¿Altruismo o compraventa?: el espinoso debate sobre el alquiler de vientres

Claves para entender los dilemas que plantea la gestación por sustitución

Pocos debates suscitan tan poco consenso, incluso dentro del mismo partido político o de colectivos con intereses parecidos. Gestación subrogada frente a alquiler de úteros, mercantilización del cuerpo de la mujer frente a altruismo, deseos de paternidad frente a derechos humanos, … Esta práctica, en la que una mujer gesta a un hijo cuya maternidad y paternidad cede a otras personas, se ha vuelto un asunto realmente espinoso que suscita dudas desde el punto de vista ético, independientemente de la ideología.

La discrepancia sobre la gestación por sustitución parte de su denominación. Las agencias de subrogación y las asociaciones de familias que recurren a sus servicios hablan de vientres de alquiler. Para ellos, la madre de alquiler es una mujer que lleva en su vientre hasta el alumbramiento al hijo de otra pareja, sin que haya relación genética alguna entre ella y la criatura.

Pero esta definición no convence a organizaciones internacionales ni activistas proderechos humanos que ven en ella una forma de blanquear la desigualdad que supone que familias del mundo desarrollado paguen a mujeres más desfavorecidas para ser meros recipientes, sin tener en cuenta el impacto que la separación tras el parto tiene en madre e hijo, por mucho que este no lleve sus genes.

«¿Cómo es posible que no tengan apego?», se pregunta la matrona Elisa Cruz, del Hospital Universitario Fundación Alcorcón (Madrid). «Durante el embarazo se establecen vínculos bioquímicos y psicológicos tan fuertes que incluso el cerebro de la madre es modificado«. Según Cruz, solo hay una respuesta posible: «Les han lavado el cerebro».

Para la doctora Ibone Olza, especialista en Psiquiatría perinatal, «que las gestantes no se vinculen durante el embarazo es un drama para el bebé en el útero«. «Si la madre no siente al bebé como su hijo, el bebé lo percibirá: esto afectará a su desarrollo y puede marcar el desarrollo de su personalidad».

«Los obstetras y matronas que atienden a las embarazadas se preocupan mucho cuando una embarazada no se siente conectada con su bebé«, añade Olza. «Saben que eso es una señal de alerta de posibles problemas serios y complicaciones del embarazo«.

Prohibida en España

La gestación por sustitución está prohibida en España, pero se ha convertido en una fórmula muy popular entre las familias que no pueden tener hijos, que acuden fuera para satisfacer sus deseos de paternidad. Hasta la fecha, esos niños pueden ser registrados después como españoles bajo algunos requisitos, aunque los últimos movimientos de la Administración van en la dirección de perseguir esta práctica cuando tenga que ver con terceros países.

Algo menos de un millar de hijos por gestación subrogada fueron inscritos en España entre 2010 y 2016, según cálculos del Gobierno, procedentes de 12 países, sobre todo de EEUU y Ucrania. No hay datos oficiales por la dificultad que entraña la medición, pero se estima que en todo el mundo nacen unos 20.000 niños al año. Y la cifra sigue al alza.

La evolución creciente del alquiler de vientres choca con la de las adopciones internacionales en España. Según datos del Ministerio de Sanidad, en el último lustro, estas han caído a más de la mitad (de 1.191 en 2013 a 531 en 2017), hecho que no ocurre en el caso de las adopciones nacionales, donde la bajada es mucho menor.

Pese a la creencia de que la gestación subrogada es mayoritaria entre homosexuales, los estudios revelan una realidad muy distinta: solo dos de cada diez son parejas del mismo sexo.

De hecho, representantes del movimiento gay en España consultados eluden cualquier posicionamiento a favor o en contra del alquiler de vientres, ante las profundas discrepancias entre asociaciones LGTBI.

itor Ordax Madrid

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