No elegimos el lugar de nacimiento, tampoco el nombre que nos adjudican al nacer y, a veces, no tenemos mucha suerte con ello. Lo veremos posteriormente con el hecho que le sucedió a mi amigo Agapito.

La toponimia de la geografía española da para una enciclopedia. La lista de topónimos curiosos, extraños, simpáticos o enrevesados es interminable. Podríamos elaborar una relación de pueblos según los significados de sus nombres. Hay pueblos con nombres de alimentos como Pepino, Cebolla y Membrillo en la provincia de Toledo o Ajo en la de Cantabria. Los hay también que dan miedo como Los Infiernos en Murcia, La Matanza en Alicante o Sacaojos en León. Otros tienen nombres guarrillos como Guarromán en Jaén o Puercas y Cerdillo en Zamora. Algunos han cambiado de nombre por este motivo, por ejemplo el pueblo de Asquerosa en Granada, que pasó a denominarse Valderrubio o el pueblo de Pocilgas en Salamanca, que pasó a llamarse Buenavista. Hay un pueblo en la provincia de León cuyo nombre sugiere que podemos hacer en él lo que nos venga en gana, sin miedo a multas o a que nos juzguen, se llama Villalibre de la Jurisdicción. Otro, en la provincia de Córdoba, nos avisa de lo que nos puede ocurrir si entramos en él, se denomina Salsipuedes. En la provincia de Zaragoza, hay un tercero, que nos indica directamente que no vayamos, por lo que pueda pasar, su nombre es Novallas. Para los que les guste el ligoteo, cuentan con pueblos como Tías en Lanzarote, Parderrubias en Pontevedra o Tocón en Granada.

Como estamos inmersos en plenas fechas carnavalescas, en las que se permite la transgresión y en las que el humor y el sexo tienen su protagonismo, también hay pueblos cuyos nombres tienen estas connotaciones. Uno de ellos es Espolla en la provincia de Gerona. Pueblo digno de figurar en el libro “Dejaos de pollas, vallamos a pollas” de nuestro amigo Andrés Cárdenas. Conozco este pueblo porque mi amigo Agapito, que era de allí, hizo la mili conmigo en Viator (Almería). Entonces el servicio a la Patria era obligatorio. Cuando llegamos al Campamento, el Capitán nos formó para pasar lista. Al nombrarnos, cada uno debía decir el pueblo donde residía. Cuando le tocó a Agapito, el Capitán dijo, “Agapito de la Olla”; y él le respondió, “A sus órdenes mi Capitán, soy del pueblo de Espolla”. Allí se formó la de Dios, todos los reclutas, con su Capitán al frente, se descojonaban de risa.

Otro pueblo con evocación sensual es Pelabraga, perteneciente al municipio de Langreo en Asturias. Su nombre sugiere que las prendas que se usan para tapar las zonas íntimas están hechas de algún material que deja estas partes más pelonas que el culo de un mandril.

También existen otros con las mismas características como Villapene en Lugo, Villaconejos en Madrid, Bustelfollado y El Pito en Asturias, Seno en Teruel, Berga en Barcelona o Poyales del Hoyo en Ávila. Como ven hay para todos los gustos.

Espero que con esta carta, además de aprender geografía, nos hayamos divertido un poco con los nombres de nuestros pueblos. Es lo que pretendíamos.

 

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