No podemos contaminar la Navidad con el consumismo y la indiferencia, cuando es sinónimo de ternura, de compartir, de intimidad familiar.

En casi todas las ciudades europeas luce la iluminación de Navidad, y, sus habitantes, durante su celebración, descansarán, porque las Navidades forman parte de Europa. Por eso, llamó la atención la normativa elaborada recientemente por la Comisión Europea para sus trabajadores, en la que invitaba a «felicitar las fiestas, en lugar de felicitar la Navidad», para respetar las diferentes tradiciones religiosas. Este documento, a pesar de sus buenas intenciones, fue retirado de circulación, por las severas críticas que suscitó.

No podemos ocultar la realidad. La Navidad rememora la llegada de Dios. Según el Papa, en Navidad, Dios no se revela como el que está en lo alto para dominar, sino como el que se abaja, pequeño y pobre, compañero de viaje, para servir. Por eso, el camino cristiano es el del abajamiento y el servicio. Así vino Jesús, y el pesebre nos lo recuerda. «No podemos contaminar la Navidad, afirma Francisco, con el consumismo y la indiferencia, cuando es sinónimo de ternura, de compartir, de intimidad familiar».

Con la llegada de Jesús, se hizo presente entre nosotros el Reino de Dios, la nueva civilización del amor, y cuyos primeros destinatarios son los pobres. El Reino representa una nueva forma de vivir y de comportarse con los hombres (son mis hermanos), y con las cosas (no son ídolos); y las normas que lo rigen son las bienaventuranzas. Aunque el Reino ya está en medio de nosotros, llegará a su plenitud al final de los tiempos, para los que cumplan el programa: «Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, fui forastero y me acogiste, anduve sin ropa y me vestiste, estuve en la cárcel y me visitaste… Cuanto hicisteis a uno de mis hermanos más pequeños a mí me lo hicisteis».

¿Pero quién era Jesús de Nazaret, que en estas fiestas conmemoramos? Sabemos que vivía entre el pueblo, y que su objetivo era aliviar el sufrimiento, y abrir una vida esperanzada a los pobres. Nadie tiene derecho a inventar otro Jesús, al servicio de los poderosos, y enemigo de pobres, indigentes, emigrantes o refugiados. ¿Qué Jesús de Nazaret es el que hoy seguimos los cristianos? ¿Qué hace la Iglesia de Jesús? ¿Los partidos políticos que se autodenominan católicos son los más dialogantes, los que más perdonan, los que traen paz y sosiego, los defensores de los pobres, o quizá son todo lo contrario? ¿Es Jesús de Nazaret quien da sentido a nuestras vidas, a la Iglesia y a la política de orientación católica, o quizá Jesús es para todos un nombre sin incidencia en un mundo injusto y desigual? ¿Somos los cristianos los adalides en la defensa de la igualdad y la dignidad humanas? ¿Son los grupos católicos los que, en Parlamentos y foros nacionales e internacionales, defienden salarios justos, ayuda vital para los que no tienen para vivir, contratos estables…? ¿Critican y ponen freno, estos grupos, a un capitalismo inhumano que ha despojado de su dignidad a los débiles? ¿O quizá ser católico hoy en la vida social y política es sinónimo de indiferencia o de alianza con ricos y poderosos, viviendo de espaldas a los pobres por los que tanto luchó Jesús?

JUAN SANTAELLA

https://www.ideal.es/opinion/navidad-encuentro-comunicacion-20211223195829-nt.html

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