María Pacheco ha sido denostada en un amplio periodo de la historia de España, hasta que los liberales, en el reinado de Isabel II a mediados del siglo XIX, la alaban como ejemplo a seguir….

María Pacheco

No se sabe con seguridad la fecha de su nacimiento, probablemente fue en el año 1495, en la ciudad de Granada. Su padre era Iñigo López de Mendoza, I Marques de Mondéjar y II Conde de Tendilla, siendo conocido como el gran Tendilla. Su madre es Francisca Pacheco, que era hija de Juan de Pacheco, I Marqués de Villena y Maestro de la Orden de Santiago.

Su padre destacaba por su gran fortuna y por su destreza en el  campo de batalla, siendo recompensado por sus servicios por los Reyes Católicos con el Título de alcalde perpetuo de la Alhambra granadina. Se casó por primera vez pero no tuvo hijos y enviudó.

En su segundo matrimonio con Francisca Pacheco, tuvo ocho hijos (tres mujeres y cinco hombres) siendo María el cuarto hijo. Su padre tenía fama de mujeriego, tuvo varios hijos fuera del matrimonio.   Cuando su padre enviudó con más de sesenta  años, fue dos veces padre posteriormente.

Su padre se distinguió por su admiración por la cultura del Renacimiento, siendo considerado un hombre culto y generoso. Ejerció de mecenas, trayendo a Castilla a Pedro Mártir de Anglería, que era un destacado humanista italiano al que el conde de Tendilla ayudó a integrarse en la corte de los Reyes Católicos.

Cuidó mucho de la educación de todos sus hijos, independientemente del sexo de los mismos, nada normal en la época. Recibieron la mejor educación, encargando a Pedro Mártir la responsabilidad de la misma. María destacó entre todos sus hermanos, convirtiéndose en una mujer muy culta, que hablaba y escribía en latín y griego, teniendo amplios conocimientos de matemáticas, historia y de las Sagradas escrituras. También escribía poesía.

Con cinco años, presenció la primera sublevación morisca desde su casa en el Albaicín granadino, donde vivía con su madre y hermanos pequeños, como prueba dada por su padre en cumplimiento de los pactos acordados en la rendición granadina.

María Pacheco fue una mujer muy adelantada para su tiempo, mostrándose orgullosa de sus orígenes, al mismo tiempo que tenía el carácter fuerte de los Mendoza y el de su abuelo materno.   Nunca se sometió a los convencionalismos de la época. Siendo muy joven, decidió cambiar el orden de sus apellidos, para no ser confundida con su hermana María López de Mendoza Pacheco, ni son su hermana bastarda también llamada María.

María Pacheco congenió muy bien con su hermano pequeño Diego Hurtado de Mendoza, que fue embajador, poeta e historiador. Su madre Francisca  murió a finales de 1506 y su padre en el verano de 1515.

Teniendo María catorce años, se acuerdan los esponsales con Juan de Padilla, que entonces tenía veinte años, siendo un caballero toledano. Este era de menor rango nobiliario que los Modéjar, pero la familia tenía en una especial estima.   María se niega a tales responsorios, desafiando la autoridad de su padre. Tres parecen ser las causas a tal rechazo: la primera era por su propio orgullo personal, debido a que su familia no le había consultado. En segundo lugar, porque el físico de Juan de Padilla no era de su agrado y en tercer lugar por ser de un linaje inferior al suyo.


María Pacheco de Padilla después de Villalar (1881). Lienzo de Vicente Borrás y Mompó.

Se acuerdan los esponsales para el día 18 de agosto de 1511 en la ciudad de Granada. En los documentos de esta época se nota la diferencia de linaje, pues mientras ella aparece siempre como Doña María Pacheco, él simplemente aparece como Juan de Padilla.

Juan de Padilla era hijo del toledano Pedro López de Padilla y sobrino de Gutiérrez de Padilla, Comendador mayor de Calatrava, con quien el conde de Tendillas deseaba una estrecha alianza.

En los acuerdos matrimoniales, se les hace firmar la renuncia en sus derechos sobre la herencia paterna a cambio de una generosa dote de cuatro millones y medio de maravedís, que era una auténtica fortuna para la época. El inicial rechazo de María se transformó con el tiempo en un sincero amor entre esposos. En el año 1516 dio a luz a su único hijo Pedro, que murió siendo niño.

