En el último pregón de las fiestas mi buen amigo Juande recordaba aquellos años pasados que la gente de nuestra generación tuvimos la fortuna de vivir y sentir aquellos días de fiestas.

En el  mismo contexto también se expresaba Fabiola en el pregón de las fiestas del año anterior. Aunque la nostalgia sea un error, por los jardines de nuestro corazón aún siguen girando los caballitos de madera del viejo tío vivo, aquellos amores primeros, aquel paraíso perdido de la infancia y la adolescencia al que jamás volveremos.

En nuestra memoria aún siguen adheridos como la hiedra al muro, aquellos recuerdos que son como una colección de pinturas oscurecidas por el tiempo en sus viejos marcos en el salón del alma. Cada cuadro representa una escena de aquellas fiestas, la reina de las fiestas y sus damas de honor con sus primorosos trajes delante del trono de nuestra patrona Santa Ana y encabezando la procesión las autoridades locales de riguroso traje oscuro, en un ambiente de silencio y recogimiento. Los pasacalles con su banda de música y los gigantes y cabezudos y los niños alborozados moviéndose de un lado a otro como bandadas de pájaros. Aquella calle Real iluminada hasta el final del paseo de Santa Ana, con sus puestos de golosinas, churros, turrones, frutos secos, la tómbola, las casetas de tiro, los columpios. Aquellos bares, el Chicote, el Feo, las Tres Emes los Amigos, el Casino, el Peña, las Canarias, el Zapaticos en un ambiente único, bullicioso, divertido, un ambiente que representaba la alegría y las ganas de vivir, un ambiente de embrujo.

Aquellas carreras de sacos, la cucaña, la piñata, los torneos de tiro al plato y los de fútbol, las corrida de toros primero en las eras en un improvisado redondel de carros donde torearon los hermanos Bienvenida entre otras figuras del toreo de aquella época y más tarde la plaza de toros portátil justo enfrente de donde hoy se encuentra el centro cultural Medina Elvira y donde toreó el Cordobés padre entre otros. También recuerdo la exposición de pinturas de nuestro paisano Manuel Rivas, injustamente
olvidado, sus cuadros de paisajes, de bodegones y de retratos de una belleza y un realismo exquisito y sin igual. Y qué decir de aquellas verbenas musicales en la plaza del Ayuntamiento y en la terraza del cine Benítez donde un año actuó el Dúo Dinámico cuando estaban en su apogeo y el impacto social y emocional que causó.

Pero aparte de estas actividades, por encima de todo destacaban la ilusión y la alegría colectiva con que se vivían y disfrutaban aquellos días de fiestas, estamos hablando de cincuenta años atrás que dicho así de corrido parece que no son nada. Entonces Atarfe no disponía de un presupuesto municipal holgado para afrontar los gastos de organización de este tipo de eventos y se apoyaba con la colaboración de comerciantes e industriales. Tampoco existían las infraestructuras con las que cuentan hoy día para realizar según que tipo de actividades.

Lo que entonces no se tenía o faltaba se sustituía por unas dosis tremendas de ilusión y imaginación. Algo que a mi juicio falta hoy día y que para nada tiene que ver con las personas que integran la corporación municipal de distintas ideologías. O siendo justos y sinceros sí tienen que ver y mucho porque esas personas han sido elegidas por el pueblo para la defensa y lucha de sus intereses y no sólo sus intereses personales y del partido político al que representan.

Aunque no vivo en Atarfe desde hace 50 años, aún tengo familia y amigos que viven ahí y me tienen informado de lo que ocurre. También sigo la actualidad a través de internet y vengo observando desde hace años, que independientemente de quien esté en la corporación municipal, cuando miro los programas de festejos de un año para otro es lo que conocemos como un cortar y pegar.

No me vale el que se diga que han pasado los años y las personas y las cosas cambian, que hay que acabar con lo añejo y esa coletilla estúpida de reinventarse. Lo que ha funcionado con los años hay que actualizarlo y lo que se ha quedado obsoleto hay que abrir la espita y que circule el agua de lo nuevo a chorros. Lo que hace falta por parte de la corporación municipal, sea cual sea su color político, es derrochar imaginación y ilusión a raudales, hay organismos, instituciones y empresas que pueden prestar
apoyo económico y logístico para hacer un buen programa de festejos sin necesidad de realizar ningún quebranto presupuestario, y de paso hostelería y restauración salen beneficiados.

Se trata de hacer pueblo y piña, de recobrar la ilusión perdida, de que Atarfe recobre el prestigio perdido y sea foco permanente de atracción y atención. Hay actividades culturales que potenciar, torneos de ajedrez, exposiciones de pintura, de fotografía, establecer los premios Ciudad de Atarfe de relatos, de novela y de poesía, en el marco incomparable de el Lago celebrar veladas de música y poesía, festival de cine y teatro en el Medina Elvira, en los parques municipales sesiones de cine a la fresca, en la plaza de toros aparte de alguna corrida con las figuras de actualidad, algún concierto de música potente y un largo etcétera de actividades.

Se trata de ilusión, imaginación y ganas de trabajar para que Atarfe se convierta en un pueblo de referencia a nivel nacional

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