Hoy dedicamos la Gacetilla a Juan Ignacio Roger García-Varela, párroco de nuestro pueblo que fue, en el III aniversario de su fallecimiento. Transcribimos el obituario escrito por María Victoria Zurita Aguilar, publicado en IDEAL.


Llegó a la Parroquia de Atarfe en el año 1989 y fue trasladado a San Agustín de Granada en octubre de 2010. De donde estuvo 21 años se marcho sin grandes despedidas y discretamente, como le gustaba hacerlo todo. Ya, no lo teníamos en la Parroquia pero sabíamos que lo seguiríamos teniendo en su nuevo destino para cuanto necesitáramos. Sin embargo, el pasado 17 de abril, inesperada, rápida, silenciosa y cristianamente nos dejó para siempre.

Cuanto nos hubiera gustado verlo y de alguna forma agradecerle lo que espiritual, material y humanamente ha significado en la vida de muchos atarfeños de toda edad y condición.
Inteligente, discreto, cercano y con una gran capacidad de trabajo supo atraernos para colaborar en la realización de un nuevo proyecto de Parroquia. Con su buen hacer creó áreas y comisiones, formo grupos de jóvenes y matrimonios, se implicó en las catequesis, talleres de oración, formación de agentes, asambleas familiares y de casa, cursos sobre la Biblia, cursillos prematrimoniales participativos, etc., etc.; e incluso supo conseguir los recursos para restaurar la iglesia, la casa parroquial y la ermita de Santa Ana.

Vivimos con él, celebraciones cristianas como nunca habíamos vivido, sus homilías eran profundas, razonadas y brillantes; nos dio consejo, cercanía y nos acompañó en muchos momentos alegres y tristes de nuestras vidas.

Se podría decir que actuar así, era su deber, pero para nosotros significó algo nuevo que nos animó y ayudó a acercarnos a Jesús y ser Iglesia. Él supo enseñarnos a profundizar en la Fe y como hacer de Atarfe una parroquia viva y activa.

Estamos seguros que, desde la imperfección humana, nuestro querido Juan Ignacio trabajó y dedicó su vida al servicio de los demás, en todos los lugares por donde pasó y funciones desempeñó. Todo ello le engrandece y hará que la huella dejada en nosotros no se borre nunca.

No se escriben estas líneas porque, como vulgarmente se dice, haya llegado el momento de las alabanzas, sino por su reconocimiento y agradecimiento; porque así lo sentimos y porque se lo merece. A pesar de que a él, nada de esto le gustaba.

Muchísimas gracias Juan Ignacio, descansa en paz, querido párroco, consejero y amigo; que Dios te bendiga por haberte puesto en nuestras vidas y síguenos ayudando desde donde estés.

Gran sacerdote, buena persona y un bello recuerdo.

GACETILLA Y CURIOSIDADES ELVIRENSES

 
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