El peligroso síndrome Bosé: el papel clave de los famosos en la cadena de la desinformación

Aunque las teorías de la conspiración sobre Bill Gates, el 5G y la covid-19 ya estaban en circulación, personajes notorios como Miguel Bosé ejercen de altavoz para multiplicarlas. ¿Quién y cómo puede contrarrestar estos mensajes sin base científica?

Que todo el planeta esté esperando un remedio para poner fin a la peor crisis sanitaria que se recuerda en décadas no ha sido suficiente. Habituado a desafiar toda lógica o fundamento científico, el movimiento antivacunas ha encontrado en las circunstancias actuales –que si algo demuestran, precisamente, es la imperiosa necesidad de esa cura a la que se opone– una nueva oportunidad para dar pábulo a sus teorías.

En nuestro país, han sido personajes notorios como los cantantes Miguel Bosé o Enrique Bunbury los encargados de servir de altavoz a este discurso que asocia el virus con el 5G y las vacunas y coloca a Bill Gates como su responsable, supuestamente motivado por un afán de controlar a la población que no satisface su condición de segunda persona más rica del planeta, según Forbes.

Bosé y Bunbury han sido los primeros en España, pero teorías similares ya habían sido defendidas durante el confinamiento por otros personajes famosos como el actor estadounidense Woody Harrelson y, en definitiva, conectan con un discurso antivacunas también defendido recientemente por el tenista Novak Djokovic.

Altavoces para los bulos

Estos solo son algunos nombres de una lista de famosos más extensa, los cuales, además, simplemente recogen discursos que ya circulaban previamente en Internet y las redes sociales, tal y como prueba Maldita.es en su desmentido de las teorías contra Bill Gates y el 5G. Sin embargo, aunque su aportación cuantitativa a la difusión de estos bulos pueda ser testimonial, el altavoz que estos personajes notorios otorgan a la desinformación juega un papel clave.

Según un estudio sobre los bulos en torno a la covid-19 realizado por el Instituto Reuters y la Universidad de Oxford, aunque solo el 20% de toda la desinformación que estudiaron provenía de personajes notorios, el 69% de las interacciones en redes sociales se generaba a través de estas figuras. Con ello, el estudio afirmaba entre sus conclusiones que los famosos «continúan desempeñando un papel muy grande en la difusión de información errónea sobre covid-19″.

¿Quién los frena?

Quedando probado su notable papel en la propagación de la desinformación, en el caso de Bosé hemos podido ver diferentes actuaciones por parte de las redes sociales que les permiten (o no) hacer llegar estos mensajes a sus millones de seguidores. En esta ocasión, Facebook ha demostrado los potenciales beneficios de contar con una alianza con verificadores.

La polémica publicación de Bosé en la que desarrolla la mencionada teoría contra las vacunas ha sido etiquetada como información falsa. Algo que dista mucho de la supuesta censura que el cantante denuncia haber sufrido en la plataforma, pues pese a la etiqueta (y los consiguientes enlaces a los desmentidos de Maldita.es y EFE Verifica), la publicación sigue siendo accesible para los usuarios.

Nada similar ha sucedido en Twitter. Una plataforma que ha ilustrado en sus desmentidos y etiquetados a algunas recientes publicaciones de Donald Trump el endurecimiento de sus políticas contra el discurso del odio y la desinformación, pero que, sin embargo, no ha emprendido acción alguna contra estos tuits de Bosé.

Tras su carga contra Trump, Twitter no ha actuado frente a los bulos de Miguel Bosé

Por su parte, el Gobierno ha respondido a las afirmaciones del cantante, que también atacaban al Ejecutivo y su presidente Pedro Sánchez, a través de su portavoz, María Jesús Montero. «La ciencia es lo que nos va a sacar de esta situación», aseguró esta semana la ministra –que también cuenta con formación como médica–, aclarando que, no obstante, respetaba «todos los movimientos ciudadanos que se puedan plantear en relación con esta cuestión».

Pese a la falta de base científica del discurso antivacunas, la jurista especializada en el ámbito sanitario y farmacéutico Raquel Ballesteros reconoce que las posibles acciones legales contra este movimiento son limitadas. «No se puede obligar a la población general a vacunarse en circunstancias normales», comenta al tiempo que reconoce que «en circunstancias excepcionales como las que estamos, el Gobierno podría tener la facultad, de manera excepcional, de imponer esa vacunación obligatoria«. Además, recuerda que «hay jurisprudencia» sobre posibles «consecuencias» de no vacunarse como que «a los niños no vacunados no se les admita en guarderías o colegios».

Raquel Ballesteros: «Lo que diga un actor o un cantante sobre esta cuestión merece la credibilidad que tiene»

En cuanto a las declaraciones de Bosé, asegura que, a no ser que se trate de una autoridad sanitaria reconocida, este tipo de afirmaciones no tienen ninguna consecuencia legal pese al perjuicio que pueden suponer para la salud pública. Algo que también se ha visto probado en el terreno de los influencers, pues durante el confinamiento también hubo ejemplos de declaraciones contra el discurso científico como las de Miranda Makaroff. Unas palabras que, no obstante, no supusieron unas consecuencias legales que sí han llegado por otras acciones más concretas de este gremio como el recomendar medicamentos y remedios que deberían ser prescritos por personal sanitario, tal y como informó El País.

«Desde un punto de vista legal, lo que pueda decir un cantante se desacredita por sí mismo. Queda amparado en su libertad de expresión y me temo que no va a tener mucha más consecuencia jurídica. Lo que diga un actor o un cantante sobre esta cuestión merece la credibilidad que tiene«, sentencia Ballesteros.

FOTO: El cantante Miguel Bosé afirmaba ser «la Resistencia» en sus tuits antivacunas. /EFE

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