Vino el 8M y triunfaron las mujeres y el feminismo. No hubo que trucar fotos ni rescatar vídeos telefónicos de manifestaciones anteriores para tapar ningún fracaso. A pesar de la furibunda campaña desatada por muchos medios para poder titular, al día siguiente, que la asistencia había sido menor que en 2018 y que el movimiento feminista perdía fuerza, las mujeres han vuelto a demostrar que saben lo que quieren.

Naturalmente, los mismos que llevaban días explicándonos que hay feminismo bueno y feminismo malo y cómo distinguirlo, se ponen ahora a la cabeza de la manifestación para desentrañarnos el verdadero significado de la marea morada que acaba de dejarles con el culo al aire. No vaya a ser que lo interpretemos mal y nos dé por pensar que las mujeres exigen una igualdad que ni ven tan próxima ni tan en camino como se les pretende hacer creer. O que reclaman ya los cambios que no van a producirse ni por generación espontánea, ni por la mano invisible de la oferta y la demanda; sólo llegarán por derribo y demolición del mismo sistema patriarcal que se defiende ridiculizando o criminalizando a las feministas que no se portan bien y esperan pacientemente su turno. Pero ya no cuela, el éxito de las movilizaciones del 8M es la prueba.

No, el feminismo no es excluyente, ni sectario. Sólo se excluye el que quiere. Por eso se llenaron a reventar calles y plazas por todo el país demandando igualdad.
No, el feminismo no representa una amenaza para la libertad; sólo decirlo debería darles vergüenza. Repiten la misma patraña de quienes sostenían que la abolición de la esclavitud representaba una amenaza para el libre comercio. No, no existen las «feminazis», lo que sí sobra en España son «gilinazis».

No, ni se victimiza a la mujer ni se criminaliza al hombre. Sí, la violencia de género existe y se agrede y mata a mujeres por serlo, porque hay hombres que se creen sus dueños. Por supuesto que se necesita una ley y una protección especializada, al menos hasta que deje de ser el único delito en el cual quién debe huir y vivir escondida es la victima.

No, el feminismo no plantea una guerra de sexos. De hecho, la guerra de sexos solo existe en las mentes de Albert Rivera y Pablo Casado. No, por culpa del feminismo ningún padre tiene que sentarse a explicarle a su hijo que su hermana estará más protegida, tendrá mas oportunidades o le regalan trabajos y fortuna por ser mujer, mientras que a él le castigarán más y le negarán oportunidades, trabajos y fortuna por ser hombre; a no ser que te llames Santiago Abascal o te guste contar mentiras a tus hijos.

No, las mujeres no cobran menos porque exista un problema de educación, o porque elijan voluntariamente trabajar con contratos parciales o en sectores más precarizados o peor pagados. Si, las mujeres cobran menos y soportan más precariedad porque el machismo, además, has sido y es un gran negocio.

FOTO:Fotografía de archivo de la huelga feminista el pasado 8 de marzo EFE

https://www.eldiario.es/zonacritica/cuela-caballeros_6_876372359.html

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