Cerámica granadina o cerámica de fajalauza ¿de qué estamos hablando?

Este verano hemos visto cómo se viralizaba por redes sociales la nueva colección de ZARA HOME formada por piezas de cerámica granadina de FAJALAUZA, una de las fábricas más antiguas de Granada y seña de identidad de toda una tradición cerámica secular que pervive desde la llegada de los cristianos a la ciudad de la Alhambra, cuyo máximo exponente, Cecilio Morales, fallecía hace unos meses tras más de un siglo de vida. También veíamos hace unos meses como LOEWE decoraba sus escaparates con lebrillos elaborados por el Grupo MRJ, empresa fundada por Miguel Ruiz Jiménez, uno de los artesanos más polifacéticos de nuestra tierra.

Escaparate de Loewe en la ciudad de Florencia este pasado mayo

Cabría destacar además, la venta de esta cerámica en tiendas tan bonitas de Madrid, como la Real Fábrica Española, o como COCOL, ésta última con piezas elaboradas también por el Grupo MRJ o por los Hermanos CASARES, familia de maestros artesanos a quienes tanto aprecio. Piezas que han sido elegidas con esmero y buen gusto por Pepa Entrena, la propietaria de esta preciosa tienda de artesanía ubicada en el corazón del Madrid de los Austrias.

A la izda. el maestro artesano Blas Emilio Casares. A la dcha. piezas elaboradas por los Hermanos Casares en la tienda Cocol de Madrid

Igualmente, podríamos referirnos a internet, por llenarse de colorido con nuestra cerámica en plataformas como ESPAÑA ARTESANA, Guía de maestros artesanos españoles, creada por la Asociación Contemporánea de Artes y Oficios, que al igual que un sinfín de tiendas, marketplaces o páginas colectivas tanto de España como del extranjero ofrecen piezas de alfareros de nuestra tierra.

Así pues, podríamos decir que la cerámica granadina está de moda, pero para nosotros, los granadinos, nunca ha dejado de estarlo. Es habitual pasear por las calles de nuestra ciudad, o de muchos pueblos de la provincia, y encontrarnos las placas de las calles elaboradas con esta técnica cerámica, también es muy común encontrar diferentes piezas en patios o cocinas propias y ajenas, demostrativas de su fuerte arraigo en el uso frecuente y doméstico de nuestra tierra y nuestras casas. Por este motivo, creo que podría ser interesante dar algunas pinceladas que arrojen un poco de luz sobre su origen y evolución, así como, sobre su nombre, porque la confusión está servida.

A través del estudio de las investigaciones realizadas por diferentes especialistas entre los que podríamos destacar a Eduardo Fresneda, Balbina M. Caviró, Ángel Rodríguez, Sonia Bordés, Hermógenes Ruiz, Agustín Morales Jiménez, Rafael López, Ana Ruiz, Carlos Cano y Cayetano Aníbal entre otros, o por los testimonios de algunos ceramistas conocidos y/o aportaciones de sus familiares, he podido hacerme una composición de lugar sobre el origen, morfología y decoración de esta artesanía capaz de mantenerse viva por tanto tiempo con apenas alteraciones significativas. Quizás sea ésta una de sus mayores fortalezas, la de permanecer prácticamente inalterable durante siglos, más allá de la intensidad de sus colores por la evolución de los materiales o por algunas variaciones conceptuales en los trazos según la época (por ejemplo durante el barroco que se produjo un mayor recargamiento pictórico).

Fotografía propiedad de la empresa Albayzín Cerámica

Recordemos que la cerámica granadina es una cerámica vidriada y pintada sobre cubierta estannífera. En la decoración de las piezas destaca históricamente el azul cobalto (inicialmente con una tonalidad azul piedra), el verde de cobre y el marrón, morado o negro a partir del manganeso, buscando siempre la sencillez en el trazo, la elegancia a través de la espontaneidad y simetría de sus cenefas y guirnaldas que se acompañan de pájaros, flores, granadas o caracoles, entre otras muchas figuras relacionadas con la naturaleza.

Piezas de la Fabrica de Fajalauza de Cecilio Morales Moreno

¿Pero cómo surge, de qué época son las primeras piezas que conocemos? Para responder debemos remontarnos a la Toma del Reino de Granada por los cristianos y la expulsión de los árabes de la Península Ibérica. Tras la Toma, la ciudad se transforma y se desplaza toda labor alfarera desde el Barrio del Realejo hasta las afueras, concretamente a una de las entradas a la ciudad por el Albayzín, en torno a la Puerta de Fajalauza, actividad que se intensifica a partir de la segunda mitad del siglo XVI, y muy especialmente desde 1560. Tiene toda su lógica, primero por la cercanía del Realejo al centro de la ciudad cuyas casas fueron ocupadas por las familias cristianas ajenas a la actividad artesanal, y segundo, porque la nueva ubicación era una zona poco habitada, y por tanto, más acorde para la actividad “industrial”, contando además con abundante agua procedente de la acequia de Aynadamar. Evidentemente, en esta primera época se mantienen las técnicas empleadas en su fabricación procedentes del mundo islámico del Al-Ándalus así como los gustos propios de la tradición granadina nazarí, seguramente gracias a los alarifes y artesanos moriscos que lograsen sortear la expulsión por la necesidad de artesanos cualificados en el Reino de Granada. No obstante, con la llegada de nuevos alfareros cristianos, procedentes de otras tierras (Úbeda, Valencia, por ejemplo) que asumen la propiedad de los talleres, la alfarería granadina evoluciona hacia un estilo propio, un estilo cerámico tan característico como el que hoy día conocemos, que se fija a lo largo del siglo XVI y se consolida en el siglo XVII.

El primer alfarero documentado según las diferentes investigaciones estudiadas, a partir de los objetos hallados en diferentes excavaciones arqueológicas, está datado en 1503, y en los registros de la época aparecen abundantes alfareros, pero ya desde esta época destacan principalmente dos familias, los Morales y los Alonso, aunque se desconoce si eran cristianos procedentes de Castilla que se asientan en el Albayzín o bien descendientes de moriscos que adoptaron dichos apellidos para evitar su expulsión.

Independientemente de su origen, de la única familia que se puede aseverar una línea continua de sus ascendentes desde el siglo XVII hasta nuestros días es de la familia Morales y sus diferentes ramificaciones; familia que toma un nuevo impulso a partir del siglo XIX con Manuel Nicomedes Morales en su fábrica llamada “del Arco” que posteriormente pasaría a llamarse “Viuda e hijos de M. Morales”, y a continuación “Fábrica de Vidriado San Antonio”. La fábrica estaba asentada en el Camino de San Antonio con dos sedes. La que llamaban “la de abajo” que procedía de la familia de la mujer de Manuel Nicomedes, Mª Josefa de la Paz Alonso, originariamente construida en lo que fue el Convento de San Antonio en la cuesta del mismo nombre, y “la de arriba” en la zona de la Puerta de Fajalauza que era de los propios Morales. De aquella época son otras fábricas como “del Álamo”, “del callejón de los Franceses”, “viuda de Martínez”, o “la Campana”, todas ellas ubicadas en el entorno de la Puerta de Fajalauza, así como otras instaladas en otras zonas de la ciudad como la “del Chacho José”, la de “José Alonso Barrionuevo, “el Sol” o “Las Tinajerías”, pero sobre todo podemos destacar la antigua fábrica de “San Isidro”, propiedad de otro de los Morales, Manuel Morales Alonso, uno de los descendientes de Manuel Nicomedes que prefiere en 1923 seguir por su cuenta tras ciertas desavenencias con sus hermanos. y refundar la fábrica de cerámica ubicada en el sitio llamado “Eras de Cristo” con ayuda de su familia política.

Con la llegada del siglo XX, entre la fusión de talleres sea por lazos familiares, sea por la competencia comercial, muchos talleres echan el cierre (principalmente entre 1908 y 1910). De esta época (1917) cabe destacar también el cambio de nombre de “Vidriado San Antonio” por el de “Fajalauza”, según el profesor Núñez Contreras, a propuesta de Natalio Rivas y Luis Seco de Tena que mantenían amistad con los hijos de Manuel Nicomedes. Esta propuesta se entiende porque tanto Rivas como Seco de Tena vivieron la última etapa del Romanticismo, siendo una de las características de este estilo la vuelta a la Edad Media o la estética orientalista. Sin duda, un éxito, porque sea por la ubicación originaria de los productores de esta cerámica como por el nombre de la fábrica, ha sido un magnífico reclamo comercial para esta familia. Actualmente son muchos los que hablan de cerámica de fajalauza cuando se refieren a cerámica granadina.

En este punto, sería importante destacar que independiente de su denominación, la producción cerámica es común para muchas empresas que no tienen ninguna vinculación ni con ese enclave geográfico ni con la fábrica Fajalauza en cada una de sus dos sedes (lo que podría interpretarse incluso desde fuera como dos fábricas independientes que producen el mismo producto), prefiriendo por lógica todas estas fábricas y talleres hablar de cerámica granadina o de cerámica artística granadina más que de cerámica de fajalauza.

Una vez transcurrida la guerra civil, Fajalauza y San Isidro son las únicas empresas que consiguen sobrevivir, por entonces apenas había materiales de calidad o mano de obra. No será hasta que el país comienza a tener una mejor situación con la llegada de la década de los años 50, pero sobre todo con el desarrollo económico de los años 60, cuando vuelven a proliferar diferentes talleres cerámicos en Granada, muchos de ellos creados por trabajadores de las dos fábricas existentes y la magnifica labor que realizarían tanto desde sus fábricas como desde la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios de Granada el propio Cecilio Morales Moreno, propietario por entonces de Fajalauza junto a su hermano Miguel y Agustín Morales Alguacil desde la Fábrica San Isidro, a quien podríamos considerar el maestro de muchos artistas contemporáneos.

De esta época podemos destacar la puesta en marcha de la alfarería de Miguel Muñoz Morales en el Cerrillo de Maracena, o posteriormente “Cerámica Granada” en Haza Grande, “Cerámica Albayzín» en el Camino viejo del Fargue, o también, sin vinculación alguna con estas fábricas, “Cerámica la Encarnación” en el municipio metropolitano de Jun (actual grupo MRJ del que hacíamos mención al principio).

Taller de Albayzín Cerámica. Fotografía perteneciente a su web

Por esta época, concretamente en 1973, podríamos hacer mención de la nueva escisión que se produce en la familia Morales, quedando la fabrica de fajalauza dividida definitivamente en dos, la de “arriba” en manos de Cecilio y la de “abajo” en las de su hermano Miguel, manteniendo ambos el mismo nombre y acrecentando con ello la confusión con el nombre.

Fabrica de Fajalauza de Cecilio Morales Moreno

Fabrica de Fajalauza de Miguel Morales Moreno

Posteriormente, nos adentramos en una nueva etapa, la de los años 80, cuando aparecen nuevos talleres como “Cerámica Aliatar” “Cerámica Blas Casares”, “Cerámica Alhambra”, “Cerámica el Álamo”, “Cerámica Álvarez”, “Cerámica Árabe los Arrayanes”, “Hermanos Ruiz”, etc. Algunos de estos talleres siguen hoy día con el mismo nombre o con nueva denominación, pero en todos los que permanecen abiertos se mantiene el saber hacer en la tradición constructiva, morfológica y decorativa de la cerámica granadina, incluso con innovaciones muy interesantes que han incorporado sus descendientes para ofrecer a sus clientes productos más contemporáneos y novedosos (por ejemplo, resistencia, nuevos colores, formas, etc.), pero sin perder todos ellos la esencia estilística original de la cerámica autóctona de Granada.

Entrada Alfarería

Alfarería Hermanos Casares, antigua Alfarería de Blas Casares. Foto cedida por los Hermanos Casares

A modo de conclusión, podríamos decir que nos encontramos ante una cerámica predominantemente cristiana heredada de la cultura islámica, por tanto, podríamos considerar mudéjar, adaptada a los nuevos usos y costumbres de la época, principalmente de carácter popular, que recibe pocas influencias renacentistas o posteriores y que se ha mantenido con apenas variaciones desde su aparición en el siglo XVI hasta nuestros días. Una cerámica que se sigue produciendo en diferentes talleres de nuestra provincia, en algunos casos como herencia de otros talleres aquí mencionados, que realizan un trabajo continuista de la tradición e incorporando innovaciones que la mejoran.

Respecto a la Fábrica de Fajalauza (la de arriba), me parece una magnífica iniciativa la creación de una Fundación por parte del recientemente fallecido Cecilio Morales y sus sobrinos, con el fin de mantener viva la esencia de un legado tan excepcional, porque independiente de como la llamemos, cerámica granadina o cerámica de fajalauza, entre todos podemos contribuir a darle el reconocimiento que se merece y a promover iniciativas que contribuyan a su difusión.

Para terminar, me gustaría destacar, el “I Concurso Internacional ‘ESCULTURA CERÁMICA EN QUINTA ALEGRE: Reinterpretando la cerámica tradicional granadina” creado por la empresa AEDAS Homes junto con el Ayuntamiento de Granada a través de su concejalía de Cultura, y con la colaboración de la Universidad de Granada y el Colectivo de Ceramistas de Granada COCER, donde también colaboramos con mi participación en el jurado. Todavía está abierto el plazo para presentarse (hasta el 11 de noviembre de 2022), si eres ceramista y te interesa participar, las bases de la convocatoria las puedes encontrar haciendo click aquí.

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