¿Cómo poner límites a los hijos/as?

Poner límites a los hijos es imprescindible para que aprendan a adaptarse a la vida. Los límites son necesarios para convivir pacíficamente en la familia y adaptarse a nuevos entornos como la escuela, el grupo de amigos, etc. La falta de límites puede favorecer la aparición de problemas realmente graves en la adolescencia.

La forma en que enseñamos a nuestros hijos muchas veces se hace difícil de valorar. A continuación os facilitamos algunos consejos que esperamos os sean de utilidad:

¿Cómo hemos de establecer las normas?

  1. Han de tener sentido: Cuanto más evidente sea el sentido de una norma más fácil será que el niño la acepte y la aprenda. Una norma con sentido es cumplir el horario para irse a dormir porque nuestro cuerpo necesita una cantidad determinada de horas de sueño.
  2. Han de ser claras: Hay que mostrarles brevemente pero con mucha claridad lo que se debe y lo que no se debe hacer. Por ejemplo: “Hay que lavarse los dientes antes de dormir.” “No hay que pegar al hermanito.”
  3. Explicar el porqué: Si no les decimos el porqué de las cosas es mucho más fácil que, por no entender la utilidad, se les olvide o simplemente no le den importancia. Por ejemplo: “Si no nos lavamos los dientes se hacen caries y eso duele mucho.”
  4. Breves: El objetivo es que lo entienda. No tenemos que exagerar las explicaciones ni justificarnos en exceso. Si nos enrollamos demasiado perdemos fuerza.
  5. Tono firme: No mostrar duda o indecisión cuando se explica una norma.
  6. Dar ejemplo: A los hijos hay que ir mostrándoles con el ejemplo como se hacen las cosas. Si no somos coherentes y nosotros mismos incumplimos las normas ellos también las incumplirán cuando puedan. Es poco probable que nos hagan caso cuando les pedimos que sean ordenados si nosotros no lo somos.
  7. Priorizar: No tiene sentido exigirle más de lo que puede hacer o querer modificar de un día para otro todo lo que hemos estado consintiendo durante mucho tiempo. Empecemos por establecer una lista de qué es lo más importante y urgente y vayamos estableciendo las nuevas normas progresivamente.
  8. Pactar: Si hay alguna situación que desmotiva especialmente a nuestros hijos podemos ayudarles ofreciéndoles varias alternativas y pactando las normas entre varias opciones que nosotros consideremos razonables. Pero hemos de tener muy claro que, durante la infancia y buena parte de la adolescencia, deciden los padres. Los hijos aumentan su libertad de decisión con la edad, a la vez que aumentan sus responsabilidades.
  9. Han de acarrear consecuencias: Es importante que tengamos pensado qué va a ocurrir si nuestro hijo desobedece las normas. No se trata tanto de buscar castigos, sino de establecer consecuencias. No estamos reprobando al hijo sino la conducta. Esas consecuencias son los límites que uno encuentra cuando incumple la norma.

¿Cómo han de ser los límites?

  1. 1.    Coherentes: Han de ser consecuencias proporcionadas a la conducta y relacionadas con lo que ha ocurrido. Por ejemplo si ha pegado a su hermano podría ser bueno que le pidiera disculpas, explicara por qué lo ha hecho y buscara otras alternativas para solucionar el problema. Le podemos ayudar a hacer estas reflexiones. Si se niega o repite reiteradamente la conducta podemos hacerle que se calme en el “rincón de pensar.” Establecer un “rincón de pensar” o un “rincón para calmarse” puede ser un buen recurso para muchas situaciones.
  2. 2.    Inmediatos: Lo más cercanos posibles a la conducta para que el niño asocie la conducta a sus consecuencias. Si van muy separados el niño puede haber olvidado lo que ocurrió, lo que sentía, porqué lo hizo y todas las circunstancias que pueden volver a repetirse. Si aplicamos los límites inmediatamente es más fácil que el niño asocie conducta-consecuencias.
  3. 3.    Rigurosos: Los límites prioritarios deben hacerse cumplir siempre. Cuantas más excepciones hagamos menos eficaces serán. Por eso es importante tener bien establecidas las prioridades.
  4. 4.    Estar establecidos de antemano: El niño ha de saber lo que ocurrirá si no cumple una determinada norma. Si improvisamos las consecuencias nos será mucho más difícil conseguir aceptación por parte del niño.

Por último es importante tener en cuenta que los niños crecen. Se hace cada vez más difícil que acepten normas nuevas, que nunca antes habían tenido que cumplir o que acepten un rol con menos privilegios.

Conforme crecen van reclamando ser tenidos en cuenta y ser valorados cada vez más como adultos, como iguales. Cada vez más rechazan la autoridad y la superioridad del adulto. Si no han aprendido normas esenciales de convivencia en la infancia va a ser muy delicado mostrarles los límites en la adolescencia. Sienten su identidad atacada con más facilidad y se refugian en el grupo de amigos por lo que los padres pierden parte de su influencia.

Si tu hijo muestra un comportamiento que os desborda es recomendable acudir a un profesional para pedir ayuda externa cuanto antes. Hay que descartar que vuestro hijo esté sufriendo algún trastorno que pueda ser confundido con falta de límites o una mala educación. Por otro lado hay temperamentos que, sin sufrir ningún trastorno, son muy difíciles de tratar y un buen asesoramiento os puede evitar problemas en el futuro.

Si te ha parecido interesante este artículo y te encuentras en una situación similar, descubre que más podemos hacer por ti para ayudarte a comprender las emociones y sentimientos de tus hijos durante y tras una separación aquí.

Cristina García Desplat

A %d blogueros les gusta esto: