El «engaño» de los plásticos biodegradables: misma huella ecológica y mismo impacto en la salud

Una investigación de Amigos de la Tierra analiza el impacto ambiental de los denominados bioplásticos y reclama medidas para controlar este tipo de etiquetas de envasado por generar confusión a los consumidores.

 

 El problema del plástico y su gran huella contaminante ha puesto en jaque a la industria del envasado, que trata de reinventarse y cambiar su imagen. Una de las últimas estrategias de las compañías de alimentación es la promoción de recipientes que se autodefinen como biodegradables, un término que indica a los consumidores que el impacto ambiental del producto es menor y que su capacidad para degradarse o reciclarse es mayor. Sin embargo, existen ciertas dudas sobre la veracidad de este tipo de etiquetas, cada vez más extendidas en los supermercados. ¿Hasta qué punto son menos dañinos para el medio ambiente estos recipientes de plástico?

El estudio Bio-fake: el engaño de los bio-plásticos, publicado este miércoles por Amigos de la Tierra, analiza todas las aristas de estos materiales, desde su composición hasta las consecuencias ambientales que puede tener fabricar envases de un plástico compuesto por materiales vegetales. La exhaustiva investigación de la ONG ecologista sostiene que, de los recipientes analizados con esta etiqueta, tan sólo alcanzan a tener un 25% de su composición de origen biodegradable, es decir, fabricada a base de componentes sacados de plantaciones de maíz, celulosa, patata o caña de azúcar. El 75% restante se compone de polímeros industriales convencionales fabricados a base de petróleo.

Es decir, la mayor parte de este tipo de botellas, bricks o latas denominados biodegradables están compuestos por un alto porcentaje de plástico difícil de tratar en las plantas de reciclaje y con altas posibilidades de terminar contaminando entornos naturales. En este punto, Amigos de la Tierra señala un problema añadido: la forma en la que se fabrican este tipo de plásticos bio.

El informe cita además una investigación científica publicada por el Multidisciplinary Digital Publishing Institute (MDPI) que concluye que el consumo de energía requerido para la fabricación de los plásticos de origen vegetal puede ser mayor que el utilizado para la fabricación de plástico convencional de origen fósil. A ello se suma el origen de fabricación, ubicado en la mayoría de los casos en zonas subtropicales, debido a la idoneidad del clima para las plantaciones de maíz, patata y otros vegetales con los que se fabrican estos utensilios. Tanto es así, que el 45% de los biodegradables provienen del continente asiático. De hecho, la distancia media recorrida por una bandeja de plástico biodegradable que llega a Europa es de 9.950 kilómetros.

«Los bioplásticos son un intento más de la industria para engañar al legislador y a la ciudadanía»

El uso de plásticos convencional ha desatado una oleada de investigaciones científicas sobre cómo estos terminan en el organismo de seres humanos y animales. En el caso de los biodegradables, apenas existen diferencias respecto a los plásticos convencionales, ya que en el caso de la Unión Europea, no están cubiertos por una certificación especial o diferente, lo que hace que no haya ningún tipo de diferencia en el control de toxicidad que puedan tener respecto a los polímeros clásicos. Una investigación publicada en Science Direct en 2020 revela que el 80% de los productos del mercado con bioplásticos contienen más de mil sustancias químicas tóxicas que terminan en el organismo de las personas o en el de los animales.

Amigos de la Tierra considera que el despliegue de los bioplásticos son una estrategia de greenwashing –marketing verde– de las empresas de envasado y alimentación y reclama medidas para frenar el uso de estas etiquetas en los productos, pues suponen una confusión para los consumidores. «Son un intento más de la industria para engañar al legislador y a la ciudadanía con productos que siguen incentivando el consumo de productos desechables y que distraen la atención de las soluciones reales: reducir el consumo de plásticos y fomentar la reutilización de productos y envases», expone María Durán, responsable de Residuos en la organización Ecologista.

Por todo ello, Amigos de la Tierra y el resto de organizaciones integradas en la Alianza Residuo Cero reclaman que la nueva Ley de Residuos –la cual se debate este jueves en el Congreso– incluya un artículo destinado a prohibir el uso del prefijo «bio» y otros términos similares para calificar el envasado.

ALEJANDRO TENA

 
Un pescador recoge tres botellas de plástico arrojadas al río Nilo, Egipto.  Mohamed Abd El Ghany / REUTERS

 

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