Mentiras nada saludables: el 40% de la gente mintió sobre su estado de salud con el covid

Algunas personas decían que estaban tomando precauciones que, en realidad, no tomaban

Uno de los dos temas más recurrentes para una conversación imprevista es el de la salud. El otro, ya se sabe, el tiempo. Parece que va a llover, igual no, a ver si aguanta el fin de semana… La selección de uno y otro depende, muy posiblemente, del nivel de confianza de los interlocutores; aunque todo lo relacionado con indisposiciones y achaques se ha convertido en la estrella de los ascensores y otros espacios críticos desde marzo de 2020. Lo sorprendente, ante una emergencia sanitaria como la del coronavirus, es descubrir cuánto oculta la gente. Hasta un 40% de la población reconoce que mintió sobre su estado de salud en los peores momentos de la pandemia.

Lo dice un estudio realizado en Estados Unidos y publicado en la reconocida revista ‘Jama Network Open’, que describe una realidad que bien podría aplicarse a la española, aunque los especialistas consultados difieren en este asunto. El trabajo, basado en encuestas a la población, concluye que cuatro de cada diez estadounidenses no solo no fueron sinceros sobre si estaban infectados de covid, sino que reconocen que incumplieron con muchas de las medidas preventivas durante el apogeo de la pandemia. Ocurrió durante el primer año, sobre todo durante los meses del férreo confinamiento domiciliario.

El peso del rechazo social

Los resultados obtenidos preocupan a los investigadores. Buena parte de la población no solo se hizo pasar por sano cuando en realidad estaba infectado, sino que, además, hizo el menor caso posible a la obligatoriedad de guardar la distancia social y utilizar mascarillas cuando eran obligatorias. «Ante la covid 19 es necesario concienciarse de que cuando las personas son deshonestas puede aumentar la propagación de la enfermedad en la comunidad», protesta la autora principal del trabajo, Angela Fagerlin, presidenta del Departamento de Ciencias de la Salud de la Población de la Universidad de Utah.

Lo de ocultar que se padecen determinadas enfermedades no es nuevo. Las que más se esconden, por el estigma social que aún arrastran, suelen ser las infecciosas –piénsese en el ejemplo clásico del VIH/sida– y las mentales. Pero no hace falta pensar en dolencias tan graves. Hay muchas otras que se callan para evitar ser señalado con el dedo o que le tomen a uno por vago, como la apnea del sueño, que puede dejar al paciente dormido en el momento más inoportuno. La ocultación en un momento de emergencia sanitaria mundial tiene, sin embargo, otras connotaciones.

«Es un trabajo muy revelador, porque muestra las tendencias de los comportamientos individuales, y finalmente sociales, que pueden influir de manera muy negativa ante un fenómeno pandémico», reflexiona el experto en Salud Pública Daniel López-Acuña, exdirector de Acciones de Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Lo sucedido, desde su punto de vista, tiene una explicación clara. Las instituciones, en Estados Unidos, como en todo el mundo occidental, «incluida España», pusieron la libertad individual por delante de las necesidades de salud colectivas. «Lamentablemente, todo esto tiene mucho que ver con la ética social posmoderna, que privilegia mucho más el egoísmo, lo individual. Parece más importante la libertad individual que favorecer la propagación de una enfermedad o evitar la muerte que provoca».

Mal ejemplo de los políticos

La actitud de los gestores políticos, a su entender, ha favorecido esta situación. Difícilmente la población puede responder de manera adecuada cuando ve que se aparta de la gestión a los profesionales sanitarios y que los propios políticos incumplen las recomendaciones que dictan.

El psiquiatra Julio Bobes considera que la cifra dada, 40%, es demasiado alta. Quizás el trabajo, a su entender, se hizo en un momento tan temprano de la pandemia que la confusión social era alta. Para el catedrático, esa situación no es equiparable a la de España.«Ante una crisis sanitaria de la envergadura de la de la covid, la gente –afirma–, aún así debería recuperar el soporte moral social y ponerlo por delante de los criterios personales».

Desde saltarse la cuarentena a mentir sobre la vacunación

El informe publicado en EEUU revela que el catálogo de mentiras y trampas ciudadanas en torno a la pandemia de covid giró sobre cinco aspectos. La lista de las mayores trolas la encabeza la ruptura de las reglas de la cuarentena. Es decir, no solo salió a la calle quien no tenía perro, estaba trabajando, hacía recados o había salido a bajar la basura.

Muchas personas decían, además, que tomaban más precauciones contra la infección de las que adoptaban en realidad. La medalla de bronce del ranking de patrañas pandémicas la ocupan quienes acudían al centro de salud sin informar de que habían tenido o estaban pasando la infección. Los embustes sobre si se estaba o no vacunado, en un sentido o en otro, completan tan deplorable lista.

FERMÍN APEZTEGUIA

https://www.ideal.es/vivir/salud/mentiras-nasa-saludables-20221013153141-ntrc.html

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