Es el momento de recuperar el tiempo perdido y de hacer valer todo el potencial que tenemos

Hay hechos que al hacerse realidad son incuestionables y es de justicia reconocerlos. Algo tan simbólico como que la fuente de la plaza Bibataubín vuelva a verter agua después de tres décadas de sequía o que el Maristán iniciara las obras de rehabilitación a principios de 2020 tras años de ostracismo o que hace unos días se inaugurara el primer tramo del eje Arabial-Palencia después de sucesivas promesas incumplidas y también la segunda circunvalación, demuestran que algo está cambiando en Granada o mejor dicho, a favor de Granada.

Y no es que se esté ahora beneficiando a nuestra ciudad o se le esté haciendo un favor en perjuicio de otras, sino que se están comenzando a enmendar años de indiferencias gestadas entre administraciones por continuos enfrentamientos políticos que echaban, en el mejor de los casos, numerosas iniciativas al lento y denso rodar de la burocracia, que en ocasiones derivaba en el olvido y abandono de algunas de ellas. El progreso conlleva cambios, plantear propuestas nuevas que hagan avanzar a la sociedad en equipamientos, infraestructuras o acciones sin caer en el recurrente subterfugio de que al ser una ciudad de incuestionable valor paisajístico y patrimonial todo deba petrificarse bajo un halo de formol o de una espesa niebla que paralice cualquier propuesta innovadora por miedo a que se disipe cierto encanto.

El arte de la política se sustenta en el diálogo, en el consenso, en la cesión entre partes para lograr un punto intermedio. Ahora, Granada está viviendo ese equilibrio entre fuerzas políticas, y desde ahí, desde esa equidistancia respetuosa es desde donde se consigue lanzar actuaciones que puedan modernizar nuestra ciudad.

Entre esos proyectos hay que citar el de Romayla. Una intervención necesaria que permitirá recuperar uno de los espacios más dejados históricamente de la ciudad, a los pies de la ciudad palatina de la Alhambra. El proyecto, redactado por arquitectos municipales, acomete unas obras adecuadamente sopesadas e integradas armónicamente con el entorno, como lo atestiguan todos los estudios favorables y, más recientemente el beneplácito del propio Colegio Oficial de Arquitectos en un informe absolutamente esclarecedor.

Cualquier proyecto puede ser mejorable y siempre existirán otras opiniones y en estos momentos, cuando ya se han superado todos los plazos de exposición pública y teniendo además en cuenta que todo lo diseñado tiene la característica de reversibilidad, creemos que se debería realizar esa actuación que redundará en el embellecimiento de una de las calles con mayor encanto del Mundo.

En el mismo sentido la Junta de Andalucía, se ha comprometido, poniendo nombres y cifras, a iniciar un conjunto de acciones al amparo del Plan Alhambra. Una iniciativa que emana de ese sentimiento tan arraigado en Granada por el que los recursos procedentes del monumento nazarí debían destinarse a recuperar y embellecer el extenso patrimonio de la ciudad, tal y como reiteradamente invitan las cartas que la Unesco publica con el propósito de que el reconocimiento de un espacio como Patrimonio de la Humanidad tiene como finalidad su promoción, recuperación y mantenimiento. Casi quince millones de euros procedentes de este plan irán destinados a actuaciones (legendarias reivindicaciones vecinales) que el Ayuntamiento desarrollará principalmente en el Albaicín; recordemos que este barrio fue incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad hace 26 años, como ampliación de la Alhambra y el Generalife (1984) y que, por tanto, todo este conjunto debe contemplarse como un único e indivisible espacio patrimonial en donde la ciudad palatina se ve complementada en su singularidad con un entramado urbano habitable de excepcional valor arquitectónico. Motivo por lo que también resulta equívoco elevar la voz de alarma cuando se argumenta intencionadamente que esos fondos ponen en riesgo el propio sustento de la Alhambra; los remanentes de tesorería pueden destinarse a tales fines, igual que en su día iban a ser destinados a financiar el proyecto del Atrio, cuyo coste se estimó en unos 45 millones de euros.

Granada tiene el derecho a despertar de su letargo. De sacar de los cajones proyectos y darles vida, ahí están propuestas tan valientes como útiles para el porvenir de esta tierra que merecen ser discutidas antes de descartarlas sin más: la ampliación de la estación de Sierra Nevada, el tren al puerto de Motril, la recuperación de la Vega con un nuevo POTAUG que haga visible y articule la realidad de un área metropolitana, la ampliación del metro al resto de los municipios del cinturón, forjar una candidatura sólida para la Capitalidad Europea de la Cultura 2031, desestancar de una vez para siempre las canalizaciones de la presa de Rules, la expansión de Parque Tecnológico de la Salud con el fin de acoger empresas punteras en biomedicina y nanotecnología y como no, culminar la consecución de ese proyecto monumental y extraordinario que supone el Acelerador de Partículas IFMIF-Dones.

Todas ellas, iniciativas que deben de estar en la agenda de Granada para los próximos años, oportunidades que Granada no puede dejar escapar teniendo como simiente la actual alianza política entre el ayuntamiento y la Junta de Andalucía, a la que hay que intentar sumar al Gobierno Central.

Nuestro grupo Granada Futuro lleva años reclamando unidad para afrontar proyectos y lamentando la apatía que los políticos suelen mostrar por Granada. Creemos que es el momento de recuperar el tiempo perdido y de hacer valer todo el potencial que tenemos. Por ese motivo, y sabiendo que 2020 ha sido un año desventurado, debemos afrontar nuestro futuro con algo más de optimismo.

Como en los juramentos, esperamos y confiemos, que nuestras autoridades sepan estar a la altura de la ocasión y si no es así, que la sociedad se lo demande.

Firmantes

José Mª Aguilar Ing. de Caminos, empresario; Luis Curiel empresario; Pedro Ferrer Ing. de Caminos, funcionario; Salvador Frutos Economista; Fernando Girón Ing. de Caminos, empresario; Emilio Gómez Villalba Ingeniero Industrial; Enrique Hernández Salas Economista; Emilio Herrera, Arquitecto; Enrique de la Higuera Abogado, Pte. Asoc. Empresarios Sierra Nevada; Juan Miguel Mtnez. Cañavate empresario; Juan José Nievas Aranda Ing. Industrial; Segismundo Nogueras Ing. Agrónomo, empresario; Antonio Perera, Economista; Ignacio Pozo; Agustín Ruiz Robledo Catedrático de Universidad; Miguel Valle, Arquitecto; Manuel Vizcaíno Ing. de Caminos, funcionario.

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