sus comercios incumplen horarios

Y no, sus comercios tampoco evaden impuestos ni incumplen los horarios, un doble tópico que suele referirse al empresariado chino pero que no es real: no hay exenciones ni moratorias de impuestos –lo que hay es un convenio firmado por 70 países, incluidas España y China, para evitar la doble imposición fiscal–, y sus horarios de apertura se ajustan a las normativas autonómicas, que son muy flexibles en diversos sectores y ciudades turísticas. De hecho, su espíritu comercial está permitiendo mantener negocios que carecían de relevo generacional y se veían abocados al cierre.

Frente a tantos tópicos falsos que pueden ser desmentidos con datos contrastados, solo cabe un discurso de tolerancia e integración que resumía bien la Fundación Foessa en un reciente informe: «Los inmigrantes que han resistido los golpes de esta gran recesión (…) ya no son recién llegados, ni el paisaje humano les resulta extraño; son personas que, aunque no han nacido aquí, han vivido aquí los buenos y los malos tiempos, y finalmente han elegido este lugar para construir su futuro“.

Por Manu Mediavilla (@ManuMediavilla), colaborador de Amnistía Internacional,

FOTO: Desfile de Año Nuevo Chino en Madrid. ©GTRESONLINE

https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/mentiras-y-medias-verdades-sobre-las-personas-refugiadas-y-migrantes/

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