En Granada, todos los días, a primera hora de la mañana, sale un señor  y se inventa el destino de la ciudad (adónde vamos, de dónde venimos) mezclando el sentido alegórico del cuadro de  Gauguin con nuestra ambición pequeña de encontrar un futuro que no acaba de llegar nunca; porque, para eso, lo primero que tendríamos que hacer es diseñarlo y luego mantenerlo sin modificar el rumbo cada vez que varíe el color del mandamás de turno.

Pero sucede que mientras Sevilla o Málaga han encontrado su lugar con una gestión coordinada entre administraciones (ha dado igual el signo o los cambios de gobierno), aquí continuamos anclados a la disputa y a la eterna pregunta de qué queremos ser de mayores sin darnos cuenta de que algunos peinan canas; y, que convendría tomar conciencia que el porvenir estaba aquí antes de que llegásemos, de que somos únicamente beneficiarios temporales de una herencia de cuyo valor no acabamos de enterarnos ni proteger debidamente. Será fruto de esa melancolía pesimista que seguramente impregna el agua que algunos beben, o del miedo al futuro del que hablaba el sociólogo Murillo Ferrol.

Granada, aunque no nos percatemos porque nos hemos acostumbrado al paisaje, a la magia irresistible de encontrarnos la Alhambra o la sierra de fondo, es ante todo, patrimonio, cultura, turismo y universidad. También podrá tener otros ejes vertebradores, pero su esencia, los pilares los tenemos ahí, justo delante; sin tomar verdadera conciencia de que hay que pasar de la queja y la confrontación a la acción consensuada de colectivos ciudadanos que empujen a los gestores públicos en un sentido concreto.

Sobre esto estuvimos charlando un grupo muy heterogéneo de granadinos con la Consejera de Fomento, Marifrán Carazo hace unos días. No hablamos de estrategia electoral, ni de a quién votará el 19J cada cual. Sorprendentemente nadie lo preguntó; se pidieron propuestas y discutimos seriamente sobre patrimonio, de lo que merecemos para progresar con rapidez porque ya no tenemos más tiempo para continuar deshojando la margarita en el vagón de tercera. Eso, o esperar a que sigan pasando décadas abrazados a la nostalgia de lo que pudo ser y no fue que nos mantiene andando en círculos desde la época de Ganivet. O antes.

Lo cual que los intervinientes le planteamos a la Consejera Carazo (nótese que nunca hemos tenido una granadina con tanto poder presupuestario en la Junta de Andalucía) la trascendencia de que esa aportación tan necesaria que se ha hecho gracias al ‘Plan Alhambra’ sea sólo una avanzadilla. Después de dos años oscuros de pandemia, de tanta pérdida y tanto sufrimiento, los granadinos con capacidad decisoria como Marifrán (que además de carisma, suma el conocimiento de nuestra realidad concreta, la inusual habilidad para lograr alianzas y la rara destreza  de ser resolutiva) deben planear con el Ayuntamiento y el Gobierno central cuáles son las inversiones para fortalecer un modelo de ciudad donde sea prioritario el gran espacio museístico que sistemáticamente se posterga mientras perdemos oportunidades, atraer turismo de calidad, visibilizar los tesoros arqueológicos o la recuperación del Albaicín como distrito habitable/habitado con idénticos servicios para sus moradores a los que tienen el resto de barrios. Y resulta imprescindible que no se olviden tampoco del apoyo rotundo al tejido cultural, ése que es seña de identidad de una tierra que no puede seguir ni un instante más administrando la miseria.

FOTO: https://blog.fuertehoteles.com/actividades/rincones-andaluces-patrimonio-de-la-humanidad/

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