ENTRE PINTO, VALDEMORO Y VALDEMORILLOpor JUAN ALFREDO BELLÓN para EL MIRADOR DE ATARFE del domingo 28-12-2019

    Para empezar este postrer artículo del año 2019, tendré que reconocer que el Refranero y los repertorios de paremias tradicionales del español resultan de una utilidad particular cuando se quiere hacer ganar nuestra expresión lírica en expresividad y economía tiñendo a un tiempo la comunicación de riqueza informativa, estilo culturalmente elevado y llaneza popular eminente. Por eso, remataré diciendo que este año conseguiremos pasar de Guatemala a Gauatepeor para los negacionistas de la buena marcha de la Madre Patria en su proceder por la Universal Historia durante el final de esta segunda década del Segundo Milenio de nuestra Era. 

    Claro que esta misma tarde, mientras barruntaba los prolegómenos de mi razonamiento, me he quedado casi sin argumentos viendo cuatro programas culturales de esos que suelen colapsar las parrillas televisivas por estas fechas para rellenar espacios vacíos, uno sobre la Palentología y Atapuerca y otro sobre la Egiptología y Tutankamón. En ambos casos, se minimizaban las dimensiones de nuestra cotidianidad y se relativizaba la gravedad de los asuntos criticados tan severamente por los pequeños líderes políticos de nuestra derechona nacional comparados con las distancias espacio-temporales del pasado.

Para decirlo con esta perspectiva, estar entre Pinto, Valdemoro y Valdemorillo es mucho más y mucho menos que salir del escenario político de hace uno, dos y tres de los tres últimos ciclos electorales de nuestra recentísima historia, refiriéndonos a tres jalones de los topónimos menores de la geografía madrileña que hoy son para los habitantes de la Villa y Corte grandes núcleos de población de la megalópolis madrileña donde tienen lugar grandes acontecimientos del devenir patrio. Así, estar entre Pinto y Valdemoro es ir acercándose a Madrid o estar entre una cosa y otra y, en Valdemorillo, un poco más allá de Pinto y de Valdemoro, que viene a ser también como salir de Guatemala y entrar en Guatepeor.

Todos estos modismos nos servirían para referirnos a la marcha de la cosa pública si no la vemos con optimismo, como es el caso si nos preocupa el enquistamiento del problema catalán  o el desenvolvimiento de la moral pública si la juzgamos desde un punto de vista conservador y hasta reaccionario.

    Estos y otros pensamientos catastrofistas han sido casi siempre cosa de personas mayores trasnochadas y timoratas con las modernidades  de los tiempos actuales, por eso, los jóvenes ultra- derechistas resultan ridículamente trasnochados cuando reaccionan como viejos y se escandalizan como ultramontanos. De ahí que no haya antigualla mayor que la que se evidencia reaccionando contra la historia y su manera imparable de transcurrir al ritmo más irrefrenable y más ridículamente criticado por quienes ya no tienen sino el derecho al pataleo. Solo así  avanzan los tiempos y las costumbres en un juego complejo de contradicciones y sobresaltos de cuyos contrastes surgen los avances de la Historia y los vaivenes de la dialéctica de los tiempos.

Por eso no hay nada más ridículo y trasnochado que un mal conservador, y mucho más si deriva en reaccionario, porque suele vivir de la recurrencia a los peores argumentos del pasado y a los razonamientos más manidos de todos los tiempos. Y cuando se juntan dos lideres de esa leche, que son tal para cual como Casado y Teodoro García Egea, se reactivan y se animan y se potencian, y más cuando el dúo se convierte en trío con la incorporación de Cayetana Álvarez de Toledo, arrastrando las palatales al estilo porteño y enfatizando argentinamente la fortaleza de sus argumentos milongueros  y para qué decir, en formaciones aledañas, del énfasis ensayado de Rocío Monasterio, pseudo-adusto como la peor estepa castellana, siesa y manida como una señorita Rotermeyer, teatral y malévola como la madrastra de Blancanieves.

    Traigo estas reflexiones a colación porque las rotundas fechas navideñas son tiempos propicios para que se nos vean a unos y a otras las vergüenzas ideológicas y se nos transparenten  las maldades de la sesera porque, con la autoridad que les transfieren los protagonistas de la Navidad (Sagrada Familia, Magos, Pastores, Ángeles y Arcángeles, Tronos y Dominaciones y en Cataluña, el Caganet) nuestras ideas de fondo y la estrategia para defenderlas afloran  como quien no quiere la cosa y quedan respaldadas por la autoridad ideológica de los argumentos del relato navideño que, en el caso del pueblo gitano, adquiere tintes de discurso disconforme alternativo lleno de figuras y personajes escatológicos y sexualizados nada conformes con la doctrina oficial de la Iglesia y con la moral también oficial que en ella impera. Así, los villancicos étnicos de las zambras y fiestas navideñas gitanas rebosan referencias muy subidas de tono más acordes con la tradición popular que con la religiosa que cubren un discurso crítico, burlesco y satírico de las instituciones religiosas ortodoxas y de su estilo superficial.

    Y es que las transgresiones morales y estilísticas forman parte de folclore popular navideño tradicional en la salida a las calles para reclamar la entrega de aguinaldos en especie o en metálico con argumentos curiosamente semejantes a los de Hallowin: Si no me das el aguinaldo, / al Niño le he de pedir / que te dé un dolor de muelas / que no te deje dormir / Ay kirikikí ay kirikicuatro /  de aquí no me voy / sin el aguinaldo. // A la dueña de esta casa / Dios le dé salú y pesetas / y a la vecina de enfrente / sabañones en las tetas. / Ande, ande, ande / la Mari Morena,  / ande, ande, ande / que ya es Nochebuena. // San José como era calvo / le picaban los mosquitos / y la Virgen le decía / ponte el gorro Periquito. Y para qué si hablamos del ciclo de las letras relacionadas con los Santos Inocentes o con las costumbres populares de bailes y celebraciones festivas, con la vida cotidiana o con las gastronomía.

    Letras directas y poco eufemísticas; críticas y lúdicas, a veces inmisericordes y que nada tienen que ver con la caridad cristiana, el respeto a los santos y con el festejo ordenado de la doctrina de la Iglesia.                                         

    Y con esto, me despido de la audiencia deseando suerte, justicia, buen tiempo y prosperidad hasta el año próximo cuando casi todos esperamos que llueva y que suba la bolsa, se deroguen los elementos más negativos del Estatuto de los Trabajadores; se resuelvan favorablemente las expectativas constitucionales y se encajen los desajustes internos del Estado Español y de sus partes, de sus clases y capas sociales, económicas y culturales y hasta de los elementos que articulan su pluralidad geo-socio-política, religiosa, lúdica, ideológica, generacional, etc. Yo mientras, del Barça.

    Abur.                                                                                              

A %d blogueros les gusta esto: