La RAE desagravia a María Moliner 40 años después de su muerte

«Me apena que no fuera académica, cuando bien lo merecía, y me alegra reconocer los enormes méritos de su obra», afirma Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española

Cuarenta años después de su muerte, la Real Academia Española (RAE) desagravia a María Moliner, que falleció a los 80 años en Madrid el 22 de enero de 1981, y reconoce la injusticia que supuso no acogerla en su seno y el enorme mérito de su monumental obra. Así lo admitió este jueves el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, en el acto de homenaje a Moliner que acogió la Biblioteca Nacional, impulsado y presidido por la vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo. «Me apeno de que no fuera académica cuando bien lo merecía por el trabajo que hizo, y me alegra celebrar y reconocer los enormes méritos de su obra», afirmó Muñoz Machado.

El director de la RAE glosó en una intervención no prevista la figura de la legendaria filóloga y bibliotecaria, autora del no menos legendario Diccionario de uso del español, y a quien la RAE cerró sus puertas en 1972 en favor de Emilio Alarcos. «No somos culpables de la discriminación de las mujeres sabias. La RAE no es la única institución que mantuvo la injusta tradición de no admitir mujeres», dijo Muñoz Machado recordando otra clamorosa exclusión, la de Emilia Pardo Bazán. «La escritora más importante de la literatura española de los últimos siglos no pudo entrar en la RAE a pesar de contar con muchos apoyos», agregó.

Machismo recalcitrante

«No es la RAE la culpable de un machismo recalcitrante que existía desde hace mucho y que se podía haber paliado cuando apareció María Moliner», insistió Muñoz Machado. «Tenía mérito más que sobrado para estar en la RAE, pero no todos los que lo tienen acceden a la institución», admitió. «Hay 46 plazas y muchas más personas con méritos. Ahora que conmemoramos a María Moliner, cabría decir que era la más digna representante del sillón 47, ese que nunca ocupan los que tanto lo merecen», reconoció.

«Fue injusto e injustificable que María Moliner, no formara parte de la RAE, como Emilia Pardo Bazán o Gertrudis Gómez de Avellaneda» coincidió Carmen Calvo. «Este es un homenaje sencillo pero de enorme enjundia que reconoce la aportación de Moliner a nuestro idioma, a la cultura, a los libros y a las bibliotecas», agregó la vicepresidenta.

«La pandemia no nos puede imponer la desmemoria, que como decía María Zambrano, es una enfermedad colectiva en la que no podemos caer, y menos en tiempos de fragilidad, de modo que este acto es una especie de rito civil para decirle al país que tenemos una enorme deuda de gratitud con María Moliner», dijo Camen Calvo. «Ella, como Concepción Arenal, nos representa a todas, evidenciando de manera palmaria la igualdad intrínseca entre hombres y mueres que se nos ha negado durante toda la historia en un sistema injusto contra nosotras» agregó.

«La memoria democrática de estas mujeres supone una llamada de atención al trabajo que nos queda a todas nosotras, que como parte de democracia, nos sentimos plenamente ciudadanas. María Moliner nos pertrecha de prestigio, fuerza y legitimidad para hacer el trabajo que ahora nos toca, cada una en nombre de las demás, del país y también de los hombres», propuso Calvo. «María Moliner sabía que un país se la juega con sus aulas y sus bibliotecas, y ahí nos la seguimos jugando», aseguró la número dos del Gobierno, que celebró el trabajo que realizó Moliner en «todas las bibliotecas pequeñas del país en las misiones pedagógicas de la II República».

Se comprometió Calvo a proteger la memoria de «las grandes mujeres de España» cuyas aportaciones suponen un «manifiesto» de que «la igualdad es una realidad que el machismo sigue negando en la historia». «Esta es la mejor manera de hablar de la igualdad», concluyó.

De afección republicana, María Moliner vio truncado por la Guerra Civil su proyecto de sistema bibliotecario. Tras la conflagración, fue degradada hasta 18 niveles en el escalafón funcionarial y centró sus esfuerzos en su mítico diccionario. Formada como filóloga y lexicógrafa en el Estudio de Filología de Aragón, había ingresó por oposición en 1922 en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos y comprometida con su profesión, impulsó la creación de una red de bibliotecas rurales.

 
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