El impacto real de la producción de alimentos

La sostenibilidad de los alimentos es ya uno de los criterios que influyen a los consumidores a la hora de comprar alimentos.

Nada es sostenible al 100%. Toda nuestra actividad tiene un impacto medioambiental, y la producción de alimentos no es una excepción.

Las tres caras de la sostenibilidad

La sostenibilidad tiene tres pilares, la sostenibilidad ambiental, social y económica.

  • La sostenibilidad ambiental tiene que ver con el impacto en el medio ambiente, no solo la huella de carbono, sino también la huella hídrica, impacto sobre el paisaje, uso de suelo, impacto en la biodiversidad etc. 
  • El impacto social que se refiere a la población encargada de llevar a  cabo al producción de alimentos, las condiciones laborales dignas, los salarios justos, la fijación de población rural…
  • La sostenibilidad económica afecta a las relaciones equilibradas con los proveedores, el pago justo de impuestos, el fomento del empleo rural en el sector primario, la resiliencia de los territorios rurales… es necesario apostar por un sector primario fuerte.

No es fácil saber, a la hora de comprar, qué producto es más sostenible, para poder tener en cuenta todos los factores.

De la granja a la mesa, para más sostenibilidad

La Comisión Europea publicó en 2020 la estrategia » De la granja a la mesa» (Farm to fork) con la que se pretenden establecer las bases de la producción y consumo de alimentos en el futuro a medio y largo plazo en la Unión Europea. Una de las ideas que aparecen en esta estrategia es que los consumidores tengan la posibilidad de saber el impacto real que tienen los productos que se les ofrecen mediante información, una etiqueta de sostenibilidad.

Ahora, el Parlamento Europeo acaba de respaldar firmemente esa estrategia Farm to Fork, situaando a la Unión Europea en la senda de un sistema alimentario más sostenible. Desde la Organización Europea de Consumidores (BEUC) y desde OCU, aplaudimos esta decisión de los eurodiputados, alegrándonos de que hayan adoptado esta posición. Entre otras cosas, con el apoyo a la estrategia, los parlamentarios europeos están a favor de la producción de alimentos de menor impacto ambiental, de fomentar entornos alimentarios más saludables, pidiendo que se regule la comercialización y la publicidad dirigida a los niños de alimentos poco saludables o que se regule el green washing. Y también optan por un etiquetado nutricional en el frontal del envase, sencillo y obligatorio.

Este es un paso adelante para conseguir unos alimentos más sanos y sostenibles. Desde OCU, además, te recordamos cómo puedes hacer tu dieta más respetuosa y sostenible.

10 principios para una alimentación sostenible

  1. Evitar el desperdicio alimentario: lo menos sostenible es tirar comida, sea cual sea, independientemente de la huella ambiental de ese alimento, si se tira se ha desperdiciado.
  2. Reducir la ingesta de alimentos de origen animal, nuestro consumo de alimentos de origen animal, especialmente el de carne y derivados cárnicos, está por encima de las recomendaciones nutricionales. Sin necesidad de ser veganos, se puede consumir menos carne, sustituirla por legumbres o convirtiéndola en un ingrediente más de otros platos.
  3. Comer carne de más calidad. Si se consumen productos de origen animal, optar por los que procedan de producciones extensivas, de pasto, ya que estos animales tiene un impacto social de fijación de población rural, además limpian el campo, lo que previene los incendios, y presentan una huella de carbono mucho más baja que la de la cría intensiva.
  4. Elegir productos producidos de forma agroecológica, además de los productos con etiqueta de producción ecológica hay formas de producción que sin ser certificadas son más agroecológica: usan menos pesticidas, rotan cultivos para favorecer la productividad del suelo etc. Esto también está presente en a la estrategia europea Farm to Fork que pretende disminuir drásticamente el recurso a los pesticidas dentro de la Unión Europea. Cualquier forma de de agricultura que favorezca un uso menor de pesticidas, un cultivo más racional y un adecuado manejo del suelo es mejor, aunque no necesariamente el impacto de los productos sea menor.
  5. Consumir productos locales, de cercanía y, en la medida de lo posible, de temporada de la zona donde vivimos… No se trata de llegar al extremo del Km 0 pero si consumir productos de nuestro entorno, de nuestro país, o países cercanos. Esto además de disminuir el impacto ambiental contribuye a mejorar el impacto social y económico en nuestro entorno.
  6. Consumir productos de temporada, es una medida muy fácil, y que nos permite comer los productos cercanos y en su mejor momento de calidad y precio.
  7. Evitar los alimentos trasportados por avión, algunas frutas tropicales o productos delicados. Este tipo de transporte es el que tiene una huella de carbono mayor por kilo de producto, por lo que conviene evitarlo cuando sea posible.
  8. Preferir producto a granel, pero manipularlo y conservarlo bien para evitar el desperdicio. Los productos a granel disminuyen el impacto del envasado, pero claro, el envase protege y alarga la vida útil de los productos. A granel las caducidades son más cortas, y debe conservarse tras la compra de forma adecuada para evitar problemas.
  9. Apostar por el comercio justo. Hay productos que no se producen en nuestras latitudes y es difícil prescindir de ellos (café, té, cacao…). En esos casos, lo ideal es apostar por comercio justo: así favorecemos la sostenibilidad social y económica en los países productores.
  10. Comprar menos productos procesados y priorizar productos frescos en la dieta. En los productos frescos el origen siempre está presente. Cuando los alimentos llegan a una fábrica para elaborar productos procesados se pierde la información sobre su origen, que no llega al consumidor.
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