La búsqueda de valores refugio que eludan las tensiones inflacionistas globales ha alcanzado de lleno a las criptomonedas, a las que los inversores están pasando factura por su condición, cada vez más instaurada, de activos de alto riesgo, azuzada además por las academias que captaban a clientes sin los estándares de pedagogía esenciales para explicar y analizar unos activos de alta sofisticación y que han resultado especialmente atractivos para generaciones jóvenes.

El mercado de cripto-activos ha protagonizado, de hecho, la segunda operación de venta masiva de este año, con el bitcoin certificando la caída más dramática. La huida de los capitales por las presiones inflacionistas hacia valores refugio y el avance de las discusiones sobre una regulación adecuada de las criptomonedas empujaron a este token a su nivel más bajo en 18 meses el lunes de la pasada semana, cuando su cotización se sumergió por debajo de los 25.000 dólares, según CoinMarketCap, hasta los 24.066, un 12,45% menos que en el cierre de la jornada anterior –es decir, en 24 horas– y un 63% por debajo de los 69.000 dólares que alcanzó el pasado noviembre.

Otras divisas como ether, cardano, solana o dogecoin también colapsaron. Ether, la segunda de las grandes criptomonedas, se dejó un 15,8%, hasta los 1.234,93 dólares, su mayor descenso en un día en lo que va de año, mientras cardano y solana lo hacían en un 13% y un 16% de manera respectiva. Mientras, la moneda meme dogecoin perdió un 14%. Pero el retroceso de ether es, si cabe, más significativo porque acababa de anunciar la actualización de su recién integrada red PoW o Proof of Work -contra ataques indeseados- y el sistema Proof of Stake, que certifica las posesiones individuales de criptomonedas. «Quizá la masacre devaluatoria de la semana pasada sobre el espacio cripto se deba a que la espiral inflacionista que se expande por todo mercado del planeta haya traspasado el abismo y los inversores estén realmente a la búsqueda imperiosa de rentabilidades, aunque ese objetivo sea casi una misión imposible», explica Jeffrey Halley, un analista de OANDA para Asia-Pacífico en su blog personal.

La subida del IPC estadounidense al 8,6% en mayo, la mayor tasa desde diciembre de 1981, y las perspectivas poco nítidas del momento en el que podría tocar techo -que algunos economistas, aún lejos del consenso, estiman en octubre, cuando quedaría en el 8%, ocho décimas por debajo de las previsiones para agosto y septiembre- ha actuado de combustible a la fuga. Tampoco la drástica subida de tipos, de tres cuartos de punto, de la Reserva Federal, que sitúa el precio del dinero en una horquilla entre el 1,5% y el 1,75%, ayuda a clarificar el sendero futuro. Sobre todo porque ningún analista duda de que la batalla de la Fed contra el IPC protagonizará sus ataques cruciales con algún que otro incremento de similar calibre a lo largo de este ejercicio.

De igual manera que la reacción prevista en otros bancos centrales, como el BCE, que moverá sus tipos en julio por primera vez en un decenio y los empezará a sacar del territorio negativo al que los precipitó para hacer frente a la gran pandemia, no invita al optimismo inversor en estos criptoactivos. Con el Banco de Inglaterra (BoE), el primero de entre los grandes industrializados, dando otro toque mínimo, de un cuarto de punto, que ha situado los tipos en suelo británico en el 1,25%, y la autoridad emisora suiza aprobando un alza de medio punto que dirige el precio del dinero al -0,25%, en la plataforma de lanzamiento para superar la política próxima a cero en la economía que atesora el franco suizo, la divisa refugio por excelencia, a la que los inversores acuden históricamente en épocas de extrema volatilidad y rápidos descensos de rentabilidades como la actual.

La tensión ha llegado a tal punto que Celsius, plataforma prestamista de criptodivisas anunció retiradas pausadas de sus swaps y sus productos de transferencia entre cuentas «debido a las extremas condiciones del mercado», decisión que hizo aumentar la desconfianza entre la gran mayoría de activos digitales y que se produce casi sin razón de continuidad con la debacle de UST y Luna, la stablecoin y del token nativo de la blockchain de Terra, respectivamente. El token CEL de Celsius perdió un 54%, según CoinMarketCap.

Celsius, plataforma prestamista de criptodivisas, ha anunciado retiradas pausadas de sus swaps y sus productos de transferencia entre cuentas «debido a las extremas condiciones del mercado», decisión que hizo aumentar la desconfianza entre la gran mayoría de activos digitales.

Regulaciones en ciernes

Esta semana negra en el planeta cripto propició la intervención de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, la última autoridad, en este caso económica, aunque con pasado como presidenta de la Reserva Federal, en reclamar una regulación específica y restrictiva sobre este sector financiero que escapa al control de los bancos centrales. E incidió en el mensaje habitual –»las inversiones en criptomonedas son especialmente arriesgadas»– antes de avanzar que el Congreso empezaría su tramitación: «No estoy diciendo que lo recomiende, pero mi pensamiento me dice que es la solución más razonable», dijo en alusión al inminente diseño de reglas de juego para los cripto-activos.

