Inquietud y dudas en los colegios granadinos por una compleja vuelta a clase

Cinco directores de colegios e institutos públicos, privados y concertados debaten sobre sus inquietudes por la vuelta al clase en época de Covid

«Un día estábamos dando clase en las aulas y, al siguiente, preparando todo a contrarreloj para impartir las lecciones desde casa». Así cuentan los directores de colegios e institutos de Granada el «apasionante» y «complejo» reto al que se enfrentaron en el último trimestre del pasado curso, en el que la irrupción del coronavirus lo cambió todo.

«Nadie estaba preparado para algo así, pero lo tomamos como un reto y lo logramos», explica José Madero, director del instituto Arjé de Chauchina. Solo tuvieron un fin de semana para cambiar la pizarra y los pupitres por tablets y ordenadores, pero pusieron todo de su parte para evitar que la distancia fuera un impedimento para una buena calidad educativa.

Lo consiguieron con esfuerzo, trabajo y tesón. Innovando y luchando por sus alumnos, pero «sufriendo» por todo lo que estaba en juego. «Trabajamos sin descanso, saturados y agobiados y con los profesores echando muchas horas, pero lo hemos hecho posible», cuenta María Ruiz, directora del IES Padre Suárez.

El curso ha acabado, pero la incidencia del virus no. Por eso, los directores tienen un nuevo reto: preparar sus aulas para un curso presencial, como ha pedido Educación, pero con las mismas ratios e infraestructuras de siempre.

Para conocer las inquietudes, temores y desafíos a los que se enfrentan los centros, este periódico ha reunido a cinco directores de colegios e institutos públicos, privados y concertados para confeccionar el mapa que deberán recorrer el próximo curso escolar.

«Está siendo un reto apasionante porque nos obliga a reinventarnos, pero hay inquietud por cómo será la vuelta, porque nos jugamos mucho», cuenta Luis Pinto, director del colegio Fuentenueva.

Han pasado meses «complicados y poco claros». Primero escucharon al ministerio decir que deberían bajar sus ratios a 15 niños, una situación que los directores tachan de imposible. Luego, la nueva ratio se convirtió en una recomendación, pero sí que era obligatorio mantener el metro y medio de distancia, una medida «poco realista» por las características de los centros educativos.

Dudas de los directores sin respuesta

¿Qué sanciones deberán imponer a los niños que no lleven la mascarilla?

¿Cuántos profesores de apoyo les otorgará a cada uno la Junta de Andalucía para hacer frente a las nuevas necesidades por la Covid?

¿Qué materiales enviará la Junta a cada centro para evitar la brecha digital entre niños?

¿Cómo se podrá controlar las medidas de seguridad en los comedores y cafeterías?

Sin monitores en las rutas escolares, ¿cómo podrán asegurarse de que todos los niños llevan la mascarilla y guardan las distancias?

Tras esto, la Consejería les comunicó que, si no podían mantener esa distancia, los mayores de seis años deberían llevar mascarilla durante toda la jornada. «Es muy difícil que hagan caso a ese tipo de obligaciones», indica Isidro Jiménez, director del centro concertado Escolapios Cartuja.

Además, todos ellos tienen que hacer protocolos ante posibles contagios y programaciones tanto presenciales como para la educación telemática ante la posibilidad de que un rebrote haga que deban regresar a las clases a distancia.

Pero, como cada desafío, lo están afrontando con ganas. Viéndolo como una posibilidad de mejorar. «Es ilusionante porque tenemos que conseguir que, pase lo que pase, los niños reciban sus clases», indica José María de Andrés, director del colegio Mulhacén.

Todos ellos coinciden en que una mayor participación de las administraciones les allanaría el camino, pero que harán todo lo que esté en su mano para que las aulas sean un entorno seguro al que los alumnos puedan volver.

