«Análisis social del Atarfe de principios del siglo XX» por Fuencisla Moreno Rueda

ARTICULO PUBLICADO EN EL LIBRO ATARFE EN PAPEL DE IDEAL EN SUS PAGINAS 99 Y 100 POR FUENCISLA MORENO RUEDA EN EL AÑO 2007

A principios del siglo XX, Atarfe era una realidad distinta a la que conocemos en la actualidad, sólo lo
formaban 35 calles, de las cuales diez estaban situada al Norte de la iglesia parroquial, considerada ésta como el centro el pueblo; el resto se extendía hacia la vega.

Al ser la agricultura la base económica el pueblo, el extrarradio estaba poblado por un importante número de cortijos. Sus vecinos en total 458, procedían de pueblos o comarcas más deprimidas. Su modo de vida se reducía al trabajo en el campo, encontrándose ajenos a la evolución y desarrollo que en el núcleo principal empezaba a surgir.

La población era muy joven, de los 4.279 habitantes con que contaba el municipio, más de la mitad (2.759) estaban comprendidos entre los 0 y 30 años, mientras que conforme avanzamos en el análisis de los distintos grupos de edad vemos cómo las cifras absolutas disminuyen hasta llegar al grupo de más de 71 años, en el que sólo hay 70 personas.

El índice general de analfabetismo se situaba en torno al 65%. Este se veía aumentar en las zonas situadas geográficamente más a las afueras, llegando incluso a alcanzar el 100%. En cambio en el centro del pueblo el índice disminuía hasta un 33,5%. Estos datos son muy elevados, si tenemos en cuenta que en Atarfe, la enseñanza se encontraba en una óptima situación, al existir dos escuelas públicas y dos privadas. Al frente de las escuelas públicas estaba el maestro y maestra titular y dos auxiliares de maestros. El Ayuntamiento sufragaba los gastos de enseñanza prácticamente en su totalidad, era el encargado de pagar los sueldos a los maestros/as de la Enseñanza Pública, dotada de material
a estas escuelas, subvencionaba con 500 pesetas anuales la Escuela Privada dirigida por don Santiago López Castro y con 200 pesetas anuales al Colegio Ntra. Sra. del Rosario.

También y con cargo al presupuesto del Ayuntamiento, que era de 47.180,76 pesetas, se atendían los gastos de beneficencia, aproximadamente unas 2.000 pesetas y que se repartían fundamentalmente en el pago a la matrona municipal, a las «amas de cría» y en medicinas para enfermos pobres.

En este período cuando se realizan mejoras en el pueblo que hasta ahora no se habían realizado y que fue necesario acelerarlas por circunstancias determinadas. Así en julio de 1911 el alcalde, don Enrique Ruiz Cabello, propone ante el pleno del ayuntamiento, la necesidad de dotar al pueblo de una red general de darros, que, partiendo de la calle Real atravesara la calle Mártires, Alhori, San Miguel, Poyo y desembocara en la calle de la Vega. Esta obra que supondría un coste de 2.000 pesetas sería sufragada
por el Gobierno Civil de Granada y sería considerada de interés prioritario por la amenaza inminente de
una invasión colérica que se extendía por todos los alrededores. Asimismo y por esta causa, se dotó al
pueblo de unos locales alejados del centro del mismo, para tratar a los enfermos infecto-contagiosos.
Una precaria economía basada fundamentalmente en la agricultura, era la base de la población. Esta ocupaba al 62,11% del total de la población activa, de ellos el 87,03% eran jornaleros, mientras que algo menos del 13% (12,96%) eran propietarios de tierras. Unido directamente a la agricultura se encontraba relacionado Análisis social del Atarfe de principios del siglo XX el Pósito, institución encargada de conceder préstamos en metálico o especie a los agricultores con el fin de fomentar y desarrollar la agricultura.

En el período que nos ocupa, los préstamos que concedía el Pósito empezaron a ser exclusivamente
en metálico, de este modo, este organismo pasa a convertirse directamente en una institución de crédito,
cuyos préstamos no siempre se destinaban a los fines para los cuales habían sido concedidos.
El Pósito en el municipio de Atarfe, estaba dirigido por una Junta Administrativa y como presidente de la misma se encontraba don Juan de Dios Osuna Rueda. Este era el encargado de dar a conocer a los vecinos por medio de un bando, que el Pósito municipal iba a repartir sus existencias entre los labradores que lo necesitasen.

Los peticionarios de estas ayudas deberían dirigir sus instancias a dicha Junta en un plazo no superior a seis días desde la publicación del bando. En esta instancia se hacía constar el número de marjales que cultivaban así como la cantidad de dinero que necesitaban. El préstamo concedido debía reintegrarse con la cosecha venidera a un interés del 4% anual. Quedaban excluidos de todo tipo de préstamos los concejales y el secretario de la corporación y los préstamos superiores a las 1.000 pesetas debían ser avalados mediante fianza hipotecaria.

En 1911 se presentaron 202 solicitudes de préstamo a la Junta Administrativa del Pósito Local de Atarfe. Estos 202 propietarios cultivaban un total de 5.851 marjales. En todos los casos se les concede aproximadamente el 59% de la cantidad solicitada, lo que suponía un total de 19.575 pesetas.

También la ganadería ocupaba un lugar preferente (8,67%), mil doscientas cabezas de ganado amillaradas destacando de manera sensible el ganado cabrio con 380 cabezas, el caballar con 360 y el lanar con 300 cabezas.

En cambio el sector industrial, aunque empezaba a despuntar, apenas si tenía importancia. El 6,63% de a población activa se dedicaba a él. De ellos el número más elevado lo representaban los trabajadores de las canteras (37,60%), los cuales generaban una riqueza importante que se veía reflejada en los presupuestos generales en el capítulo correspondiente a los ingresos procedentes de los arbitrios que sobre la piedra, ripio y tierras que se extraían de las canteras estaba establecido (una peseta el carro de piedra labrada y 50 céntimos el de tierra sin labrar).

Un 13,78% se dedicaba a la práctica de profesiones que pasado el tiempo, han dejado de practicarse: alpargatero,arriero, calderero, calero, carabinero, carretero, espartero,fogonero, guarnicionero, vituallero y un largo etc., hasta completar una lista de más de 90 profesiones realizadasen la mayoría de los casos sólo por hombres; cuatro o cinco profesiones eran consideradas exclusivas de mujeres. Estas, que representaban sólo el 5,16% de la población activa, carecían de formación y se dedicaban al trabajo como sirvientas, modistas o peinadoras y solamente en cifras absolutas sólo una de estas mujeres
tenía formación universitaria y ejercía en el pueblo de maestra.

Años más tarde, Atarfe vio crecer sus efectivos poblacionales. La industrialización que había surgido a
principios de siglo, empezó a tomar auge y paralelamente a ese crecimiento, una serie de movimientos sociales y culturales, comenzaron a surgir, siendo durante la II República cuando realizaron sus principales actuaciones.

Plumilla de D. José Osuna (1954)

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