Esos años son de gran efervescencia política, pues en 1516, muere Fernando el Católico, asumiendo la regencia el cardenal Cisneros hasta que el joven príncipe Carlos llegara a España procedente de Flandes, para ocupar el trono.

Durante dos años, el octogenario cardenal Cisneros, tuvo que hacer frente a un clima de inestabilidad política, ya que por parte de los nobles castellanos, estos intentaban recuperar el poder perdido, al mismo tiempo que mostraban su predilección para sustituir en el trono a Carlos por su hermano Fernando, que había recibido educación en Castilla y que podía ser más favorable a los intereses de la nobleza.

El cardenal Cisneros consiguió que Carlos fuera proclamado rey de Castilla y Aragón en Bruselas, que los nobles consideraron como un auténtico golpe de Estado. Hay que tener en cuenta que Juana la Loca era reina legítima y nadie había proclamado su destitución. Ante el mal cariz que tomaban los acontecimientos, Cisneros reclamó la inmediata presencia de Carlos en Castilla, para evitar así el riesgo de una sublevación

Retrato de Juan de Padilla, siglo XIX

El matrimonio pasa a vivir a Toledo, en el año 1518, cuando Juan de Padilla sustituye a su padre en el cargo de Capitán de gente de armas.

Con la llegada del rey Carlos, viene acompañado de gran cantidad de flamencos, que provocan grandes recelos en la nobleza castellana, que se ven incrementados por el injusto reparto de cargos y prebendas. Juan de Padilla no obtuvo la tenencia de Peña de Martos en Jaén, que le hubiera debido corresponder a la muerte de su tío el Comendador. Además aumentaron las quejas, por la gran cantidad de fondos solicitados, en su deseo de ser también proclamado rey de Alemania.

María  Pacheco apoyó a Juan de Padilla, en abril de 1520, para que participase en el levantamiento de las Comunidades en Toledo, junto a Avalos y  Lasso de la Vega. Así tanto Avalos como Juan de Padilla no acuden a Santiago de Compostela cuando son llamados por el rey Carlos. Esta fecha, el 16 de abril de 1520, se considera el inicio del movimiento comunero en Castilla.

¿Qué es el movimiento comunero?

Para el historiador Elliot, buscaba el mantenimiento de la antigua Castilla, pues consideraban que el rey Carlos atacaba la independencia de las Cortes castellanas, esto les dio en parte, el carácter de un movimiento constitucional. Además había que unir las quejas de los municipios, que se debían sumar a las del pueblo llano.

El detonante final fue el incendio en agosto de 1520 de Medina del Campo, que era centro económico de Castilla, por las tropas reales de Carlos I. Esto provocó la indignación general y alimentó la sublevación, que se transforma en las ciudades en una guerra civil entre enemigos tradicionales. Poco a poco, fue adquiriendo una forma de revolución social, de forma que, el movimiento comunero, dejó de tener un carácter señorial, para transformarse en un movimiento antiaristrocrático. Ante esta nueva realidad del movimiento y por su actitud reivindicativa, la nobleza se asustó y se pasó en bloque a apoyar a Carlos I, que les garantiza sus privilegios de clase.


Pendón comunero moderno. El color morado se empezó a usar por error en el siglo XIX; el color histórico de los pendones de Castilla es el rojo.

No hay que olvidar también que en aquellos tiempos, eran de una gran incertidumbre religiosa, pues estaba Lutero en Alemania que quemó las bulas papales y su influencia llegaba también  a Castilla.   En Toledo se estaba desarrollando el iluminismo religioso “los alumbrados”.

Juan de Padilla dijo “jamás consentiré yo que la nobleza de Castilla y León sea hecha tributaria y yo estoy pronto a morir en defensa de nuestros derechos”. Su padre Pedro López de Padilla le contestó “tú has hablado como un noble digno de una estirpe como la tuya, pero mucho me temo, que el Rey nuestro señor te lo haga pagar malísimamente el servicio”.

