“Son menores de edad, son extranjeros y están solos”

El término «mena» es cada vez más frecuente en discursos públicos y políticos, especialmente desde el verano y durante la reciente campaña electoral. A menudo, se trata de un uso despectivo y electoralista por parte de la ultraderecha, que quiere mostrar a los menas, siglas de “menores extranjeros no acompañados”, como delincuentes extranjeros que deberían volver a su país.

Para expertos en migración e infancia, el uso de esta palabra invisibiliza el hecho de que estamos hablando de niños y adolescentes que han llegado a nuestro país sin sus familias y que se encuentran en situación vulnerable.

Durante la campaña, políticos y asociaciones ya criticaron el uso de este término en lugar de hablar de menores. Lo hizo, por ejemplo, Teresa Rodríguez, secretaria general de Podemos Andalucía, que tuiteó un mensaje en el que afirmaba que decir “menas” en lugar de “niños y niñas que están solos” los deshumaniza. El tuit iba acompañado de un vídeo que se acerca al millón de reproducciones.

Unicef lanzó una campaña también días antes de las elecciones sobre “los mal llamados menas” en la que recordaba que la mayoría de niños migrantes “no ha cometido ningún delito». Del mismo modo, Save the Children criticó “el discurso de odio y la criminalización de los niños y las niñas migrantes”, pidiendo que se velara “por su protección” y se garantizara su bienestar, sobre todo tras casos de agresiones en Madrid y Zaragoza.

El acrónimo en su origen es neutro, como explica Carmela del Moral, responsable de Políticas de Infancia de Save the Children. Se trata de un concepto técnico usado desde hace años tanto en legislación como en estudios sobre migraciones. Pero “cuando llega al gran público y solo se usan las siglas, categorizamos de forma que parece que hablamos de algo diferente a un niño”.

Coincide Edelia Villarroya Soler, psicóloga y directora del Máster Universitario Internacional en Migraciones de la Universidad de Valencia. Con la llegada del término «mena» al debate público “se ha creado un neologismo con connotaciones negativas» que contribuye a reforzar prejuicios y racismos.

El antropólogo Francisco Javier García Castaño, director del Instituto Universitario de Migraciones de la Universidad de Granada, compara esta palabra al uso del adjetivo “ilegal” en expresiones como “inmigrantes ilegales”: “No hay personas ilegales. En todo caso, lo serán sus acciones”. García Castaño recuerda que, de acuerdo con nuestra legislación, “los menores son objeto de una protección especial”, con independencia de su nacionalidad o el color de su piel.

Un uso electoralista

Si vemos la evolución del término en las búsquedas de Google, podemos apreciar cómo hasta este año apenas se hablaba de estos adolescentes y que los máximos picos coinciden con el verano, asociado al repunte en algunos delitos en Barcelona, atribuidos a algunos de estos menores, y con la semana de campaña electoral en noviembre.

Jaime Rubio Hancock

FOTO: Un migrante menor en un centro de acogida de Lleida. Pau Barrena AFP / Getty Images

https://verne.elpais.com/verne/2019/11/12/articulo/1573549678_900503.html

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