Cuando la navidad toca a la puerta y el personal anda confundido entre compras, reuniones de empresa y líos familiares es cuando mejor se desdibujan las noticias.

Pero resulta que hay decisiones, meteduras de pata, que ni el espíritu navideño de las fechas, tan proclive a pasar errores por alto, puede tolerar porque superan los límites de la paciencia. La última es ésta decisión injustificada de la Consejería de Hacienda de la Junta de Andalucía que pretende aplicar a los consorcios y agencias públicas la modificación de la Ley de Presupuestos para el 2019, donde se les coló (seguramente sin querer, claro) que, a partir de ahora, los presupuestos se hacen a priori, los aprueban desde Sevilla y no se puede modificar el gasto ni un céntimo. Se escudan en el necesario y exquisito control que hay que tener con el dinero público, pero la letra pequeña, ésa que hemos firmado sin saberlo, implica una serie de condicionantes que resultan, simplemente, inaceptables.

Porque esto se traduce en que, si el consorcio da beneficios (como el Parque de las Ciencias, pongamos por caso) y quiere reinvertirlos, no puede hacerlo. Tiene que pedir una autorización a Sevilla y ya sabemos nosotros cómo vienen: en burro-taxi, al estilo de Mijas. Lo cual que, cuando llegue, caso de que sea afirmativa, lo más probable es que la inversión en una actividad, en un proyecto, ya no resultará factible porque las decisiones hay que tomarlas con agilidad y rapidez y la Junta de nunca se ha caracterizado por eso. Es una máquina engrasada para que los plazos se conviertan en eternidad.

A nosotros, los que habitamos la tierra del chavico, no nos pueden decir otra cosa porque ya conocemos que la eternidad vive en Granada, pasea por sus calles y habita muchos despachos nobles. Por eso esperábamos del señor Bravo una sensibilidad especial, el aprecio a una tierra que necesita crecer y que puede hacerlo, siempre que nos den herramientas para ello. Pero un palo en la rueda no es precisamente una herramienta; es una faena que deja en una posición difícil a los representantes del bipartito PP- Ciudadanos, que saben de antemano que asumir esto significa una quiebra irreparable de confianza que luego se paga en votos y en confianza. Granada es una tierra con un potencial inmenso, con una capacidad de generar proyectos brillantes en torno a la educación, la cultura y el patrimonio que, por nuestra propia Historia (con mayúsculas), no pueden tener otras provincias que se han convertido en la versión de cartón piedra, una suerte de mini-Hollywood, de lo que nosotros disfrutamos desde la realidad más absoluta y palpable. Eso debiera ser un eje estratégico de nuestra política económica que afecta directamente al desarrollo del turismo de calidad sobre el que debiera pivotar nuestro desarrollo. 

Por eso, la respuesta clara y contundente que deben darle nuestro políticos granadíes a los mandamases de Sevilla es un no terminante a esta intromisión en la autonomía gestora de los consorcios y su gestión cotidiana. Porque la ciudadanía y los colectivos sociales se les van a poner en contra y, entonces, ya no existirá esperanza. La esperanza de seguir saliendo a la calle con la cara alta y la dignidad de que están defendiéndonos lo mejor que pueden para seguir prosperando. Roma no pagaba a traidores. Imagino que saben que Granada tampoco.

Remedios Sánchez

A %d blogueros les gusta esto: