Hace un año, no le dimos mucho hueco a los Nobel: estábamos mirando al volcán de La Palma. Metafóricamente, pero también literalmente: mis compañeros Nuño Domínguez y Manuel Ansede dieron cuenta de los premiados desde la isla canaria, mientras preparaban informaciones relacionadas con la erupción.

Este año, ya desde la redacción, llama la atención que hay un fino hilo conductor que relaciona a los tres premios científicos de este año. En Medicina, Física y Química se han reconocido contribuciones que suponen segundas revoluciones en sus respectivas disciplinas. Vamos a explicarlo (y no es fácil, tratándose de física cuántica y moléculas).

En Física, los premiados fueron el francés Alain Aspect, el estadounidense John Clauser y el austriaco Anton Zeilinger por su trabajo pionero en la ciencia de la comunicación cuántica. Me gusta especialmente que uno de los trabajos experimentales más chulos de este campo se realizó al “teleportar un estado cuántico” entre dos fotones de luz entrelazados y separados por 143 kilómetros: uno estaba, precisamente, en la isla canaria de La Palma y otro, en Tenerife.

El físico español Ignacio Cirac, director del Instituto Max Planck de Óptica Cuántica en Alemania, explicó cuando le llamamos: «Son los pioneros que han dado lugar a la segunda revolución cuántica, que es el procesar y transmitir información utilizando las leyes de la física cuántica”. La primera revolución, hace un siglo, se produjo a partir de los debates sobre la mecánica cuántica entre Albert Einstein y Niels Bohr (las cosas siempre suelen ser un poco más complejas de cómo nos las contamos para sintetizar el relato) y dio lugar a nuevas tecnologías como la electrónica, los láseres y los superconductores.

Los premiados, con experimentos efectuados desde la década de 1970 hasta el de Canarias, habrían dado paso a la segunda revolución, señala Cirac:

“La física cuántica tiene aspectos muy exóticos, que nos sorprenden a todos. Alain Aspect, John Clauser y Anton Zeilinger son los que hicieron los experimentos que demostraron que la naturaleza es realmente así de exótica. Verificaron que las predicciones más absurdas de la física cuántica son correctas”.

Experimento entre Tenerife y La Palma de 2012.

Experimento entre Tenerife y La Palma de 2012. / ESA

Es decir, aterrizaron unos logros teóricos de aquellos titanes que se reunían en Solvay, y pasaron de los famosos experimentos mentales de Einstein a experimentos reales en los que ponían a prueba esas cosas absurdas como la teleportación cuántica de dos partículas entrelazadas.

  • Si todo esto te suena a chino, dos consejos: no te preocupes, porque efectivamente es un poco chino; y léete esta entrevista que le hicimos al especialista Alberto Casas, que nos ayudó a confeccionar una guía básica para entender toda esta movida cuántica.

En Química, también se premió a la segunda revolución de su campo: Carolyn Bertozzi, Morten Meldal y Barry Sharpless desarrollaron herramientas para producir moléculas —como fármacos y nuevos materiales— de manera rápida, incluso en el interior de las células. De entender cómo funcionan a hacerlas funcionar:

“La química del clic y las reacciones bioortogonales han llevado a la química a la era del funcionalismo, con un enorme beneficio para la humanidad”, sentencia la institución. Uno de los miembros del comité del Nobel, el químico sueco Olof Ramström, ha afirmado tras la ceremonia que “los métodos para conectar moléculas funcionan esencialmente como hacer construcciones con los bloques de Lego”.

Hablando de segundos, importante resaltar aquí que Sharpless es la quinta persona que recibe dos premios Nobel, tras Marie Curie, Frederick Sanger, Linus Pauling y John Bardeen.Svante Pääbo, en Alicante, en 2019.

Svante Pääbo, en Alicante, en 2019. / PEPE OLIVARES

De ahí saltamos al tercero, el de Medicina o Fisiología, que se le entregó al sueco Svante Pääbo por, entre otras cosas, demostrar algo sencillamente impensable hace no mucho: que sapiens y neandertales tuvimos descendencia juntos. Como detalló Guillermo Altares en un artículo tras el premio:

«El propio Pääbo explica que fue el primer sorprendido cuando descubrió que todos los humanos modernos tienen entre un 2% y un 4% de genoma neandertal. De repente, las fronteras entre unas especies humanas y otras se abolieron. Para algunos investigadores, los neandertales no se han extinguido porque, básicamente, somos nosotros: nunca ha habido tantos genes neandertales sobre la faz de la tierra como en la actualidad».

Poca cosa: descubrir que los humanos actuales somos un animal mestizo, pero no de razas, sino de especies humanas distintas que convivieron, con derecho a roce y a tener hijos juntos. Primero llegó la revolución de la paleontología, cuando se comenzó a conocer el complejísimo árbol de la evolución humana, y con Pääbo llegó una nueva disciplina: la paleogenómica. Como resaltó el jurado: “Al desvelar las diferencias genéticas entre las personas actuales y los homínidos extintos, sus descubrimientos permiten investigar qué nos hace genuinamente humanos”.

Un pie de página en esta historia tiene que ver con la vida personal de dos de los premiados. Porque Carolyn Bertozzi es lesbiana y Svante Pääbo contó en su autobiografía que es bisexual. Creo que es relevante porque no es común: según la Wikipedia, solo había ocho premiados LGBT hasta 2021 (incluidos dos españoles: Vicente Aleixandre y Jacinto Benavente), 8 de 943. Y sobre todo porque también muestra que, afortunadamente, llegan nuevos tiempos y aparecen estos perfiles entre los galardonados. Grandes profesionales que ya no tienen que ocultar cómo son. Es fácil acordarse de gente como Alan Turing, que quizá hubiera llegado a recibir un premio como el Nobel, pero acabó suicidándose con 41 años, precisamente tras ser condenado por su homosexualidad.

La química estadounidense Carolyn Bertozzi, de la Universidad de Stanford.

La química estadounidense Carolyn Bertozzi, de la Universidad de Stanford. / ANDREW BRODHEAD

Llama la atención esto que dijo Bertozzi en una entrevista previa al Nobel, cuando le preguntaron si sufría discriminación por ser lesbiana:

«Definitivamente, tengo trolls en Twitter; cualquier mujer en las redes sociales lo sufre. Pero nada comparado con la flagrante homofobia de mis años universitarios. Sin embargo, sorprendentemente, ser mujer era y sigue siendo peor que ser lesbiana«.

Con Bertozzi, ocho mujeres han recibido el Nobel de Química, del total de 189 galardonados: el 4%.

  • Los Premios Nacionales de Investigación reconocieron esta semana, por primera vez, el trabajo de los jóvenes investigadores. Entre los galardonados también destacan científicos de importante trayectoria como Mariano Barbacid, Ana Martínez Gil y el filósofo Daniel Innerarity.
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  • EL PAIS MATERIA

FOTO: Desde la izquierda, Anton Zeilinger, Alain Aspect y John Clauser.

 

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