La apuesta por bitcoin se ha convertido en práctica habitual de compañías como Tesla, Block o MicroStrategy. Todas ellas mantienen en sus balances inversiones denominadas en la mayor de las criptodivisas y, de forma combinada, perdieron la semana pasada más de 1.000 millones de dólares por su alta exposición a estos activos volátiles en sus cuentas de resultados que, generalmente, están reservadas a valores más estables, como el dólar u otras divisas de uso corriente, inventarios o propiedades mobiliarias o inmobiliarias. Según estimaciones de Business Insider, Jack Dorsey, fundador de Twitter y cofundador de Square, ahora rebautizada como Block, firma de servicios financieros y pagos digitales, ha perdido un promedio de 27.407 dólares con sus 8,027 bitcoins en propiedad, lo que le ha ocasionado un coste de 42,6 millones de dólares. Elon Musk, dueño de Tesla –entre otras multinacionales–, y el empresario más rico del planeta, eleva su factura cripto hasta 399,8 millones en sus 42.000 bitcoins propios. Mientras a Michael Saylor, consejero delegado de MicroStrategy, se le calculan hasta 1.100 millones de pérdidas en sus 129.219 bitcoins.

Lionel Laurent, columnista de Opinión en Bloomberg sobre divisas digitales, aprovecha su última tribuna para dejar un aviso a navegantes, a modo de cura de humildad. «Una mayoría de estos inversores inteligentes parecen haber olvidado que los precios, en ocasiones, se hunden y que pueden mantenerse en cotizaciones ínfimas durante bastante tiempo». A su juicio, el desplome de la pasada semana refrenda la idea de que las inversiones cripto, en no pocas ocasiones, son también un hedge fund. De alguna manera, «siempre han manifestado su intención de enseñar a los financieros de corte tradicional una o dos cosas sobre cómo evitar colapsos y crisis», pero su «genio parece haber fallado», en alusión al título del libro de Roger Lowenstein, de 2000, en el que recrea la creación, el éxito temprano, el colapso abrupto y el rescate apresurado de las gestiones de capital a largo plazo.

El siguiente en el efecto dominó, después de Terra y Luna y de Celsius, surge en la firma Three Arrows Capital, augura Laurent, por su elevada exposición en ether, token diseñado para ganar intereses mientras etherum gestiona su red, y que ha emitido «importantes presiones de venta», adelanta Laurent, para quien «hay lecciones de la historia reciente que no merecen ser olvidadas porque la caída de este año del Bloomberg Galaxy Crypto Index es similar a la que surgió al inicio de 2018». Si bien matiza que el riesgo generalizado de pérdidas de cripto-activos «no aparece en los radares de forma tan nítida como hace cuatro años».

Países como El Salvador, que por decisión de su presidente Nayib Bukele, estableció el bitcoin como moneda legal el pasado mes de septiembre, mantiene 2.301 bitcoins, según Bloomberg, a pesar de lo cual, su Ministerio de Finanzas estima que el riesgo fiscal es extremadamente bajo, sin que muestre preocupación alguna por las subidas agresivas de tipos de la Reserva Federal ni por el descenso de cotización de la criptodivisa desde que fue revestida de oficialidad. Su titular, Alejandro Zelaya, se jactó de que el escenario financiero actual no deja de producirle «sonrisa»; incluso con informes que, como el de Deutsche Welle, avanzaban que el lunes negro pasado las pérdidas de bitcoin evaporaron 40 millones del valor de las arcas estatales: «Apenas representa el 0,5% de nuestro presupuesto nacional», explicó. Y la valoración del conjunto de criptodivisas se situaron por debajo del billón de dólares por primera vez desde febrero de 2021 y después de sobrepasar los 3 billones el pasado año.

El Salvador
Un taller de reparación de vehículos en San Salvador, la capital de El Salvador, país que apostó por el bitcoin como moneda nacional. José Cabezas / REUTERS

Aun así, El Salvador elevó su tenencia de bitcoins; en octubre compró 420 cuando valían 60.300 dólares por token, tal y como reveló el propio Bukele en Twitter. Y más recientemente, el 9 de mayo, adquirió otras 500 monedas a un valor de 30.744 dólares.

Desde los organismos reguladores, un clásico del toque de atención a inversores cripto, Andrew Bailey, gobernador del BoE, apeló a la «sensatez» y sugirió si sus acólitos si «están preparados para perder todo su dinero» tras la congelación de las cuentas de Celsius. «Si quieres colocar tu capital en estos activos, de acuerdo, hazlo, pero asume las consecuencias de poder quedarte sin recursos monetarios», porque «carecen de valor intrínseco». Bailey es un «escéptico» declarado de las criptomonedas y un entusiasta de la aprobación de regulaciones precisas sobre su uso y funcionamiento. En el pasado las describió como «enormemente peligrosas» y de generar fases «apocalípticas» para trabajadores e inversores sin conocimientos esenciales de los mercados por su elevada volatilidad. Ahora –explicó– el escenario «ha empeorado» ante las súbitas escaladas de los precios.

En el año en el que la Reserva Federal, el propio BoE y el BCE han avanzado pasos decididos en la puesta en marcha de sus divisas digitales. El e-dólar, la e-libra y el e-euro llevan en la sala de máquinas de estas tres instituciones reguladoras desde el inicio de la Gran Pandemia con el visto bueno del Banco Internacional de Pagos (BIS, según sus siglas en inglés) desde donde emanan las exigencias y requisitos regulatorios hacia las entidades financieras y que respalda la creación de monedas digitales oficiales y bajo control y supervisión de los bancos centrales como opción y alternativa más plausible para abordar la paulatina supresión del dinero en circulación. El yuan chino es la divisa que más ha evolucionado en su versión digital.

«Si quieres colocar tu capital en estos activos, de acuerdo, hazlo, pero asume las consecuencias de poder quedarte sin recursos monetarios», alerta el gobernador del Banco de Inglaterra, uno de sus escépticos y defensor de las divisas digitales oficiales