Como siempre por estas fechas, empiezan a llegar a Occidente los juguetes falsificados en Oriente. Los Reyes Magos vienen precisamente de allí, de donde los falsifican.

Se trata de una coincidencia curiosa. Pienso en ello mientras la policía revienta contenedores repletos de muñecas Barbie de imitación, que tanto daño hacen a la industria juguetera nacional. El año pasado le regalé a la hija de un vecino una de estas muñecas y a los pocos días le revelaron que era falsa, aunque yo la había adquirido como verdadera. Lo descubrió un inspector, cuñado del padre de la cría, que fue a cenar. La diferencia estaba en los dedos de los pies, que en la falsa son un poco palmípedos. Quedé fatal, claro. La niña ya no me habla y los padres me saludan con frialdad y evitan coincidir en el ascensor. Solo puedes regalar muñecas falsas a hijas falsas, pero no es tan fácil distinguir unas hijas de otras. No basta con mirarles los dedos de los pies.
 
Lo de los juguetes falsos me fascina, sobre todo cuando los traen los Reyes Magos verdaderos. A ver cómo distinguen estos señores, a su edad, cuándo un tanque de juguete es auténtico y cuándo una copia. Quien dice los Reyes Magos dice Papá Noel, aunque hay más Papás Noel impostores que Reyes Magos aparentes.
 
Hace poco, en Madrid, se organizó una maratón de Papás Noel que recorrieron el Paseo de la Castellana. Eran diez mil, cada uno con su traje rojo, su tripa, su gorrito y su barba blanca. Impresionaba observarlos, como ver a diez mil personas normales juntas. Me pregunté si entre todos ellos habría uno verdadero. Se trataba de una pregunta retórica, claro, pero si le das muchas vueltas a una pregunta retórica se vuelve natural. No creo en Papá Noel, pero sí en el misterio y lo misterioso se suele mimetizar con lo prosaico.
 
En unos grandes almacenes, cerca de aquí, han convocado plazas para Papá Noel y se han presentado miles de aspirantes, muchos de ellos con estudios universitarios e idiomas. Papás Noel mercenarios, podríamos decir. Falsos, como la Barbie que le regalé a mi vecina. Espero que los Reyes Magos sean voluntarios y que Baltasar sea un negro auténtico en vez de la imitación de los últimos años. Los niños de ahora poseen un olfato especial para distinguir el original de la copia. Felices fiestas.
 
Juan José Millás
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