La movilidad sostenible en ciudades y carreteras es posible y estas son sus claves
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 son el marco de la movilidad sostenible del futuro
Por el bien de nuestro planeta, la movilidad y la sostenibilidad están obligadas a llevarse bien. Que el mundo está cada vez más urbanizado y poblado es una realidad, y la movilidad de cada individuo, tanto la suya como la que genera a su alrededor, ha de alcanzar un alto nivel de sostenibilidad para no pasarle factura al medio ambiente. Y mientras que se alcanza, es responsabilidad de las instituciones, las empresas y los ciudadanos trabajar en conjunto para conseguir este objetivo común.
La ONU, entre sus Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados en la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, destina concretamente el Objetivo 11 a obtener ciudades y comunidades sostenibles, pues está previsto que de aquí a una década el 60% de la población mundial viva en ciudades. Grandes urbes donde se crea alrededor del 70% de las emisiones de carbono mundiales y más del 60% del uso de recursos, donde la movilidad juega un papel fundamental.
Cada organismo, cada entidad y cada individuo tiene su responsabilidad para conseguir una movilidad más sostenible en nuestras ciudades y carreteras, con unos beneficios a corto y largo plazo tanto ambientales como económicos, sociales y de tránsito. Por lo que al final la movilidad sostenible ayuda a reducir la contaminación atmosférica y acústica, a rebajar el consumo de energía, a disminuir el tráfico y a preservar la salud de cada uno de nosotros.
El Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, con el fin de conseguir una movilidad cada vez más sostenible, ha diseñado la Estrategia de Movilidad Segura, Sostenible y Conectada 2030, también conocida como es.movilidad. Este plan será el marco que guiará el debate de la movilidad en España y supondrá, o se espera que suponga, grandes cambios que se han visto motivados por la masiva introducción de la tecnología en la movilidad, la necesaria descarbonización de la economía y la alta densidad poblacional de las ciudades, con sus consecuencias en la salud de las personas.
Esta estrategia guiará las actuaciones del MITMA en materia de movilidad, infraestructuras y transportes en los próximos 10 años, y estará basada en tres pilares fundamentales: la seguridad, con la que se protegen las personas, los bienes y las infraestructuras; la sostenibilidad social, económica y medioambiental, a base de fomentar los transportes limpios y la economía circular; y la conectividad, tanto tecnológica como mediante la transformación del sector transportes.
Una conectividad —también multimodal— en la que se ven implicadas todo tipo de empresas. Y donde la plataforma de Empresas por la Movilidad Sostenible tiene mucho que decir. “Somos un punto de encuentro que agrupa y pone en contacto a aquellas organizaciones que apuestan por impulsar una movilidad sostenible”, explica May López, directora de desarrollo. “Nuestro objetivo es hacerla posible, conseguir un verdadero cambio, guiando a las empresas y creando sinergias entre compañías para conseguir una movilidad sostenible de sus empleados, sus mercancías o sus servicios”. En definitiva, una herramienta que cumple con las necesidades del Objetivo 17 de los ODS, en el que se crean alianzas para hacer posibles el resto de Objetivos. “Por ejemplo, dos de nuestros miembros, como son Fieldeas y Repsol, trabajan juntos gracias a la plataforma al digitalizar la primera toda la cadena de suministro de la segunda, con el ahorro que eso supone”, apunta López. “Además, claro, de asesorar a través de nuestra experiencia a todas aquellas empresas que no tienen claro cómo ha de ser su estrategia en relación con los ODS, sugiriendo una economía circular, un cambio de flota, un cambio de movilidad de sus empleados o mercancías, o lo que sea necesario”.
La movilidad sostenible de las ciudades es una de las prioridades que Europa ya ha puesto en marcha pues, como se recoge en los ODS, el sector del transporte debe ser incluido en cualquier política efectiva en respuesta al cambio climático. Una mejora que repercute directamente en las condiciones de vida de la ciudadanía, en la reducción de la contaminación y en el cuidado de la economía.
Iniciativas hay muchas, e incluso algunas ya las podemos encontrar en nuestras ciudades, pero todas se centran en adaptar los hábitos de movilidad tanto de los ciudadanos como de todos esos transportes que sus necesidades generan a su alrededor.
Sin ir más lejos, la bicicleta está haciendo grandes favores a la movilidad sostenible, algo que se ve empujado y facilitado con el bike sharing o las bicicletas compartidas por un periodo de tiempo, tanto a través de servicios públicos con puntos de estacionamiento como mediante bicicletas inteligentes equipadas con GPS. Vitoria, Barcelona y Sevilla son buenos ejemplos de su adaptación para facilitar el ciclismo, y en Copenhague las bicicletas inteligentes son capaces de recoger información sobre el ruido, la temperatura ambiente y la humedad que nos rodea.
En la misma línea, pero un paso más allá, el car sharing y el moto sharing están cada vez están más implantados en las grandes ciudades. El alquiler de vehículos eléctricos de uso compartido y tarificación por minutos reduce las emisiones y quita vehículos privados del tráfico diario. Por su lado, el car pooling, o los vehículos en los que compartimos el trayecto con otros usuarios, también ahorra emisiones innecesarias de CO2 a la atmósfera.
Si a esto le sumamos una movilidad inteligente, en la que el uso de la tecnología y las aplicaciones móviles nos pueden informar sobre el estado del tráfico, el estado de las carreteras en tiempo real o el horario de llegada de los transportes públicos, facilitando así su uso, también se facilita que nuestros desplazamientos sean más responsables y sostenibles.
Y como el estacionamiento en las ciudades siempre es un quebradero de cabeza que hace a los usuarios recorrer más kilómetros de los deseados, con la contaminación extra que eso supone, también existen aplicaciones que permiten ver dónde hay plazas de aparcamiento disponibles, de manera que se evita un desplazamiento innecesario en busca de aparcamiento.
Fuera de la ciudad, la movilidad interurbana juega también un papel fundamental al recibir millones de desplazamientos diarios. En este sentido Abertis, como uno de los mayores grupos mundiales en gestión de infraestructuras de transporte por carretera, desempeña una labor esencial en el desarrollo económico y sostenible de las autopistas en busca de soluciones para frenar los problemas asociados al incremento del tráfico mundial, como la propia contaminación. Por otro lado, el compromiso de Abertis con los Objetivos de Desarrollo Sostenible sitúa a la compañía frente a los ODS 3 y 4, lo que lleva al grupo a conseguir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible, así como a fomentar la innovación apoyando el desarrollo económico y el bienestar humano, empleando tecnologías más respetuosas con el medio ambiente. Esto se ha logrado mediante un acuerdo con la UNESCO y la implantación del Centro UNESCO para las Reservas de la Biosfera Mediterránea, y otro con UNICEF para luchar contra los accidentes de tráfico en niños.
Para conseguir unas carreteras sostenibles las nuevas tecnologías también pueden ser aplicadas para lograr unas vías cada vez más inteligentes. Autopistas que podrían interactuar con el conductor y ser a la vez sostenibles con el medio ambiente. Aunque las soluciones puedan parecer lejanas y futuristas, la realidad es que la tecnología ya permitiría avances como emplear pinturas fotosensibles en las marcas viales que iluminen la vía durante la noche, pudiendo recargarse con la luz solar durante el día. También se estudia la posibilidad de generar energía mediante el empleo de turbinas que aprovechen el aire provocado por los propios vehículos a su paso, o incluso de emplear carriles exclusivos para coches eléctricos que puedan recargar sus baterías mientras se conducen, haciendo así de la propia carretera un elemento más sostenible.