Trump, al final de su mandato, decidió (acuerdos de Abra- hám), la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara occidental, contraviniendo el mandato de las Naciones Unidas, a cambio del reconocimiento del Estado de Israel. En dichos acuerdos, apoyaba, también, el plan expansionista de Netanyahu, oponiéndose al consenso internacional existente, y llevando a Israel y Palestina a un nuevo enfrentamiento.

El conflicto de Ceuta es el eslabón, por tanto, de una lucha estratégica: la consecución de la soberanía del Sáhara occidental. Marruecos está presionando para que Joe Biden confirme el regalo que les hizo su antecesor, y para que España y la UE se adhieran a dicho acuerdo. Además, el día anterior a lo de Ceuta, miles de marroquíes se manifestaban, en varias ciudades, en favor de los palestinos y en contra de la normalización de relaciones con Israel, lo cual trastocaba los planes del Gobierno alauita.

En este contexto, Marruecos ha utilizado el ingreso, en un hospital español, del presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), que España no reconoce, Brahim Gali, gravemente enfermo de la covid-19, al que se atendió por razones estrictamente humanitarias, para lanzar una dura advertencia al Gobierno español, invitando, con engaños, a jóvenes y niños a que llegasen a nado hasta Ceuta. Marruecos se ha vuelto a equivocar, como ocurrió con la invasión de Perejil, y ha incrementado el estereotipo de ser un vecino no fiable, demasiado voluble, y poco escrupuloso en la defensa de la legalidad internacional.

Ante esta situación, el Gobierno, aunque con algunos errores, ha actuado con prudencia y mesura. El presidente del Gobierno y los ministros afectados han visitado Ceuta, se ha enviado al Ejército y a la Policía, y se ha devuelto, a su país, a todos los adultos. Los niños, cuyos padres han sido localizados, también han vuelto, y los demás se ubicarán en centros de diferentes comunidades autónomas. El comportamiento de las fuerzas de seguridad y de los voluntarios de Cruz Roja ha sido modélico. En concreto, la voluntaria de cruz Roja, Luna, ha saltado las fronteras para convertirse en un modelo de acogida y humanidad.

Tanto la presidenta de la Comisión Europea como el Alto Representante han respaldado plenamente al Ejecutivo español, al considerar agraviada a toda Europa, pues Ceuta es frontera europea. Además, toda la prensa internacional ha arremetido duramente contra Marruecos y ha destacado la prudencia de la diplomacia española.

Respecto a la oposición, aunque al principio culpó a Marruecos, después responsabilizó al Gobierno de la crisis diplomática. Lo que podría haber servido para que Casado afirmara su papel como hombre de Estado, defendiendo a España frente a una agresión exterior, no se ha producido. Ha preferido arremeter contra el Gobierno, responsable, según él, de lo ocurrido. De la agresividad y las medidas desaforadas de Vox, mejor no hablar.

Aunque el Gobierno tendría que haber avisado a Marruecos de la hospitalización del líder polisario, y tendría, también, que haber mantenido un diálogo más fluido con la oposición, las cuestiones de Estado exigen que los partidos dejen a un lado sus desavenencias y actúen conjuntamente. Las relaciones internacionales son políticas de Estado y tienen que ser respaldadas por todos, pues los desacuerdos solo sirven para debilitar a España, como está ocurriendo en este caso.

https://www.ideal.es/opinion/ultimos-coletazos-trump-20210527232618-nt.html

 

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