José Madero | Director del IES Arjé de Chauchina «La Consejería nos da la responsabilidad, pero no nos ayuda»

«El curso pasado tuvimos que hacer cambios de la noche a la mañana, y fue muy duro. Además, tuvimos que batallar con el alumnado absentista, que apenas participó en las clases. Ha sido un reto complicado», explica José Madero, director del IES Arjé de Chauchina y vicepresidente de la Asociación de directores de instituto de Andalucía (Adián). Para él, la educación a distancia ha permitido que puedan continuar las clases a pesar de la pandemia, pero «nunca podrá sustituir a la educación presencial».

Ante las palabras del consejero de Educación, Javier Imbroda, que aseguró que este curso iba a ser «presencial y con seguridad», Madero afirma: «Vamos a intentar implantar las medidas, pero no podemos garantizar esa seguridad por las condiciones que tienen los colegios e institutos de falta de espacio y de exceso de ratios».

Tal y como explica, la mayoría de centros tiene aulas de apenas 50 metros cuadrados en las que da clase una treintena de alumnos, lo que imposibilita ese metro y medio de distancia. «La Consejería se han escudado en la autonomía de los centros para quitarse la responsabilidad de encima. Nos la da a nosotros, pero no nos ayuda a implantar todos los cambios», incide.

Además, los directores tendrán que hacer frente a los posibles contagios que se produzcan en sus centros: «Todos los días se ponen malos unos 10 alumnos. Ahora habrá que tenerlos en aislamiento, ponerse en contacto con el centro de salud y dar el listado de todas las personas con las que han estado por si se trata de un contagio».

María Ruiz | Directora del IES Padre Suárez «No sé si podremos cumplir las medidas con las ratios que tenemos»

En el instituto Padre Suárez, el último trimestre del curso fue «muy difícil y duro». Los profesores y el equipo directivo tuvieron que trabajar el doble para conseguir cambiar su forma de educar «de la noche a la mañana». «Hemos estado saturados, no dormíamos y no sabíamos qué instrucciones seguir porque cada día salía una nueva», afirma María Ruiz. Pero, mirando la situación con la lejanía del tiempo, cree que fue un éxito.

El mismo temor que mantuvo durante ese tercer trimestre le acompaña ahora en la planificación del siguiente curso, con el añadido de que las clases vuelven de forma presencial, con la complejidad que eso supone en plena pandemia: «Tenemos que recibir algo más por parte de la administración, porque estamos volviéndonos locos para ver cómo hacemos una vuelta con seguridad, ya que no tenemos espacio para mantener la distancia. Es imposible».

Según cuenta, ha tenido que clausurar el sótano del centro ante la falta de ventilación adecuada, con lo que tendrá que subir las clases que allí se encontraban al resto de plantas, «un reto añadido más». «Tengo que transformar laboratorios en clases para poder meter niños allí, pero no tenemos pupitres suficientes», indica.

Tal y como explica, el equipo directivo siente una «gran sensación de ansiedad». «No podemos decir a los padres que cumpliremos todas las medidas porque no sé si podré hacerlo con las condiciones y las ratios que tenemos», indica. Además, asegura: «Vamos a hacer todo lo que podamos, pero es difícil garantizar la seguridad con aulas tan masificadas».

Isidro Jiménez | Director de Escolapios Cartuja «Aún no sabemos cuántos profesores de refuerzo van a mandar»

Para Isidro Jiménez, director del colegio concertado Escolapios Cartuja, los cambios del pasado curso fueron una «compleja oportunidad». Tuvieron que tomar medidas drásticas en un tiempo récord, pero les dio la posibilidad de ver «el gran potencial humano que hay». «Hemos visto mucha implicación por parte de los profesores y del equipo directivo, aunque hemos tenido una gran preocupación por la brecha digital, porque la mayoría de nuestros alumnos no tiene ordenador debido a la casuística del barrio en el que estamos», dice.

Su equipo directivo ya ha acabado todos los protocolos necesarios, pero teme que «el papel y la realidad sean muy distintas. «Tenemos que organizar grupos de convivencia, controlar las personas que entran, que los niños respeten las medidas. Tendremos que ver cómo va funcionando todo durante el curso. Ojalá vaya mucho mejor de cómo lo imaginamos», incide.

