Con la venta de la sede de Génova no se borra ese pasado de un plumazo, porque la corrupción no se quedará pegada en sus paredes

Sin sorpresas  en las declaraciones en el juicio por la caja B del Partido Popular. Declararon, por la tarde, los expresidentes José María Aznar y Mariano Rajoy y no hubo sorpresas en ninguno de los dos casos ni en lo que dijeron ni en cómo lo dijeron.

 

En el cómo, Aznar siguió mostrándose con la misma soberbia de siempre, como si nada hubiera pasado desde que dejó la presidencia del Gobierno, como si no se hubiera sentenciado ya sobre la corrupción de su partido, como si no se hubieran demostrado, también judicialmente, algunas de sus mentiras como la del 11-M. Él sigue mostrándose tal y como era antes, tal y como era cuando fue desalojado del poder, precisamente por eso.

Y Rajoy también fue Rajoy, con su tono habitual de señor que pasaba por allí. Alguien que no sabía absolutamente nada de lo que pasaba en su partido, a pesar de llevar en el partido casi desde que era pequeño. No se enteraba de nada, ni de cómo se costeaban las campañas electorales que el mismo dirigía, ni de lo que se pagaba a quién ni cómo. De hecho, no se ha enterado tampoco de la existencia de sentencias judiciales que acreditan la existencia de esa caja B. En definitiva, que Rajoy no se ha enterado de por qué una moción de censura le sacó de Moncloa.

Los dos siguieron el mismo guion que ya habían escenificado los ex secretarios generales del partido que habían declarado el día anterior. Bárcenas actuaba por su cuenta y riesgo, los más altos responsables del partido estaban a sus cosas y no se detenían a mirar los números. Y así es muy difícil que el Partido Popular consiga pasar página de la corrupción, como pretende Pablo Casado.

Con la venta de la sede de Génova no se borra ese pasado de un plumazo, porque la corrupción no se quedará pegada en sus paredes. Génova es solo el símbolo de una manera de entender la política y el poder que el PP no consigue desterrar. Al contrario, operaciones como la de Murcia, con el exhibicionismo más impúdico del transfuguismo, apuntalan, precisamente, esa forma de entender la política. El nuevo PP se parece demasiado al viejo PP.

Àngels Barceló

FOTO: Àngels Barceló | El nuevo PP se parece demasiado al viejo

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