Juan de Padilla acude con las milicias toledanas, junto a las madrileñas mandadas por Juan de Zapata en auxilio de Segovia para, junto a las milicias de Juan bravo, regidor de Segovia, combatir a las fuerzas realistas de Rodrigo Ronquillo. El 29 de julio de 1520, se constituye un Ávila la Santa Junta, nombrándose a Juan de Padilla, capitán general  de las tropas comuneras. Estos, intentan el apoyo de la reina Juana la Loca, pero sin éxito.

Surgen rivalidades entre los dirigentes comuneros, que provocan la destitución de Juan de Padilla, siendo sustituido por Pedro Girón y Velasco. Esto provoca que regrese nuevamente a Toledo. Sin embargo, Pedro Girón, en diciembre de 1520 se pasó a la causa del rey Carlos I, lo que hace que Juan de Padilla vuelva inmediatamente a tomar el mando comunero.

Toma Ampudio y Torrelobatón, pero nuevamente surgen divisiones en el bando comunero, propiciando que el 23 de abril de 1521 sean totalmente derrotados en Villalar, siendo hechos prisioneros y decapitados el día siguiente Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado.

En ausencia de Padilla, María Pacheco gobierna sola Toledo, hasta que tiene que compartir el poder a partir de finales de 1521, con el obispo Antonio de Acuña.

María enferma al saber la muerte de Juan de Padilla y se viste de luto riguroso, cubriendo su cabeza con un capuz.   Convierte Toledo en la última resistencia de los comuneros. Para ello, ocupa el Alcázar con sus fieles, el 28 de abril, donde plantea su resistencia al rey Carlos I. Manda traer la artillería desde Yepes. Madrid capitula el 7 de mayo, y ya solo resiste Toledo, bajo el mando de María Pacheco, resistiendo nueve meses.


Los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el patíbulo. (Antonio Gisbert)

Entre abril y agosto las tropas de Carlos I cercan Toledo. El uno de septiembre, Toledo comienza a ser bombardeada. El 25 de octubre se firma una tregua, conocida como el armisticio de la Sisla, donde los comuneros evacúan el Alcázar, pero siguen manteniendo las armas.

Sin embargo, el 3 de febrero de 1522, los comuneros de Toledo al mando de María Pacheco se sublevan, tomando el Alcázar y liberando a los prisioneros. La sublevación es aplastada por las tropas reales dirigidas por el prior de San Juan. María Pacheco logra huir de Toledo disfrazada de campesina. Pidió ayuda en el palacio de su tío, el II marqués de Villena, en Escalona, logrando llegar hasta Portugal.

María Pacheco es exceptuada del perdón general firmado por el rey, el uno de octubre de 1522 y condenada a muerte en rebeldía en 1524. Al principio en Portugal tuvo dificultades para vivir. Pero es ayudada en primer lugar, por el arzobispo de Braga, Diego de Sosa, posteriormente va a casa del obispo de Oporto, Pedro de Acosta. El rey de Portugal, Juan III niega reiteradamente las peticiones de expulsión que le demanda el rey Carlos I.

Vivió en casa del obispo de Oporto con una delicada salud. Su familia pidió continuamente el perdón del rey Carlos I para María Pacheco, pero éste nunca se lo concedió.

Murió en marzo de 1533 de un dolor de costado, siendo enterrada en el altar de San Jerónimo de la catedral de Oporto. No se le concedió permiso para llevar su cuerpo junto al de su marido en Villalar.   Su hermano menor y preferido de María, el poeta Diego Hurtado de Mendoza escribió este epitafio:

Si preguntas mi nombre, fue María,
Si mi tierra, Granada; mi apellido
De Pacheco y Mendoza, conocido
El uno y el otro más que el claro día
Si mi vida, seguir a mi marido:
Mi muerte es la opinión que el sostenía
España te dirá mi cualidad
Que nunca niega España la verdad.

María Pacheco ha  sido denostada en un amplio periodo de la historia de España, hasta que los liberales, en el reinado de Isabel II a mediados del siglo XIX, la alaban como ejemplo a seguir.

Como vemos una vez más, mujeres fuertes y poderosas han sido silenciadas y ocultadas por la historia oficial. Sólo el tiempo ha hecho posible que sean reconocidas.

Edmundo Fayanas Escuer

https://www.nuevatribuna.es/articulo/cultura—ocio/comunera-maria-pacheco/20140408112806102497.html

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