Cada paso es una piedra en el camino que deben saber sortear. Pero asegura que la inseguridad por no saber la dotación de materiales que la Junta les enviará para apoyarles lo complica todo aún más: «Ni siquiera sabemos cuántos profesores de refuerzo nos van a mandar».

Y añade: «Lo que queremos decirle a las familias es que hemos hecho todo lo que hemos podido y que vamos a hacer todo lo que esté en nuestra mano para ser un espacio seguro. Pero que necesitamos que ellos mismos sean conscientes de la necesidad de ser prudentes, para que sus hijos respeten las normas».

Luis Pinto | Director del colegio Fuentenueva «Nos estamos jugando vidas y eso nos tiene muy estresados»

«El pasado curso fue un reto en el que demostramos que, si estamos unidos, todo se puede». Luis Pinto, director del colegio público Fuentenueva, afirma que tuvieron que cambiar el sistema de trabajo en apenas unas horas a costa de mucho esfuerzo y preocupación, pero que el resultado les hace sentirse «muy orgullosos».

Con el pasado curso ya superado, la vuelta a las aulas en septiembre se presenta como un «reto apasionante» por la complejidad de esta nueva situación. Sin embargo, cuenta con la dificultad de mantener las distancias y las medidas de seguridad con la mismas herramientas y ratios que tienen desde hace años. «No hay estabilidad en las plantillas, y eso es un problema añadido. En nuestro centro, por ejemplo, se tiene que ir mi jefa de estudios y puede ser que el próximo curso nos quedemos sin ella, cuando la necesitamos y ella misma no quiere irse», explica.

La Consejería de Educación les ha pedido, como al resto de centros, realizar protocolos y planes, pero con las mismas instalaciones y ratios que en años anteriores: «Nos estamos jugando vidas y eso nos tiene muy estresados, porque estamos en una posición muy complicada».

Tal y como asegura el director, algo tan sencillo como lavarse las manos, llevar la mascarilla y mantener la distancia es una tarea muy difícil de imponer entre los jóvenes, y más aún en entornos como los comedores o recreos: «Las propias familias son las que se tienen que sensibilizar y enseñar a sus hijos la importancia de respetar esas normas de seguridad».

José María de Andrés | Director del colegio Mulhacén «Las familias se deben concienciar sobre el respeto de las medidas»

En el colegio privado Mulhacén, los programas y aparatos electrónicos con los que contaban antes de la pandemia facilitaron la implantación de las clases a distancia. «Cuando tuvimos que prepararlo fue complicado. El comité directivo durmió poco ese fin de semana, pero hicimos todo lo posible para acompañar a las familias y que ellos tuvieran la tranquilidad de que íbamos a estar con sus niños», indica José María de Andrés, director del centro.

«A mí me parece que ha sido una experiencia súper buena. Ante esta situación, hemos tenido que cambiar algunas cosas, pero ha potenciado la innovación y la creatividad», asegura de Andrés.

Ahora, se enfrenta a la preparación de un curso que tacha de «apasionante». «Tenemos retos importantes por delante como el comedor y las rutas escolares, pero estamos poniéndole solución. Por ejemplo, en las rutas vamos a medir la temperatura a cada niño antes de subir para ver si se ha podido contagiar», indica.

«El número de horas que estamos echando es enorme. Es verdad que tenemos incertidumbres por si un niño se contagia, pero trabajamos en base a las pautas que nos ha dado la Consejería, que son la distancia de seguridad, las mascarillas, el hidrogel, entre otros», explica. Además, asegura que en su centro han contratado un servicio mediante el que tienen contacto directo con un pediatra si algún menor presenta síntomas. Y afirma: «Es importante que concienciemos a las familias sobre la importancia de respetar las medidas, ya que el centro y los hogares debemos ir de la mano».

 

 

SARAI BAUSÁN GARCÍA Granada

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