Circula estos días un borrador de manifiesto filtrado a la prensa que busca unir a granadinos y granadinas en defensa de su tierra, lo que parece un loable objetivo.

El problema es que cuando alguien se defiende es porque recibe ataques, y quizá el texto no atine en identificar el enemigo, como también  adolece de propuestas para impulsar Granada. Ojalá un debate sosegado permita iluminarnos, porque no podemos quejarnos si no sabemos lo que queremos.

Verán, Granada tiene unas de las mayores tasas de precariedad, empleo sumergido y accidentes laborales mortales de todo el país, y evidentemente poco tiene que ver ahí el “centralismo sevillano”, sino más bien el empresariado granadino, seguramente el primero que se sitúe tras una pancarta chovinista identitaria. Precisamente para tapar sus vergüenzas, las de maltratar sistemáticamente a la clase trabajadora granadina. No lo menciona el manifiesto.
Para reivindicar Granada no es necesario ir contra nadie, huelga decir que nos gusta más la Alhambra que la Cruzcampo, pero la política no es una competición cervecera. Nuestro Ayuntamiento no se ha intercambiado como cromos en Sevilla sino en Madrid, por las mismas organizaciones políticas que después aplaudirán la pancarta identitaria futbolera. Tenemos un Ayuntamiento que es de los más endeudados de España por méritos propios, pero claro, generar un sentimiento de agravio entre la población es eficaz remedio para tapar nuestras vergüenzas. Sin embargo no vienen desde Sevilla a pintar con grafitis nuestro patrimonio histórico, ni tenemos una de las ciudades más contaminadas del país porque Andalucía nos haya convertido en su vertedero. La movilidad y los atascos, el abandono del Albaicín, la turistificación y el incremento de precios del alquiler, la ruina del comercio tradicional, las agresiones a la Vega, la suciedad que invade nuestras calles, el drama humano de Almanjáyar, la merma de servicios públicos locales, todo esto es mérito propio de la clase política Granadina. Si flaquea la aspiración de Granada como capital cultural es porque nuestro Ayuntamiento hoy por hoy no tiene un proyecto. Si 1.700 personas desempleadas de la capital dejarán de participar en un itinerario formativo de inserción laboral es por la propia incompetencia de nuestra administración local, que ni tan siquiera es capaz de despedir el año con doce campanadas. El otro día el propio Ayuntamiento de Granada entregaba a la Junta de Andalucía un penoso Plan de Grandes Ciudades Turísticas para su aprobación. Sin embargo, cada día en la cafetería, escuchamos que el origen de nuestros males está en el “centralismo sevillano” sin despojarnos de nuestros propios complejos.

Tenemos una de las mejores Universidades del país, pero nuestras empresas son incapaces de innovar, y a los jóvenes más cualificados los mandamos fuera a generar riqueza, porque si se quedan aquí lo hacen por salarios de auténtica vergüenza. Defender Granada es defenderlos a ellos, porque Granada son sus gentes.

Estos meses los granadinos y granadinasnos hemos manifestado por la amenaza de supresión de escuelas rurales, contra los recortes de personal en la sanidad, contra el cierre de la Escuela Andaluza de Salud Pública, en defensa de la gestión autónoma del Parque de las Ciencias o por la apertura de nuestro Museo Arqueológico. Pues bien, todas estas reivindicaciones no son producto del “centralismo sevillano” que desprecia Granada, son producto de un modelo de agresión a lo público y de tentativas privatizadoras. Es una opción ideológica y política, la que gobierna la Junta de Andalucía, así que frente al sentimiento chovinista que divide y enfrenta, identidad de clase y defensa de la igualdad. No deja de ser paradójico que nos sintamos agraviados por las instituciones andaluzas y salgamos a defender precisamente los servicios públicos y las infraestructuras que son producto del modelo de autonomía andaluza. Luego repito, el problema no es tanto del diseño autonómico, como de las políticas que ejecutan en cada momento los gobiernos de turno ¿Acaso no votamos los granadinos y granadinas a nuestros representantes en el Parlamento Andaluz, les exigimos responsabilidad? Insisto, los problemas que está sufriendo Granada estos meses no están derivados del centralismo andaluz, sino de las políticas neoliberales que impone la Junta y que afectan a todo el territorio andaluz. Más simple, recortan estos servicios no por granadinos, sino por públicos. Todos los andaluces y andaluzas están sufriendo los recortes, las privatizaciones y el aumento de la desigualdad social. Sí, los granadinos y granadinas también.

Promover sentimientos identitarios y de agravio es muy peligroso porque entramos en un terreno pantanoso lleno de comparaciones, enfrentamientos y sentimientos subjetivos, y entonces algo tendrán que decir nuestros vecinos de Jaén o Almería. O más cerca. Es curioso que nos quejemos los capitalinos de ser ignorados en Andalucía mientras miramos a otro lado ante la situación de olvido de nuestras comarcas de los Montes Orientales o Baza, por ejemplo.

Cuidado deben tener algunos con alimentar el bicho, que andamos sobrados de líderes supremacistas y ya solo nos faltaba otro más granaino.

Por supuesto que defiendo la descentralización política y el desarrollo equilibrado de los territorios. Las decisiones políticas en todos los ámbitos deben centrarse en corregir desigualdades estructurales y en lograr un reparto justo de recursos. Pero esos desequilibrios territoriales son producto de las desigualdades económicas y es ahí, en el modelo de reparto de riqueza y de protección de las personas, donde debe reivindicar mejoras la sociedad granadina.

Daniel Mesa es Secretario de Organización de CCOO Granada.

foto: la vanguardia

 

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