“Álvaro de Bayos fue mi abuelo, y muy rico se hizo en Granada con la Hermandad de la Nieve. La fundó al año y tres meses justos de que sus majestades católicas recibiesen las llaves de la ciudad por manos del último rey moro…»Mi abuelo nunca supo escribir ni leer, pero de números sabía y de nieve más que nadie. Por eso juntó tanta fortuna».

Este es el comienzo de La Hermandad de la Nieve, novela de José Vicente Pascual al que ya hemos referido en esta gacetilla. La obra trata de la saga familiar de «los neveros», un gremio dedicado al oficio del hielo y de transportar nieve desde las alturas del Muley Hacén a Granada.

La Hermandad de la Nieve no es una historia de grandes héroes, reyes, conquistadores y príncipes. Sus protagonistas son simples hombres y mujeres valerosamente entregados al afán de vivir. Ganarán su fortuna mediante un duro trabajo en lucha con la montaña y sus nieves perpetuas, se convertirán en personas respetadas, incluso temidas; y vivirán sus pasiones con intensidad propia de una estirpe de supervivientes. Durante tres generaciones que abarcan todo el siglo XVI, el gremio de neveros afrontará, además, las tremendas convulsiones sociales que padeció el reino de Granada, donde cristianos y moriscos acabarían dirimiendo sus diferencias en una crudelísima guerra civil.

El amor y el deseo, la ambición y la codicia, la bondad y el ansia de poder recorren esta novela como un susurro enredado con los vientos gélidos de Sierra Nevada, escenario sobrecogedor que puede ser tan bello como terrible, tan colmado de vida como apetecido por la muerte. La Hermandad de la Nieve es el misterio de Granada explicado sólo por quienes pueden hacerlo: aquellos que la hicieron y vivieron y nunca la poseyeron.”

Los transportadores de nieve fueron desapareciendo y creándose fábricas de hielo, como la que se hace eco esta publicidad de principios del siglo XX. La fábrica de hielo llamada Santa Ana, sita en la calle Real, propiedad de Antonio Fernández Sánchez.

Curiosidades elvirenses.

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